Las recientes elecciones en Chile y en Bolivia son motivo de preocupación. En ambos casos han ganado las fuerzas más afines a Fidel Castro y Hugo Chávez. Los Estados Unidos, por su parte, no parecen tener una política efectiva dentro de la región que ofrezca una alternativa factible a las fuerzas políticas que ven con gran preocupación esta tendencia regional.
En Chile, la candidata de la coalición gubernamental, Michele Bachelet, obtuvo un 45 por ciento de la votación y tendrá que ir a una segunda vuelta el 15 de enero. Su oponente será Sebastián Piñera, el candidato de la derecha, un multimillonario exitoso en los negocios que tiene una buena posibilidad de ganar la segunda vuelta.Bachelet sería la primera mujer que llegara a la presidencia en un país machista. Es agnóstica y ha tenido la integridad de reconocerlo públicamente, en un país altamente católico, donde recién se legalizó el divorcio. Esto puede ser importante en retener el voto de la democracia cristiana, uno de los dos partidos en que se basa la coalición gubernamental. Si logra retener el apoyo de los democristianos de la primera vuelta y suma el de los comunistas en la segunda, habría logrado alcanzar la mayoría que necesita para ser electa. Esa parece ser su estrategia hasta ahora. Pero si pierde muchos votos de los obtenidos en la primera vuelta, esa estrategia no le funcionará. Ha tenido algunas dificultades, como que no le permitieron designar a Soledad Alvear, senadora electa por la democracia cristiana en el Oriente de Santiago, como generalísima de su campaña en la segunda vuelta. Además, cometió un error al hacer comentarios acusatorios a Piñera que no pudo sustentar. Tiene a su favor la popularidad de Ricardo Lagos, quien la apoya.Por su parte, Piñera, sumado a su rival dentro de la derecha en la primera vuelta, Joaquín Lavín, tiene un punto de partida de casi 49 por ciento. Lavín aceptó ser gerente de la campaña de Piñera, quien no tiene el lastre de haber sido colaborador de Pinochet. Además, Piñera ha logrado atraer a varios líderes democratacristianos a apoyar su candidatura en la segunda vuelta. Esto le da una opción factible de ganarse el centro del electorado, que puede ver con temor la posición francamente izquierdista de Bachelet.En Bolivia la situación está ya más definida, aunque es más confusa. Allí no hay nunca segunda vuelta electoral debido a que la elección pasa al Congreso electo cuando ninguno de los candidatos saca la mitad más uno de los votos. De cualquier modo, la votación favorable a Evo Morales obtuvo un margen tan apreciable sobre el segundo candidato, Jorge Quiroga, que no resultó necesario esta vez que el Congreso escogiera. Pero la situación es más confusa porque hay muchos temas medulares envueltos y Evo Morales, que ni siquiera es bachiller, no parece tener el talento político para manejar la situación. Es muy probable que la oposición política y congresional dé lugar a serios conflictos ante el programa radical anunciado por Morales.Morales es fruto de los cocaleros del valle de Chapare, donde se crió y surgió a la vida pública. Tiene la intención de poner fin al programa de extinción de coca promovido y financiado por los Estados Unidos.Además, se ha proclamado aliado de Fidel Castro y de Hugo Chávez. Ha atacado a las empresas ''imperialistas'' que dominan la explotación de hidrocarburos, en particular el gas natural, del cual Bolivia cuenta con las segundas reservas en el hemisferio. No parece darse cuenta de que PETROBRAS, el mayor inversor extranjero en Bolivia, es una empresa estatal de su vecino socialista, Brasil. REPSOL lo es del socialista español Rodríguez Zapatero y YPF del peronista montonero Kirchner de Argentina.Además, hay una amenaza de secesión de los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija, precisamente por la cuestión de los hidrocarburos. Amenaza que la posición de Morales, lejos de atenuar, agrava. Pobre Bolivia.Es irónico que, en momentos en que el fracaso de Castro es evidente, todavía en la región haya líderes poniendo a Cuba como modelo de hacia dónde se dirigen.