El Programa de Seguridad Democrática debe ser respaldado por la ciudadanía. El tema de la seguridad ha aparecido como una de las preocupaciones de los dominicanos y dominicanas en todas las encuestas.
La seguridad es un asunto de Estado y como tal debe ser tratado por las presentes autoridades.
El experimento del barrio Capotillo al parecer ha dejado buenos frutos. Al menos, los grupos sociales de allí reconocen que viven más tranquilos.
De ahí que sea positivo que el programa haya sido extendido a otros doce barrios de la capital. Se dirá que la violencia afecta al país entero, pero es saludable que se ataque a los principales focos.
El Presidente Leonel Fernández ha entendido que ese es un problema que su gobierno tiene que encarar. Y lo ha comenzado a hacer a su estilo, pero ha comenzado y es lo que importa.
El propio presidente Fernández debe de evitar que este programa, no se politice, como decimos, sino caiga en los enfoques sectarios del partidismo criollo.
Los funcionarios de su Gobierno deben de colaborar para que eso no ocurra, así como las demás instancia de poder y la oposición política al régimen.
Ahora bien, lo que hay que impulsar como parte de este plan, son programas de educación, fomentando centros de formación técnica en esas zonas.
Se debe incentivar allí además la pequeña empresa, otorgándole facilidades crediticias y asesoría gerencial y de mercadeo para sus productos. Hay, necesariamente que producir una revolución en esos barrios y eso no ocurre de un día para otro.
De ahí que al Programa de Seguridad Democrática sea imperiosa la integración de todas las instancias del Estado, para que no se vea como una iniciativa meramente policial y de un Gobierno que ahora anda detrás de unos votos para retener uno que otro cargo.
Saludemos pues esta iniciativa, para que la tranquilidad reine en esos barrios, y no en la delincuencia.
Ojalá que ese programa llegue a Los Mina y a Herrera.