SANTIAGO.- En la alborada de un nuevo año, los residentes en esta ciudad (la
segunda más importante del país y la principal de la extensa zona del Cibao)abrigan la esperanza de que el destino les depare un mejor futuro en todos los órdenes, acorde con sus necesidades y deseos de progreso. Conscientes de que el momento no es el más idóneo para mirar hacia atrás y dar paso a las recriminaciones, amonestaciones y resabios, los santiaguensesestán apostando a un por venir mucho más ceñido a la necesidad de que se produzcan buenaventuras individuales y genéricas, como parte de las bendiciones provenientes del cielo, a las que todos aspiran.
En un sondeo realizado en distintos puntos estratégicos de aquí, especialmente en concurridas áreas comerciales, a pesar de que las quejas recogidas son disímiles, se constató un deseo en común: que el 2006 sea un año tan positivo, que haga olvidar lo más pronto posible los traumas vividos en el que termina.
Los más variopintos anhelos hacen ebullición en las mentes de los santiaguenses pero, como es natural, el aspecto económico ocupa el primer peldaño, en la imaginaria escalera que habrá de conectarnos con el bienestar colectivo.
Así, el comerciante Manuel Morel, hace año establecido en una modesta tienda
localizada en el denominado “centro histórico” de esta ciudad, está deseoso de que suene el cañonazo que marque la diferencia entre el año viejo y el nuevo, pero no para iniciar una celebración como estilan los cristianos occidentales y de otras latitudes.
“Es para ver llegar a su culminación un año de tantas pruebas económicas fallidas, de tantas esperanzas desvanecidas y de tantas promesas políticas
incumplidas”, acotó Morel.
De su lado, Antonio Felipe, quien se gana la vida como canjeador de dólares, por los alrededores de las oficinas de correo local, tiene como principal anhelo para el año que se avecina, que la delincuencia callejera sea, sino erradicada, al menos controlado al grado máximo.
Y no es para menos. Aunque nunca ha sido víctima de los atracadores, se ha visto en la necesidad de asistir a entierros de colegas suyos, asaltados y asesinados por elementos que han hecho de los actos vandálicos sus modos de vida.
El arquitecto Frank Arias también tiene resolución para el año que se inicia el domingo: que las elecciones congresuales y municipales sirvan para comenzar a producirse cambios ostensibles, en lo que a la calidad, entrega y responsabilidad de las autoridades a elegir se refiere.
“Ojalá que sepamos aprovechar esta oportunidad y así elegir a verdaderos dominicanos en esos cargos, como una manera práctica de crear las cimientes donde se levante una patria más segura y organizada”, adujo Arias.