Lima Perú.-Con un vigor y una locuacidad acaso aprendidos en el Palacio de Miraflores (Venezuela), el candidato Ollanta Humala se presentó ayer en el hotel Sheraton para contar los detalles de su reciente y controvertida visita al presidente Hugo Chávez, y delinear las matrices de su hasta ahora desconocido plan de gobierno.
Sin embargo, las ideas que Ollanta ventila con orgullo no parecen sintonizar con las de algunos analistas locales consultado por el diario El Comercio, que discrepan con el líder nacionalista y candidato de Unión por el Perú (UPP) por encontrarlo, digamos, desfasado.
Una de las propuestas esbozadas por Humala es la de una integración latinoamericana fundada en el pensamiento chavista. "Quiero que Uruguay, Argentina y Brasil también sepan de mi voluntad de integración política, económica y social", comentó el comandante (como suele presentarse).
Para el internacionalista Fabián Novak esa voluntad de la que Humala se ufana peca más bien de difusa. "La integración no es un fin en sí misma si no tiene objetivos claros. Si lo que Humala propone es una integración basada en el autoritarismo, en la violación de los derechos humanos y de la propiedad privada, creo que es un proyecto que rechazará la mayoría de peruanos".
Otro experto, Ernesto Velit, entiende que la integración regional debe seguir un formato muy diferente del que traza el candidato presidencial de UPP.
"A fines del 2004, en Cusco, se acordó empezar la construcción de la Comunidad Sudamericana de Naciones, y se habló de la necesidad de integrar el Mercosur con la Comunidad Andina. Esos, para mí, son los modelos de integración subregional que deberíamos alentar, porque están totalmente alejado de pretensiones ideológicas". Velit ve en el plan de Ollanta un secreto elemento divisionista, porque está "teñido políticamente", lo cual pone en peligro la aceptación del resto de países.
EL ASPECTO ECONÓMICO
En otro momento de su acalorada y concurrida conferencia, Humala se refirió a dos medidas económicas que él asume como urgentes: 1) la creación de impuestos a la 'sobreganancia' de las empresas privadas, y 2) la revisión de contratos con algunas de ellas.
En conversación con El Comercio, Humala señaló ayer que la Constitución vigente (1993) "es delincuencial porque da en bandeja la extracción de las materias primas a la inversión privada y no permite la revisión de contratos que perjudican al Estado". Luego adelantó que viene estudiando "la posibilidad de presentar al Congreso una fórmula para debatir la revisión de contratos petroleros y mineros".
Consultado al respecto, el abogado José Luis Sardón –director ejecutivo de la Sociedad de Economía y Derecho de la UPC– calificó esas iniciativas de populistas.
"De la famosa 'sobreganancia' puedo decir que es una propuesta absurda, porque no hay nadie que pueda establecer un límite y decir a partir de qué monto se considera 'ganancia' y a partir de cuál otro hay 'sobreganancia'. No hay, ni puede haber, un criterio estadarizado para definirlo. Sería muy arbitrario".
Sardón explicó, además, que la de Humala es una lógica que pretende castigar a los más exitosos, premiar a los mediocres y ahuyentar a los inversionistas. "Es una propuesta basada en la envidia, inviable, y contraria a un buen sistema tributario, con impuestos neutrales".
Sobre la revisión de contratos, recordó que esa es una medida "populista, que viola el artículo 62 de la Constitución, que establece que los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes".
RECORDANDO A VELASCO
Respecto de las reivindicaciones velasquistas de que estuvo salpicado el discurso de Humala, el sociólogo Gonzalo Portocarrero dio la siguiente lectura. "La figura de Velasco es controversial. Su modelo económico fue un fracaso pero de ninguna manera se podría ignorar su dignificación de los de abajo".
Portocarrero entiende el nacionalismo como una ideología integradora que puede fundamentar acciones democráticas o autoritarias, pero que no debe ser encarnada exclusivamente por Ollanta. "Consolidar un nacionalismo democrático supone arreglar cuentas con el pasado; admitir nuestro racismo. Y esa tarea no debería ser dejada al Humalismo sino que tendría que ser compartida por todos".