Hoy no tengo muchos deseos de escribir, porque mis pulsaciones derraman lágrimas tristes del irremediable adiós y empañan con su tibia humedad todo lo que pienso en medio de esta penosa realidad. La verdad, no quisiera entristecer la gentileza de quienes leen esta columna.
Se nos fue para siempre nuestro inolvidable amigo y talentoso músico Bertico Sosa, luego de sufrir un devastador derrame cerebral que lo postró en cama hasta el día de su lamentable deceso, acaecido el pasado viernes 2 del presente mes.
Francisco Alberto Sosa Paredes, un pianista y orquestador de primer orden en la música popular criolla, vino de La Romana, su ciudad natal, para cursar estudios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde obtuvo el título de Doctor en Medicina, pero su vocación real lo mantendría entre cinco líneas, cuatro espacios y teclas blancas y negras.
Recordamos a Bertico, en sus andanzas por los estudios de grabación de nuestra capital, con su frondoso bigote, sus ojos saltones y su estruendosa risa, que parecía la de un muchacho grande bonachón, tal como fue su trato con todos los que tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo.
Su colaboración con los buenos amigos Jochy Santos y J. Eduardo Martínez, en el programa “El Show de la Noche” y más recientemente con el propio Santos en “Divertido con Jochy”, nos hacen recordarlo mientras ejecutaba magistralmente su inseparable piano y ejercía la dirección musical de ambos espacios de la TV local.
Pero también brillaba por una extraña timidez, que al parecer es la compañera ideal de nuestros grandes orquestadores, cuando de hablar ante las cámaras de televisión se trataba.
Lo recuerdo cuando lo visitaba a sus oficinas en la Calle Pasteur, en Gazcue, hace ya varios lustros, y me consterna imaginarlo todavía en aquella casona, donde su oficina más bien parecía un escondite para escapar del asedio que su cotidianidad le imponía y procurarse un poco de la tranquilidad que urge todo creativo para poder desarrollar su labor.
Su paso por varias agrupaciones de prestigio en Curazao, Aruba y nuestro país, y haber compartido su talento con figuras, que hoy lo lloran también, como Fermín Cruz, Joan Minaya, Rafael (Papo) Cadena, Rafael Labasta, Robert Jeandor, Richie Babalú, Kilvio y Crispín Fernández, Ismenio e Isidro Chávez, Fausto Rey, Jaime Querol, Johnny Tulanga, Cuso Cuevas, Kaky Ruiz, Monchy Fernández, Eugenio Vanderhorst, Luis Delgadillo, Raymond (Catarey) Andújar, Johnny (Chocolate) de la Cruz…
Sus arreglos para Corinne Oviedo, Olga Lara, Vickiana, Taty Salas, Pablo Martínez, Monchy Capricho, Coco Band, Omar Franco, Sergio Vargas, Sergio Hernández, Fernando Villalona… nunca podremos borrarlos de nuestra memoria histórico-musical, porque forman parte fundamental de la discografía de tales artistas y del tesoro cultural de la colectividad nacional.
Bertico era querido y respetado por todos nosotros los compositores, como Palmer Hernández, Josiph Santos, Cristian Encarnación, Charlie Mosquea, Alicia Baroni, José Peguero, Melvin Rafael, Rosa Pontier, Aquiles Díaz, Polo Tovar, Corinne Oviedo, Jankarlos Núñez, Frantoni Santana Fernando y Rento Arias…
Del mismo modo, era requerido por los disqueros y productores como Bienvenido Rodríguez, Rafael (Cholo) Brenes, Juan José Travieso y Amable Valenzuela, entre otros.
Hemos perdido a un gran amigo y la nación a uno de sus más talentosos artistas del pentagrama.
No queda más que expresar públicas condolencias a sus deudos, quienes deben encontrar fortaleza en la premisa de que Bertico fue un buen ser humano, solidario y talentoso, que no actuaba con prepotencia ante sus subalternos y que siempre estuvo presto a colaborar con todo el que lo necesitara.
Hasta siempre, Bertico.