Hay experiencias que nos conmueven, nutren nuestra Alma de amor y nos llenan de renovada Fe y Esperanza en la naturaleza humana.
Conocí a Patricia Mejía de Rannik hace unos ocho años, cuando ambas laborábamos en la Subdirección Técnica de la Dirección General de Aduanas. Ella, una prominente abogada con Maestría en Derecho Económico en una de las mejores universidades de Chile, gozaba de una carrera profesional ascendente.
Ya tenía en su amplio currículum haber sido Gerente en el Centro de Exportaciones e Inversiones de la República Dominicana (CEI-RD) y Negociadora de Acuerdos de Libre Comercio entre nuestro país y otras naciones.
Después de trabajar juntas, el fluir de la vida nos llevó por rumbos distintos por varios años, durante los cuales me enteré que había sido Ministro Consejera en una de nuestras embajadas en el exterior y Sub Consultora Jurídica del Poder Ejecutivo, de donde renunció por convicciones personales.
Nuestros caminos se cruzan de nuevo en este maravilloso viaje y me encuentro con que Patricia dejó de lado su exitosa carrera en Derecho para hacer realidad su visión de crear el primer Centro Dominicano de Hipoterapia, una organización sin fines de lucro que ofrece terapias de rehabilitación, utilizando caballos y perros como herramienta terapéutica, a niños con condiciones especiales como Parálisis Cerebral, Autismo, Síndrome de Down, Esclerosis Múltiple, entre otras.
Para cumplir este sueño, Patricia realizó una Maestría de dos años en Psicología Clínica Infanto Juvenil e inspiró a su hermana Nora, reconocida Doctora en Medicina Veterinaria, para acompañarla en esta creación de amor. Viajaron a varios países a conocer la experiencia de centros similares ya existentes en esos lares y se certificaron como Hipoterapeutas.
Captando donaciones, profesionales voluntarios y aportes de diferentes índoles, desde recursos económicos hasta caballos entrenados e infraestructuras, hacen realidad este centro que es hoy pionero en la República Dominicana, sembrando la esperanza de una mejor calidad de vida para niños en condiciones físicas especiales.
Patricia me hace recordar la historia bíblica de un joven rico que respetaba y practicaba la Ley, a quien Jesús le dijo "Déjalo todo y sígueme". Una invitación a que cambiara sus prioridades profesionales y se dedicara al Servicio Crístico: "Dar, sin esperar nada a cambio".
“El precio de nuestra lealtad a Cristo se puede medir en cuanto estamos dispuestos a dejar por él” (Filipenses 3:7-9).
Nuestra visita al Centro Dominicano de Hipoterapia
Conocí el Centro Dominicano de Hipoterapia junto a mi hija Esther. Desde que llegamos al centro pude sentir la energía del Amor que inunda todo el lugar, sobretodo, la mágica energía de los niños.
Observamos el esmerado cuidado de todo un equipo de trabajo que se entrega con entusiasmo a esta labor altruista de potenciar la sanación física, mental y emocional de estos niños, mejorando su capacidad de atención, autocontrol de las emociones, sentimiento de normalidad, autoconfianza y autoestima, además de ayudarles a fortalecer sus músculos, entre otros muchos beneficios de las terapias asistidas con animales.
¿Qué es la Hipoterapia?
Nos cuenta la Doctora Nora Mejía que "la Hipoterapia es una alternativa terapéutica que consiste en aprovechar los movimientos tridimensionales del caballo para el tratamiento de diferentes afecciones mentales y físicas. El contacto con el caballo, aporta facetas terapéuticas a niveles cognitivos, comunicativos y de personalidad, así como también estimula los músculos y articulaciones del paciente".
Se dice que Hipócrates (458-377 a.c.), considerado el Padre de la Medicina, aconsejaba la equitación para regenerar la salud.
Intercambio de Conocimientos y Experiencias con otros países
Estas terapias asistidas por caballos y perros ya han sido implementadas, con resultados positivos, en Estados Unidos y algunos países de Europa y Latino América, los cuales intercambian conocimientos y experiencias con este primer centro de Hipoterapia en República Dominicana, como tuvimos la oportunidad de testimoniar durante nuestra reciente visita, la cual coincidió con la visita de médicos colaboradores procedentes de Colombia.
Embajadores de Buena Voluntad
En este centro se conjugan la vocación científica con el sentimiento humanista que se respira en todo su entorno, se siente en cada persona involucrada y se vive a través de la mirada inocente y alegre de cada paciente; pues a pesar de sus aparentes limitaciones físicas y mentales, estos niños son capaces de ofrecer las más plenas de las sonrisas, sobre todo cuando interactuan con los animales.
La empatía es muy evidente.
Ojalá que cada vez más personas de buena voluntad colaboren con esta noble causa, pues son muchos los recursos, económicos y humanos, que conlleva sostener un centro de esta magnitud.
Que así sea.