Santo Domingo.-La Policía tendrá que hilar fino para dar con el paradero de los asesinos materiales e intelectuales del mayor de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD), Manuel HerrÁn Mancebo, cuyo caso se complica a medida que pasan las horas.
En principio se creía que los autores eran narcotraficantes a los cuales el oficial había enfrentado en el sector de Invivienda, del municipio Este de la capital, donde residìa, pero nuevas pistas comenzaron a aparecer, desde que incluso se dijo, que por el escenario del crimen, en la autopista de San Isidro, se vio a "fantasmas" vestidos de militares.
“Hubo militares que presenciaron el crimen”, dijo una fuente policial apoyándose en testimonios de personas de los alrededores.
PrÓximo al lugar, justo al frente de la vìa en cuya entrada cayò abatido el oficial y que conduce a la zona Franca de Hainamosa, hay ademàs un recinto policial conn una dotaciòn apreciable aunque depende de una direcciòn central en Invivienda.
La muerte de Herràn Mancebo estuvo precedida, además, de varios incidentes, entre ellos, uno con una mujer y otro con un patanista al que el oficial le propinó algunas trompadas, situación que hace más complejo el panorama en el que actúan los investigadores policiales dirigidos por el general Rafael Oscar Bencosme Candelier.
Mientras el jefe de la Policía, mayor general Bernardo Santana Páez, promete que el caso será resuelto, familiares del asesinado oficial militar, afirman que detrás del crimen hay manos poderosas.
HABLAN LOS FAMILIARES
Así lo cree incluso la propia madre del oficial, señora Fleuris Mancebo de Herrán, quien afirma que la muerte de su último hijo le ha causado mucho dolor, señalando estar destrozada por dentro pero no vencida”.
Implora a Dios porque haya justicia ante el asesinato inesperado de que fue víctima su vástago y expresó que su rabia más fuerte es de impotencia al no poder actuar en contra de los victimarios, que según su corazonada, cumplían ordenes de poderosos.
Dice que su hijo más pequeño soñaba con un mando militar desde que tenía dos años y a cuyo rango como oficial superior alcanzó por su propio esfuerzo.
Lo califica como valiente y “criado en las doctrinas del Señor”, ya que se trata de una familia cristiana. “Yo le he pedido a Dios que me seque mis lágrimas y que me permita continuar, para que si no hay justicia en la tierra, confío que haya justicia divina”, expresa.
Afirma que el dolor que siente una madre por la muerte de su vástago es propio de ella en estos momentos, “pero ese dolor será de otro, porque esa justicia Divina me va a hacer justicia”. Indica que se encontraba trabajando como enfermera en uno de los grandes hospitales en Nueva York, cuando recibió la noticia sobre la muerte de su hijo.
De su lado, Libertad Herrán Mancebo, hermana mayor de la víctima, expresa que éste se había criado con él y su esposo, el ingeniero José Polanco, desde cuando el oficial contaba con ocho años. “El decía que mi esposo era su papá y yo su mamá”, manifiesta.
Dice que sus padres habían emigrado a los Estados Unidos en ese entonces. Con dificultad para poder hablar sobre su pariente, afirma que no puede pensar en la posibilidad de que nadie pudiera hacerle daño a Herrán Mancebo, porque “a mi hermano lo quería todo el mundo”, tras calificarlo como un ser noble y caritativo.
Expresa que Herrán Mancebo ciertamente tenía un carácter difícil, pero era una persona popular.
Eliberty Polanco Herrán sobrina del mayor Herrán Mancebo niega la versión de que éste fuera recio con supuestas bandas del narcotráfico que operaban en el barrio donde residía con su esposa, Maibé Guerra Polanco, en Invivienda.
“Eso es mentira”, enfatiza Polanco Herrán, quien cuestiona el hecho de que las personas que mataron a su tío, contaran con armas automáticas. “Yo quiero que agarren la gente que los mataron y que se dejen de decir que fueron personas del narcotráfico porque a él no lo pueden comparar con nadie, puesto que así como era en su trabajo era con su familia”, expresa.
Al preguntársele, entonces, de quién consideraría habría sido el victimario, dice no saber, “pero es una gente mucho poder, una gente que tiene de donde sacar”.
Afirma que no tiene ninguna idea, porque a su parecer no existe ninguna razón lógica para que éste haya sido una víctima de la naturaleza del crimen que fue.
Además de su hermana mayor, Herrán Mancebo contaba con otros dos hermanos, Crescencio Herrán Mancebo, quien es agente federal en los Estados Unidos; Elide Herrán Mancebo, gerente de ventas en Tavarez Industrial; mientras que su padre, Manuel Herrán Ortiz, oriundo de España, fue uno de los inmigrantes que llegaron al país durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.