MADRID.-Internet es la libertad global. Fue en los mandatos de Bill Clinton cuando Estados Unidos se convirtió en la gran potencia que controlaba la red. El presidente demócrata dijo que Internet era la revolución más transformadora de todos los tiempos. Nunca se había producido un cambio tan importante que se creó en los años sesenta como parte de un proyecto de investigación militar norteamericano.
¿Quién controla Internet? Está en manos de la Internet Corporation for Assigned Names and Numbers (ICANN), un gran conglomerado en manos privadas que opera con licencia del gobierno de Washington.
Controla los dominios como lavanguardia.es, el que conoce los sufijos de "com", "net" y "org" y los códigos de dos letras para los estados que en España es es, en Francia fr o en Gran Bretaña uk. Las nuevas tecnologías han puesto en práctica el tiempo real superando el tiempo histórico.
El tiempo real es un tiempo mundial. Nada ocurre en ningún rincón del planeta sin que se conozca globalmente. Ningún invento ha contribuido tanto a la velocidad de la información, de la opinión, de los negocios, de los rumores y de los disparates.
Internet es omnipresente en la vida moderna. Es imprescindible a pesar de que sólo un 14 por ciento de humanos lo utilizan. Por primera vez en la historia, un cambio que afecta a la vida de miles de millones de personas no tiene un ropaje jurídico que lo regule. Internet opera sin leyes y sin fronteras.
Es un formidable instrumento para que la libertad fluya en todas las direcciones. La autorregulación no es sostenible cuando cualquier usuario puede saltársela. Pero una regulación gubernamental afectaría a la misma esencia de las libertades globales.
Es un extraordinario dilema. Las Naciones Unidas han convocado una cumbre mundial en Túnez sobre la sociedad de la información con el tema principal de la división digital ente sociedades ricas y pobres.
Los delegados han decidido un compromiso horas antes de iniciar la cumbre en el que se acepta que Estados Unidos retendrá su hegemonía por el momento. Pero el debate está abierto y será el gran tema de controversia en los próximos años. No deja de ser paradójico que la esencia de Internet, que es una red descentralizada, sin regulación y aparentemente descontrolada, sea discutida en un país como Túnez que no practica los derechos humanos ni las libertades políticas.
Los países que más se han opuesto al dominio norteamericano de la red son China, Irán y Arabia Saudí que han practicado restricciones y censuras a los contenidos que llegan a sus países a través de la Red. Internet puede promover la democracia y los derechos humanos pero también es un arma para que movimientos terroristas actúen impunemente a través de las webs.
Las discusiones en Túnez se van a centrar en cómo dar acceso a Internet a la mitad de la población mundial en el año 2015. Un medio que ha crecido y se ha introducido masivamente en el mundo no ha sido por las políticas de los gobiernos sino por la iniciativa de la sociedad civil mundial. Es un arma política, informativa, empresarial y cultural que navega libremente en manos de cualquiera. Estados Unidos controla los dominios, las bases de datos y los códigos nacionales.
Pero también puede conocer los contenidos que circulan por la red aunque las autoridades americanas se comprometen a que nunca van a entrar en el vientre de Internet. Es un hecho que Internet va a seguir bajo el de Estados Unidos. Pero no podrá ser así por mucho tiempo. La comunidad internacional ha de buscar una fórmula para que un arma tan poderosa no tenga una estructura jurídica que garantice la fluidez de la red sin coartar la libertad que transporta con dígitos la información con todas sus derivadas.
Si Internet convierte en usuarios a la mitad de la humanidad en el año 2015 se habrá dado un gran paso para disminuir las diferencias económicas y sociales que provocan tantos conflictos en el planeta. Allí donde está el peligro también se encuentra lo que salva, dijo el filósofo Hölderlin.
Internet es imparable. No se pueden poner puertas al campo. Pero hay que llegar a un acuerdo mundial para una cierta aunque precaria regulación. No podemos regresar a la selva de la mano de las nuevas tecnologías. Sería muy incómodo para todos.
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