MIAMI. Con cuanta pena vi a un amigo de infancia en la lista de los extrañados del territorio norteamericano; joven estudioso, buen amigo y trabajador. Miguel había conseguido escabullirse en un barco de carga que viajaba a las costas de la Unión Americana; dicha embarcación tenía una trayectoria jamás imaginada por Miguel. LOS DEPORTADOS DE ESTADOS UNIDOS Y SU ESTIGMA
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Con cuanta pena vi a un amigo de infancia en la lista de los extrañados del territorio norteamericano; joven estudioso, buen amigo y trabajador. Miguel había conseguido escabullirse en un barco de carga que viajaba a las costas de la Unión Americana; dicha embarcación tenía una trayectoria jamás imaginada por Miguel.
Mi amigo no conocía a su país, en algunas giras barriales pudo disfrutar de varias playas del este (Juan Dolio, Macao, etc.), por el sur Palenque seria su punto más alejado de la capital, la 40 y los Quemao de Bonao por el norte completaban su conocimientos en vivo de la geografía nacional.
Con destino a California la nave en que iba Miguel tenía que cruzar por obligación por el Canal de Panamá. Oculto en una bodega llena de innumerables productos desconocidos para el, incluyendo pesticidas para conservar los cientos de miles de toneladas de productos depositados en la barriga de la nave, miguel no le importaba tener la respiración entrecortada, sin ver nada de luz y alimentándose de pan, salami y un galón de agua.
Su meta era llegar a Nueva York y, aun cuando le dijeron que dicho barco se dirigía a California el solo atino a preguntar que si eso pertenecía a Estados Unidos, donde estaba Nueva York. Yo llegare de alguna forma ya que Puerto Rico esta mas lejos y muchos de mis amigos han llega a la gran urbe, se dijo para si mismo.
Era una linda mañana tropical cuando el enorme casco de barco carguero ponía proa hacia una de las maravillas del mundo: El Canal de Panamá, vía que comunica el mar caribe con el Océano Pacifico. Dicha nave se dirigió rauda hacia la primera esclusa que le permitiría iniciar el proceso de traslado hacia el oeste del continente. En una de las etapas de la trayectoria el barco fue dirigido a uno de los muelles de inspección aduanal donde se verificaría su carga.Docenas de marinos corrían de un lado a otro preparándose para la inspección de rutina en estos casos, cuan lejos tenían de que este seria su ultimo día libre por los próximo años (5, 10, 15 y 20). Los agentes subieron a la nave y se dirigieron al capitán del barco que los esperaba con la documentación en las manos. Luego se procedió a realizar los pasos de rutina.5000 kilos de cocaína fueron encontrados en dicho barco y nuestro amigo Miguel dormía sobre ellos sin saber que allí estaban. Todos los tripulantes, desde el capitán hasta el polizonte fueron a parar a la cárcel. La DEA (Drug enforcement Agency) tiene jurisdicción en el canal de Panamá para esos registros y por tanto los involucrados fueron trasladados a Estados Unidos de Norteamérica.
Todos fueron instruidos de cargos y, sin discernir niveles de culpabilidad todos fueron acusados de tráfico internacional de sustancias controladas. Sin dudas eso es lo correcto. Pero nosotros sabemos que Miguel no sabía que de polizonte con un sueño de llegar a Nueva York se convertiría en traficante internacional de Drogas. 15 largos años se paso Miguel en las cárceles norteamericanas, en las cuales se convirtió en un profesional, domina el ingles a perfección y, lo mas importante, salio hecho un hombre.
Miguel fue preso y condenado, sin abogado que lo defendiera, por un delito que no cometió realmente, pero estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, coincidió su odisea de querer llegar a los Estados Unidos con el medio errado que lo llevaría a un destino diferente. Por ello se paso la mitad de su vida preso, entre hombres desconocidos y con otro idioma.
Miguel llego a Santo Domingo junto a un grupo de deportados de Estados Unidos y tipificado como narcotraficante, fichado en la DNCD y pertenece al grupo de hombres y mujeres que son mirados como eje de la actual ola de delincuencia del país. Como el caso de Miguel hay muchos otros en que las circunstancias han intervenido para convertir en “delincuentes” a quienes no tuvieron tiempo para serlo. Les contare otra historia, la de Margarita la próxima semana.