CARACAS – ¿Qué impulsó al cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara a dejar el apacible retiro que desde el año 1997 disfrutaba en su pueblo natal de Guiripa, en el estado central de Aragua? ¿Acaso deseos de incursionar tardíamente en la política o sencillamente fijar posición sobre la aguda crisis que aún sacude a esta nación sudamericana?
A sus 83 años, emerge con fuerza para denunciar que en su país no hay democracia y que el pueblo debe desconocer al gobierno del presidente Hugo Chávez, quien se apartó de la senda democrática desde hace bastante tiempo.
Así lo cree el religioso de mayor jerarquía en Venezuela, quien asegura que no desea liderar la débil dirigencia opositora local, “simplemente cumplo con mi deber de ciudadano de advertir que este país va por el mismo camino autoritario de Cuba”.
Nacido el 4 de septiembre de 1922, Rosalio Castillo Lara sabe lo que es estar cerca del poder. Salió de Guiripa en el 1940 y sólo regresó a Venezuela al cumplir 75 años, en el 1997. Su extensa labor pastoral e intelectual incluye estudios en Colombia, Italia y Alemania, además de un doctorado en derecho canónico y la participación estelar en un alto cargo en El Vaticano. El cardenal sudamericano era el “número tres” en poder y atribuciones en tiempos del papa Juan Pablo II, a quien le unía una fraternal amistad.
Actualmente es presidente emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica y es uno de los cardenales más influyentes de la Iglesia Católica.
El cardenal Castillo Lara recibió, en entrevista exclusiva, a El Nuevo Día en su residencia particular, una centenaria casona de arquitectura colonial, y en donde dedica largas horas a la reflexión y la oración. Una enorme foto del cardenal junto al papa Juan Pablo II preside la sala de reuniones.
¿Cómo cataloga la actual situación política de Venezuela?
Mi pensamiento sobre la situación de Venezuela lo he repetido muchísimas veces pues pienso que el ideal de Chávez es, como él mismo lo declaró, imponer en Venezuela un régimen como el que tiene Fidel Castro en Cuba. El se enamoró de Fidel Castro y no sé por qué razón y si se suma a esto su deseo de ser un héroe que va a liberar al continente del imperialismo americano, vemos que aquí hay una verdadera dictadura en el sentido de que todos los poderes están en las manos del Presidente y éstos son dóciles ejecutores de lo que él dice.
Empezando por la Asamblea Nacional, donde Chávez tiene una débil mayoría y se basa en ella para hacer una serie de leyes, algunas de ellas absurdas, que no tienen ninguna otra finalidad sino facilitar la tiranía de Chávez. Me refiero a las leyes en contra de los medios de comunicación, así como otros instrumentos jurídicos. Él ha controlado especialmente a la justicia, la tiene en sus manos.
Aquí hay una continua injusticia revestida de justicia. La gente de afuera no logra comprender lo que aquí pasa porque muchos dicen: ‘¿Cómo se ha permitido esto?’ Yo les digo que esto se ha impuesto a través del fraude, del engaño y, sobre todo, a través del dinero que le ha permitido (a Chávez) utilizar a gente que no tiene empleo y que está pasando hambre, a través de las llamadas “Misiones” (programas sociales) y con esto obtener una falsa popularidad. Pienso que Chávez no tiene popularidad y contra toda democracia se ha agarrado todos los poderes.
¿Qué otras instituciones estatales no le merecen confianza?
El Poder Electoral es una farsa, es una trampa. Ese Consejo Nacional Electoral fue electo provisoriamente por el Tribunal Supremo de Justicia, cosa que no era el órgano para hacerlo sino la Asamblea Nacional. Este CNE fue designado para organizar el Referendo Revocatorio del 15 de agosto de 2004. Allí prepararon un gran fraude; eso está documentado. Ellos no lo admiten y no han querido examinar las pruebas que se les han presentado. Yo pienso que todas las elecciones que ha organizado el actual CNE no tienen ningún valor porque él (Chávez) no perderá ninguna elección.
(El Cardenal incorpora otro tema que, a su juicio, se ha convertido en una enorme injusticia: la segregación a los ciudadanos quienes solicitaron la revocatoria al mandato de Chávez en el año 2004)
Creo que hay una tremenda y permanente injusticia que acompaña esa tiranía hacia los ciudadanos que no son chavistas, que son los ciudadanos que firmaron la solicitud del Referendo y que no son amigos de Chávez, son eliminados completamente de los derechos que tienen que recibir los ciudadanos, no de favores. Son las cosas más elementales como la cédula de identidad y se le niega. Un pasaporte no se consigue, cualquier cosa a la que se tenga derecho se le niega. Eso es una gran injusticia. Todas estas manifestaciones a las que me he referido me hacen afirmar que aquí (en Venezuela) hay una dictadura en la cual se quiere imponer un régimen castro-comunista, que tiene en su conciencia muchos crímenes, asesinatos, torturas, injusticias, y abusos. Cuando se hizo el Referéndum Revocatorio, aquí nos hizo mucho mal la actitud de (Jimmy) Carter, el cual con mucha ligereza salió aprobando los resultados del Referendo. No obstante, dijo que hubo muchas irregularidades en ese proceso; eso lo sabe todo el mundo. Después, los Estados Unidos lo aprobó (el resultado) casi inmediatamente. Yo se lo dije al embajador de los Estados Unidos en Venezuela; que ese fue un error grave. Ahora, se están dando cuenta de lo que realmente pasó…
En el país no chavista se tiene la percepción de que los dirigentes políticos de oposición no estuvieron a la altura de las circunstancias en la crisis del Revocatorio…
Yo no quiero juzgar a los políticos porque me parecería una ligereza de mi parte. Las personas no se pueden juzgar por bloques; hay algunos que han hecho cosas, otros que no han hecho. La realidad es que los partidos políticos venían muy mal y Chávez ganó las elecciones de 1999 por culpa de esos partidos y a pesar del 60% de abstención en ese año. Esto fue como consecuencia de la falta de unidad de los opositores, errores en la selección de sus candidatos presidenciales, entre otras cosas. Los partidos llegaron atemorizados a esas elecciones, rendidos ante el verbo de Chávez que amenazaba e insultaba. Y en los primeros tiempos de su Gobierno ellos no reaccionaron. Por ejemplo, se permitió que en la Asamblea Nacional Constituyente la mayoría absoluta quedara en manos del Gobierno, además se permitió que se suprimiera el Congreso para dar paso a la Constituyente.
¿Cómo un cardenal de la Iglesia Católica ya retirado ha incursionado súbitamente en la política? ¿Por qué cambió su apacible reposo por la aparición en el escenario público?
Yo he considerado eso un deber mío. Yo estuve fuera de Venezuela entre el 1940 y el 1997, por razones de trabajo. Quise venirme para darle a Venezuela mis últimos años de trabajo y me vine a este lugar donde yo nací y donde estoy por motivos sentimentales. Estoy muy ligado a mi pueblo. Ante esa situación, a mí me pareció que es mi deber como ciudadano venezolano protestar, más que como sacerdote u obispo, y denunciar las cosas: violaciones a los esquemas democráticos, entre otras. Lo seguiré haciendo pues ese es un derecho que tenemos los ciudadanos venezolanos.
¿Por qué ha sido tan tortuosa la relación entre la Iglesia y el Gobierno de Hugo Chávez, sobre todo después de abril del año 2002, cuando Chávez fue depuesto del poder por 47 horas?
El Gobierno es Chávez y él no admite ningún disenso sino la alabanza y la obediencia. Entonces, cuando cualquier ente discrepa y hace saber eso públicamente prácticamente se convierte en enemigo de Chávez. Yo he sido crítico de muchas cosas impulsadas por el Gobierno y eso no es un secreto, he dicho en otras entrevistas que el mandatario y sus ministros han usado los aviones del Estado y viajado por todas partes a ejercer presión política. Eso es inmoral y no se puede hacer. Como consecuencia de mis críticas, así como la de otros miembros de la Iglesia he recibido toda suerte de calificativos, que si estoy endemoniado y otras cosas. Eso era también para Monseñor (Baltasar) Porras y Monseñor (Roberto) Luckert. La Conferencia Episcopal Venezolana se reúne y examina la situación del país y sobre esa base da unas observaciones, muy diplomáticas y a veces demasiado suaves. Desafortunadamente, desde hace cinco o seis años estas observaciones han suscitado las iras de Chávez.
¿Qué opina sobre el impasse diplomático entre los Gobierno de Caracas y Ciudad de México?
Realmente me pregunto, ¿cómo puede un presidente de una República insultar a otro en un acto público? Chávez no ha pedido excusas al Gobierno de México y sólo ha remachado lo negativo, lo cual evidencia su gran ceguera. Pienso que si nosotros (Venezuela) entramos en una pelea con México tenemos todas la de perder. Pasa lo mismo si se plantea un escenario de confrontación con los Estados Unidos. Ese país no nos va a invadir, sólo basta poner una nave en las costas de Venezuela y unos cuantos misiles y acá se acabó la cosa. Yo pienso que fundamentalmente Chávez es un enfermo y un paranoico cuyo objetivo es el de ser el libertador de América.
El vicepresidente José Vicente Rangel ha dicho que los curas no deben inmiscuirse en asuntos políticos y prueba de esto es la expulsión del país del anterior Nuncio Apostólico, Monseñor André Dupuy, quien tuvo que salir de Venezuela antes de que se venciera su período en Caracas
Es falso que Monseñor Dupuy se entrometiese en los asuntos de Venezuela. Basta leer el libro de sus discursos que él publicó mientras estuvo en este país y se ve que no tuvo intromisión en la política. El asunto es que cualquier crítica, por justificada que sea, que se haga se convierte en una intromisión. Todo desde el punto de vista de este Gobierno.
El Gobierno acusa a la Iglesia católica de entrometerse en asuntos del Gobierno…
La Iglesia no interfiere ni se entromete. El que aplica esta política en varios países del mundo es Chávez. Él ha llamado al pueblo norteamericano a rebelarse contra Bush y se ha metido en todas partes, cosa que es pública y notoria. Se metió en Ecuador, ahora lo está haciendo en Bolivia… pero eso sí, que no lo toquen a él.
¿Usted cree que un escenario de violencia puede presentarse en Venezuela?
Todo es posible. Yo le rezo a Dios para que no sé de un enfrentamiento violento. Este Gobierno, en los años pasados, ha matado y torturado a mucha gente. Ha habido mucha gente muerta directamente por la policía, otro por la gente de ellos (chavistas). Hay que tener presente que una de las cosas que hizo el Gobierno fue la de armar a eso que llaman los círculos bolivarianos. Sé que algunos de estos grupos son buenos pero otros, sobre todo en Caracas, son pandillas armadas.
¿Cómo se percibe en El Vaticano la situación de Venezuela? ¿Hay preocupación por este país?
Sí, por supuesto. Ellos conocen la situación pero, lógicamente, no quieren un enfrentamiento directo con el Gobierno porque eso podría traer consecuencias peores. Saben que no pueden interferir porque se trataría de una cuestión de tipo político.