LA HABANA.-EN el último lustro, la situación de las repúblicas latinoamericanas ha cambiado sustancialmente en lo económico y político, al empuje y concientización de los pueblos. De Norte a Sur, los gobiernos progresistas se han instalado por decisión popular.
Uno de los primeros cambios lo protagonizó la Revolución Bolivariana con el presidente Hugo Chávez al frente, quien luego de sortear sabotajes, guerra mediática, golpe de Estado y hasta su propio secuestro, fue ratificado democráticamente varias veces y logró consolidar una revolución popular que hasta el momento ha traído cambios radicales para el pueblo venezolano en la salud, la alimentación, el reparto de tierras, la erradicación del analfabetismo y varios acuerdos internacionales que abarcan la comercialización del petróleo y sus derivados, así como programas de salud con todo el continente americano como la Operación Milagro, impulsado por Cuba, gracias al cual se han intervenido hasta el momento a 100 000 pacientes que recuperaron la vista.
Brasil, con el presidente Lula y su Partido de los Trabajadores, ha avanzado en lo político-social, se recuperó la economía, a tal punto de haber cancelado recientemente una deuda con el Fondo Monetario de 15 800 millones de dólares pero, a pesar de algunos cambios favorables, no ha logrado hasta ahora satisfacer todas las expectativas de los millones de pobladores del gigante del Sur. El mayor enemigo para una mejoría más rápida lo constituyen las oligarquías y el alto nivel de corrupción que se ha ido acumulando a través de casi dos siglos. Pero ha sido un paso de avance.
Otro de los buenos resultados de esta creciente integración latinoamericana lo es el rechazo al ALCA, auspiciado por el Gobierno de EE.UU, que tuvo su momento culminante y definitivo en la Cumbre de Mar del Plata, Argentina. Este proyecto estadounidense, plagado de defectos —a su favor— de haberse aprobado hubiera significado la muerte económica de todos los países involucrados, como le sucedió a México en el sector campesino.
En su reemplazo surgió el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas) auspiciado por el presidente Chávez de Venezuela.
A nombre del ALBA, en todo el año 2005 se firmaron convenios de Norte a Sur, por petróleo, gasoductos y refinerías y se multiplicaron las importaciones-exportaciones entre las repúblicas del continente.
La asunción de Nicanor Duarte al Gobierno de Paraguay dio la esperanza a su pueblo de un posible cambio. Luego de muchos años de una férrea dictadura y gobiernos entreguistas, esta esperanza aún no se ha hecho realidad. El pueblo sigue más o menos en las mismas condiciones en cuanto a educación, salud, vivienda y alimentación. El yerro mayor quizás del presidente Duarte fue facilitar el territorio nacional al libre tránsito de tropas del ejército de EE.UU., con una impunidad aceptada. De todos son conocidos los planes de EE.UU. para sentar más bases en Latinoamérica e ir así afianzando su dominio de pueblos y economías.
Desde que les fue dada la autorización de entrada, los soldados norteamericanos se han afincado en el corazón mismo del continente, en la zona de la triple frontera: Paraguay, Argentina y Brasil.
El reforzamiento del MERCOSUR con la entrada de Venezuela es importante.
En Chile, por primera vez en la historia, una mujer, Michelle Bachelet, es la casi segura ganadora en la segunda ronda de elecciones nacionales, que se realizará el 15 de enero del 2006. De extracción socialista, pudiera no ser más que la continuidad del gobierno del actual presidente Lagos. No hay expectativas.
En Uruguay, en noviembre del 2004 el pueblo dijo “basta” y prácticamente eliminó de la arena política al Partido Colorado, tras casi un siglo de gobierno y el Frente Amplio con una coalición de más de veinte grupos políticos, se llevó el triunfo en las urnas, con el socialista, doctor Tabaré Vazquez como presidente, con una mayoría de 51%, porcentaje que ha aumentado hasta el 62% actual.
El programa de gobierno de Vázquez, de 116 puntos, se va cumpliendo poco a poco. La tarea prioritaria fue la creación del PANES (Plan de Atención Nacional a la Emergencia Social), un programa para eliminar el hambre en la población con menores ingresos, así como proveer vivienda y educación, con un fondo inicial de 200 millones de dólares.
En Argentina, luego también de cruentas dictaduras y gobiernos corruptos, asumió la presidencia Néstor Kirchner, político honesto y valiente. El país, que estuvo al borde de la bancarrota con el conocido "corralito" y la corrida bancaria, ha recuperado su economía al punto de haber cancelado hace pocas semanas la deuda con el Fondo Monetario por 9 800 millones de dólares. Aún le quedan al gobierno muchos problemas sociales por resolver pero es seguro que lo lograrán poco a poco.
En abril de este año serán las elecciones en Perú, donde el presidente Alejandro Toledo ha gobernado con un porcentaje ínfimo del l0% de aprobación popular.
Sin duda alguna, el resultado político más resonante en la historia del continente americano lo dio el día 18 de diciembre el líder Evo Morales, dirigente del Movimiento al Socialismo, MAS, entrando a la historia como el primer ciudadano indígena en llegar al gobierno de su país, con el 54% de aprobación popular.
Poco se ha hablado sobre sus propuestas para el desarrollo de Bolivia. Resulta particularmente interesante su visión sobre los recursos naturales.
Morales y su plataforma han cuestionado la política estatal hacia los inversionistas, respecto al manejo de las riquezas naturales. Evo propuso un proceso regional de unidad que tenga como eje el manejo estratégico de los recursos.
La movilización de los bolivianos ha dado pasos interesantes en esa dirección. En el caso del agua y siguiendo el ejemplo de Uruguay, se generaron acciones en contra de contratos privados de Aguas de Illimani y a partir de ahí obligaron al entonces presidente Mesa a cancelar el contrato con la multinacional francesa.
También fue intenso el debate en torno a la Ley de Hidrocarburos, en el cual se buscó definir cuáles son las reglas para que las compañías pudieran explotar este recurso en Bolivia. El eje de la discusión siempre apuntó a que las compañías pagaran mayores impuestos al Estado por la explotación de este recurso. A partir de este año, se estima que Bolivia recibirá unos 600 millones de dólares anuales de promedio, contra los casi 200 que percibía hasta ahora. Son cifras enormes, en un país con un producto interno bruto de sólo $ 8 100 millones y una deuda externa de poco más de $ 5 000 millones.
Dos son los problemas principales que debe afrontar el nuevo gobierno boliviano, la división política y la injerencia sin disimulos del Gobierno de EE.UU.
Para el 2 de julio del 2006 se vislumbran las elecciones en México, cuyos 60 millones de habitantes expresarán su voluntad, en un acto electoral donde se ha informado que el gobierno invertirá 400 millones de dólares —las elecciones más caras en la historia de México— y donde Andrés Manuel López Obrador aparece como el candidato con mayor apoyo popular. Por primera vez también, los mexicanos residentes en el exterior podrán ejercer su derecho al voto.
En América Central la situación para sus pueblos no ha cambiado, sus gobiernos continúan sujetos a la influencia norteamericana, a su injerencia. EE.UU. mantiene su presión sobre éstos para comprometerlos a firmar el Tratado de Libre Comercio. Honduras y Guatemala lo han ratificado; Costa Rica y El Salvador están en espera de la aprobación por sus parlamentos. La mayor resistencia de los pueblos centroamericanos radica en el hecho de que no han sido consultados por sus gobiernos, quienes han hecho las negociaciones a sus espaldas.
En Nicaragua, en el 2006 habrá elecciones y los sandinistas apuntan como favoritos.
Ecuador está a la espera de sus elecciones populares, luego del derrocamiento —tercero en línea— del último presidente, Lucio Gutiérrez. La población indígena está organizada y unida, lo que le da la fuerza suficiente para buscar a través del sufragio un gobierno que vele por el bienestar del pueblo.
Colombia presenta serios problemas sociales que se vienen arrastrando desde los mismos orígenes de la república, rivalidades políticas, asesinatos políticos, carteles de la droga, guerrillas, paramilitares, y lo peor de todo, el asentamiento del ejército de EE.UU., con la excusa de combatir el narcotráfico, por considerar a ese país el mayor exportador de estupefacientes hacia Norteamérica.
De esta forma, EE.UU. se introdujo en Latinoamérica por Colombia, bases en Ecuador y últimamente en Paraguay, aunque el gobierno diga que es por tiempo limitado y que no habrá bases, de hecho, las hay, con enormes pistas de aterrizaje y toda clase de armamentos. El futuro de Colombia es complejo.
Todo esto viene ocurriendo a contrapelo de los “esfuerzos diplomáticos” de los flamantes subsecretarios de Estado norteamericanos para América Latina, Otto Reich y Roger Noriega, que en gloria imperial estén.
No hay duda, Latinoamérica va, los pueblos se unen y luchan por un cambio hacia un mundo mejor. El panorama general es optimista, llevará muchos años aún, pero los pueblos ya lo saben, que la globalización neoliberal es una condena, que los gobiernos entreguistas causan el estancamiento social y económico de los países y que solamente con la plena participación popular podrán algún día ser completamente libres en su máxima expresión, cultural, económica, en educación y salud, en tierra y vivienda.