Cuando se inauguró la temporada de béisbol 2003 en el Gran Miami, específicamente el 5 de abril, entre los Dodgers de los Ángeles y los nuevos Marlins de la Florida, los seguidores del béisbol en el sur de la península: cubanos, dominicanos, puertorriqueños, panameños, norteamericanos y las docenas de nacionalidades de otros países que, aunque en pequeñas porciones de sus habitantes, también aman el béisbol; se sintieron en el paraíso, al fin béisbol en vivo a media hora de nuestras casas.
Desde los mismos inicios se ha hablado del famoso estadio de los Marlins de la Florida; pero desde el mismo inicio las autoridades de entonces y los distintos dueños del equipo floridano no pudieron conjugar sus intereses, se hizo imposible hacerles entender a los dueños del equipo que Miami, a pesar de su fama mundial como destino turístico, es una ciudad pobre donde miles de familias viven en la pobreza a cinco cuadras del Downtown (Over Town, Liberty City, Allapattah, North West, etc. ).
Los Marlins de la Florida le dieron la gloria a la zona con aquella Serie Mundial de 1997 a solo 4 años de su participación en las Grandes Ligas, todos pensamos que el estadio de béisbol estaría mas cerca aún y las declaraciones de las autoridades eran auspiciosas; pero todo volvió a enfriarse y de nuevo se hablaba de otros destinos para el equipo, así pasaron 5 años (2003) y los peces vuelven a lograr la proeza de obtener otro banderín de serie mundial derrotando nada mas y nada menos que al equipo mas famoso del béisbol : Los Yankees de Nueva York.
El estadio parecía un hecho, de nuevo los abrazos y las promesas; primero Joe Carrollo y luego Manny Díaz, los alcaldes de la republica bananera se sentaron en la mesa de negociaciones para darle final al proyecto que toda la ciudad pedía a gritos; se aprobó en el consejo de Coconut Grove (donde esta la sala capitular) y también se aprobó en el Down Town (donde esta la sala del Condado), todo quedo en 60 millones de dollares en exención de impuestos que debía aprobar la legislatura estatal.
Finalmente el Gobernador y los Legisladores no se pusieron de acuerdo y, debo reconocer que hicieron su esfuerzo las autoridades locales, pero otras ciudades que quizás no les conviene que Miami continué creciendo al ritmo que va, se negaron a aprobar los famosos 60 millones de exención de impuestos porque ello afecta las inversiones prioritarias del Estado.
Podían los Marlins y las autoridades de la ciudad de Miami hacer un proyecto menos caro, un estadio sin techo retractir, buscar un lugar menos caro que los terrenos del Orange Bowl y finalmente detener la emigración del equipo de béisbol que todos queremos en el sur de la Florida. Ya me estoy imaginando las giras de fanáticos hacia Tampa para ver un juego de béisbol en el Tropicana Field hogar de los Tampa Bay.
Definitivamente las autoridades de Miami no pusieron interés en resolver el tema y, estoy seguro, que si hubiesen puesto interés esos 60 millones aparecían de alguna manera; pero parece que a Manny Díaz, nuestro alcalde no le interesa el béisbol como a miles de sus votantes y lo mas gracioso es que hace menos de un mes que fue reelecto para un nuevo periodo; pero David P. Samson y Larry Beinfest (presidente y general manager) anuncian lo de irse de la ciudad semanas después de las elecciones; pareciera como si le dieron una ayudadita al Alcalde para que no tuviera problemas con su reelección.
Aun queda una esperanza, el alcalde del condado Miami Dade Carlos Álvarez podría gestionar otra ciudad del sur de la Florida para el estadio de los Marlins; pero el tiempo se agota y, aunque el equipo de los Marlins tienen opción hasta el 2010 en el arrendamiento del Dolphin Stadium, ya comenzaron a desmantelar el equipo saliendo de Delgado, Beckett, Lowel y otros que seguirán, los 40 millones que han dispuesto para el equipo no da ni para pagar a los novatos; lo que quiere decir que solo los fanáticos de siempre, los periodistas y los empleados iremos al estadio en estos dos años que vienen. Que pena.