El Secretario de Estado de Cultura, licenciado José Rafael Lantigua anunció que el presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna declaró el 26 de noviembre como Día Nacional del Merengue.
La decisión está contenida en el decreto 619-05 que emitió el pasado viernes el mandatario y cuyo anuncio lo hizo Lantigua durante la ceremonia del concurso ¡Que viva el merengue! que se presentó en la sala Eduardo Brito del Teatro Nacional.
El decreto establece que el merengue es la danza nacional por excelencia y que hoy por hoy constituye una de las señas esenciales de la identidad dominicana.
Otro de los considerando señala que la preservación del ritmo debe ser parte de la política cultural de Estado Dominicano, en el empeño de propiciar permanentemente un ambiente favorable para el auge del más importante ritmo musical nacional.
Para la celebración del Día Nacional del Merengue, la Secretaría de Estado de Cultura realizará un programa especial conmemorativo de la efeméride cultural.
El Secretario de Estado de Cultura, José Rafael Lantigua manifestó que realiza las gestiones pertinentes para que la Unesco declaré al merengue como Patrimonio de la Humanidad, como ocurrió con el Teatro Cocolo Danzante de San Pedro de Macorís y la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella.
Al dirigirse al público que acudió a la gala del merengue, Lantigua dijo: “La trayectoria del merengue ha estado siempre al servicio de la conformación de nuestra identidad como pueblo como expresión dinámica de todos nuestros avatares históricos, de nuestras flaquezas y de nuestras glorias, de nuestras pesadumbres sociales y de nuestras aspiraciones comunes. Nuestro ritmo nacional ha retratado con asombrosa fidelidad nuestra realidad social y política y la manifestación firme de sus deseos de libertad, centrando muchas veces su letra viva en el contrapunteo filoso de la ironía y el doble sentido”, señaló.
Agregó que las transformaciones que ha sufrido el ritmo a lo largo de sus 150 años de existencia formal, han estado en consonancia con la realidad viva del dominicano, con las variables de su destino como nación, de los entresijos y vaivenes de su comportamiento social y político.
“Nada pues nos identifica más a los dominicanos como el merengue: su letra incisiva y acusadora, su ritmo alegre, su savia cuestionante de nuestra realidad, su estela vigorosa, su dinámica transformadora que a través de su expresión sincopada parece advertirnos de la necesidad de ajustar sus cánones primigenios a la propia realidad cambiante del pueblo que lo engendra y lo disfruta”.
Sostuvo que a pesar de que en sus orígenes fue una danza repudiada, no sólo por ilustres civilistas que pidieron lanzarla al ostracismo y desdeñarla por completo, sino incluso por los más dinámicos integrantes de la juventud intelectual de la época. “Hacia 1854, cuando aparece la primera mención escrita del merengue, la hoy danza nacional por excelencia estaba siendo desde hacía rato bailada y disfrutada. La Nación Dominicana apenas había surgido diez años antes y en las páginas del periódico capitaleño El Oasis algunos escritores negaban sus valores y repudiaban su forma de bailarlo”, puntualizó.