Hablar de este singular artista significa referirse, sin sonrojo alguno, a una de las más encumbradas figuras de la música popular dominicana de todos los tiempos. Y es que la grandeza de Johnny Pacheco radica en que no sólo fue artifice de su propio éxito, sino que con su fino tacto mercadológico y musical supo trazar la ruta del triunfo a otras futuras luminarias de la corriente rítmica denominada “salsa”. Pacheco provenía de las entrañas del barrio, del corazón del Cibao, y como buen dominicano amaba la música popular y sentía especial atracción por los instrumentos percusivos, en especial la tambora, que fue su primera gran pasió, aunque el primer instrumento que pudo decirse suyo fue un viejo clarinete que le regaló su papá.
Juan Pablo Pacheco Kiniping, nombre completo del laureado pepinero, nació el 25 de marzo del año 1935, en el barrio Los Pepines, de Santiago de los Caballeros, República Dominicana, en el primer lustro de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina. Hijo de la señora Octavia Kiniping y del músico y sastre Rafael Azarías Pacheco, flautista y clarinetista que dirigió la orquesta Lira del Yaque, la cual más adelante se convertiría en la Santa Cecilia, bajo la batuta del maestro Luis Alberti.
Precisamente, disgustado por las atrocidades del régimen trujillista don Rafael Azarías se mudó con su esposa e hijos a la ciudad Nueva York, cuando el pequeño Johnny apenas tenía 11 años de edad.
Se puede afirmar que fue en la Babel de Hierro donde Pacheco inició formalmente sus estudios musicales, logrando un adecuado dominio de varios instrumentos, entre ellos el saxofón, la flauta, el clarinete, el acordeón, puliendo su talento mientras asistía con fervor casi religioso a la Julliard School of Music, plantel donde se matriculó como estudiante de percusión y de paso forjando una enorme fama como percusionista, en el ambiente latino de la Gran Manzana, por la calidad de sus ejecuciones, que lo condujo a integrar bandas tan prestigiosas como las de Stan Kenton y Xavier Cugat.
Ya convertido en un músico de reconocido y respetado talento como flautista llegaron entonces sus colaboraciones con la Charanga Duboney, del pianista Charlie Palmieri, afianzando su prestigio e incursionando a seguidas en el jazz latino, participando como invitado en históricas grabaciones de la Tico All Stars y en descargas similares llevadas al disco por Alegre Records.
Con aquella compañía discográfica el maestro Pacheco estampó su firma y grabó sus primeras producciones, alcanzando ventas astronómicas con la titulada “Pacheco y Su Charanga, Vol. I”, lanzada en el año 1960, que se ubica como uno de los clásicos de la música tropical, a cuyo auge sumó un contagioso estilo de bailar que se conoció como “pachanga” y que causó furor de inmediato.
La fama de nuestro artista iba creciendo, mientras colaboraba con grandes estrellas de siempre, como Dámaso Pérez Prado, Tito Puente, Tito Rodríguez y otros. En medio de esa efervescencia musical fundó, en el año 1963, en sociedad con el abogado judío Jerry Masucci la compañía Fania Records, desde la cual puso a funcionar todo su potencial y la vasta experiencia musical que acumuló para organizar el más impactante emporio de la música latina.
Como productor musical fue responsable de numerosas grabaciones de grandes artistas de su catálogo, como Bobby Valentín, Larry Harlow, Willie Colón, Justo Betancourt, Santos Colón, Pete (El Conde) Rodríguez, Ismael Miranda, Héctor Lavoe…
En el año 1968 organizó la Fania All Stars, conglomerado que convocó a los más destacados líderes de orquesta y cantantes agrupados en este consorcio discográfico, que también absorbería casas disqueras de cierta importancia (Tico, Vaya, Alegre, Inca e International). La cita fue en el salón Red Garter, de Nueva York, y acudieron, además de Pacheco, Larry Harlow, Willie Colón, Bobby Valentín, Mongo Santamaría, Pete (El Conde) Rodríguez, Héctor Lavoe, Adalberto Santiago e Ismael Miranda, teniendo como invitados especiales a Eddie Palmieri, Ricardo Ray, Tito Puente y Jimmy Sabater.
Protagonizó, junto a Las Estrellas de Fania, dos memorables películas: “Our Latin Thing” (“Nuestra Cosa”) y “Salsa”, filmadas en los años 1972 y 1974, respectivamente, aportando inmortales composiciones y la dirección musical. Asimismo, escribió canciones fundamentales para largometrajes como “Mondo Nueva York” y “Algo Salvaje”, parcipando también en la recordada cinta cinematográfica “Los Reyes del Mambo”.
Paralelamente, Pacheco continuaba colaborando con leyendas como Quincy Jones, Tony Bennett, George Benson, Sammy Davis Jr., Ethel Smith, Stevie Wonder y otras no menos brillantes.
Su discografía es tan extensa como fructífera y de ella podemos destacar sus inolvidables producciones con su compadre Pete (El Conde) Rodríguez, Celia Cruz, Héctor Casanova, Justo Betancourt, Monguito Quián, Chivirico Dávila, Elliot Romero, Daniel Santos, Celio Gonzáles y Angel Luis Silva (Melón), así como sus colaboraciones con Pupy Legarreta y José Fajardo, que son realmente de antología.
De igual modo, las composiciones de Pacheco son muchísimas, con una lírica sencilla, abundante picardía y melodías bastante contagiosas. He aquí algunas: “Mi Gente”, “La Dicha Mía”, “El Faisán”, “Préstame Los Guantes”, “Yo No Parlevú Francés”, “Víralo al Revés”, “Soy El Mejor”, “El Rey de la Puntualidad”, “Acuyuyé”, “El Güiro de Macorina”, “Los Diablitos”, “El Guabá”, “Mi Nuevo Amor”, “Quítate Tú”, “La Mujer del Peso”, “Me Llevaron La Cartera”, “Ponle Punto”, “El Tumbao y Celia”, “Amarra El Perro”, “Macho del Cimarrón”, “Baldemira”, “Qué Humanidad”…