El exjefe de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), Edmond Mulet, prevé que la crisis humanitaria que sufre Haití desencadenará hordas de haitianos hacia República Dominicana en busca de un lugar donde comer y protegerse.
Cree que cualquier acción militar dominicana no será suficiente para detener a 80,000 o más personas que quieran cruzar la frontera dominico-haitiana.
Como medidas inmediatas cautelares a tomar, recomendó Edmond Mulet dos acciones puntuales en Haití: la primera, y que considera más urgente, es atender y asistir la crisis humanitaria actual, movilizando las fuerzas necesarias para garantizar la comida a los haitianos.
La segunda, es una conferencia internacional sobre Haití, en la que participen los países latinoamericanos, la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, Francia y España para ya tomar decisiones.
En el aspecto humanitario, plantea que el Comando Sur de Estados Unidos se instale allá, para que asuma la acción urgente que se requiere en este momento, de darle comida a toda esa gente.
Espera que el gobierno dominicano y su cancillería estén movilizando a la comunidad internacional, llamando la atención y pidiendo ayuda para adoptar iniciativas oficiales.
Dijo estar consciente de que los efectos no solo serán para República Dominicana, sino también para la región. Sostuvo que ya 70,000 haitianos que tenían visa de turista americana B1 y B2 se quedaron en Estados Unidos, y que hay 200,000 en Chile, 40,000 en Argentina y 130,000 en Brasil.
No hay que tener una varita mágica para entender el razonamiento del ex funcionario de la ONU pues el problema en el vecino país es la falta de instituciones, de ingobernabilidad, abundante corrupción y la presencia del narcotráfico, factores que benefician a muchos sectores y a las élites políticas, económicas y sociales de Haití.
Haití es un Estado fallido donde no hay organización de justicia, la impunidad es elevada y existe un sistema carcelario precario. El desorden, el caos, es fruto de la incapacidad de la inepta clase gobernante, situación que crea un estado de inseguridad política, jurídica y social que obliga a sus ciudadanos a buscar refugio en otros litorales. Incluso, los extranjeros están saliendo por recomendaciones de las misiones diplomáticas.
Nuestras autoridades no han hecho comentario alguno sobre las declaraciones de Mulet. Solo se limitan a argumentar la ya muy gastada frase de que “la frontera está segura”. Y no puede estarlo con tanto campo abierto por donde se pueden “colar” los haitianos.
Si más de 80 mil haitianos hambrientos (creo que la cifra aumentaría) podrían pasar la frontera dominicana en busca de comida y refugio, como dice Mulet, ¿quién los detendrá? Las hordas entrarán, aunque les disparen; y luego que entren, se esconderán en nuestro territorio con la complicidad de los malos dominicanos y nadie los sacará, y quién sabe qué otras más ocurrirán.
Con lo dicho por el señor Mulet, es motivo más que suficiente para el gobierno dominicano motorice una reunión de emergencia, de alto nivel, con los países miembros de la ONU y la OEA, pues el problema de Haití les compete a todas las naciones.
República Dominicana no puede cargar sola con la problemática haitiana. Bastante tenemos con la nuestra. Demasiado hemos hecho por ellos en los últimos años, ofreciéndoles, por ejemplo, ayudas humanitarias a miles de parturientas en hospitales dominicanos, legalizando a más más de medio millón de indocumentados y dándoles oportunidades laborales en los diferentes renglones de nuestra economía.
La Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes publicaba en el 2018, arrojó que en el año 2017 había 570, 933 inmigrantes en República Dominicana. De esa cantidad de ciudadanos 497,825 nacieron en Haití (87.2%). A la fecha, no sabemos cuántos de ellos son indocumentados.
No estamos prestando atención a lo que está pasando en Haití. No podemos ser indiferentes a una situación que afectaría a nuestra seguridad nacional desde el momento que el hambre obligue a esa gente a penetrar al territorio nacional en busca de comida. Estamos jugando con candela y vamos a lamentarlo.