Cuan pintoresca se torna la ciudad de Santo Domingo, y que difícil es comprender algunas cosas. Caminando en una de sus principales calles disfrutaba de la brisa fresca que denota los aires navideños, la alegría de la gente, al tener cerca la esperanza del cheque número 13 que está a la vuelta de la esquina, disfrutando de los charamicos, bombillas de colores y árboles en las principales plazas y supermercados del país, e incluso uno que otro carterita que aprovecha el limbo en el que está el todo el que va o viene de su trabajo.
Es para mí, y creo que para ustedes, muy dificil pasar por alto algunos de los problemas sociales más comúnes. Me refiero a la cantidad de pedilones o mendigos que se encuentra uno a cada 100 metros. Es increible cómo tenemos algunos que luchar para salir adelante, con nuestro trabajo, nuestras familias, nuestros hijos y nuestros deberes como ciudadanos y ciudadanas, mientras que otros, que muchas veces se les ve muy buen aspecto, o en buena salud, piden para comer, para medicinas, para ponerse una pierna, operarse un ojo, enterrar a un muerto, y hasta para echarle tierra con piedras a una calle con un hoyo, sobre todo los fines de semana.Esta práctica la mayoría de veces se realiza a través de grupos, con mafias de trata de personas, que andan regando a infelices o avivatosl como si se tratara de una empresa de guachimanes cualquiera, y luego los recogen cuando estos han cumplido su labor. No sé si esta práctica es tan beneficiosa para los pedilones directos, o para los "empresarios" que lo riegan en la ciudad, pero lo cierto es que debemos colaborar con el que necesita, pero no así.Cuando sienta deseos de ayudar, visite uno de los hospitales de República Dominicana, un asilo, un hogar de infantes, como es el caso de la Casa Rosada que alberga nios infectados con sida, o una de las escuelas que aun no han podido reintegran a sus alumnos por falta de butacas.Sirva esto para que podamos ayudarnos a ser mejores ciudadanos y ciudadanas y menos estafadores o estafadoras.