No por los resultados, sino por el consumado interés de destronar al PRD del control del Congreso Nacional, el Presidente Leonel Fernández ha dado demasiado de su ocupado tiempo, en su condición de Jefe del Estado, para sentarse a conversar y/o discutir la posibilidad de una alianza con el dirigente político Hatuey De Camps.
Pese a que no se llegó a ningún acuerdo en concreto, se puede calcular que por el solo hecho de celebrarse ese encuentro, y por el tiempo que se extendió (cinco horas), el presidente del PRSD ha resultado ganancioso. A cualquier político le gustaría tener una conversación de cinco horas con el Presidente de la República.
Está a la vista de todos que el presidente Fernández puso demasiado empeño en tratar de acercar a De Camps y su organización política a la coalición de partidos aliada al PLD, pese a las posiciones en contra desde ese litoral. De ahí que él mismo decidiera participar en los encuentros con el presidente del PRSD, y no declinar en dirigentes de su confianza como Danilo Medina, Reinaldo Pared Pérez, entre otros.
Aún como líder político (si no se le quiere ver como Jefe de Estado en el caso en cuestión), Fernández se excedió al dedicar cinco horas de su ocupado tiempo en procura de concertar una alianza con un partido que todavía no goza del prestigio de tener representación en todos y cada uno de los municipios y/o distritos municipales del territorio nacional.
Esa alianza podría resultar incómoda si llegara a materializarse, pero no solo por la rabieta de Vincho Castillo contra Hatuey De Camps, sino porque este último es un político que tiene bien definidas sus aspiraciones en cuanto a tratar de llegar al poder, pero a la vez sortear todos los obstáculos que se puedan presentar con tal de convertir el PRSD en una fuerza política de primer orden.
Entre Leonel Fernández y Hatuey De Camps hay un punto en común: ambos quisieran ver materializado en mayo 16 la derrota electoral del PRD. Pero a la vez que esa organización política no pueda sellar una alianza con el PRSC con miras a las elecciones congresionales y municipales.
Y en esos afanes de querer quitar el control del PRD en el Congreso y los ayuntamientos, Fernández se la hajugado al extremo de tomar posición beligerante frente a sus aliados naturales, como en el caso del doctor Marino Vinicio Castillo, de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), y desde hace muchos años acérrimo contrario del licenciado De Camps.
Pero hay que tener bien en claro que en política los amores pueden ser cosa efímera y pasajera. Esto porque hablando en términos reales, y dejando lo coyuntural de lado, en términos electorales el PRSD está muchas veces por encima de la FNP, que en comicios anteriores su fajo de votos no ha pasado de un 3% del total.
Pese a los desacuerdos del momento, todavía el oficialismo puede hacer intentos con miras a tratar de engrosar las simpatías a su alrededor. Y De Camps, con todo y su glamour de querer considerarse como el abanderado de una tercera fuerza política, y a pesar de las contrariedades de Vincho, aún puede ser llamado nuevamente a la mesa de negociación.