Para completar el artículo anterior sobre el poder de las ciencias forenses en la lucha por los derechos humanos, deseo continuar con un tema casi implícito para el lector, y casi un deber para mí, que he visto de cerca esta realidad, la cual debemos ponderar con cautela, a la hora de averiguar lo que pasa en esta materia. Y tiene que ver con el importantísimo tema de las muertes bajo custodia en un emplazamiento de cumplimiento de condena, y su correspondiente valor medicolegal.
En todas las prisiones del mundo mueren muchas personas, a pesar de las normas internacionales que protegen a los detenidos en establecimientos de cumplimiento de condena; a pesar de que existen reglamentos establecidos por la ONU, sobre tratamiento a los reclusos. Cuando se conoce de la muerte de un interno se debe realizar una minuciosa investigación forense, que incluya la autopsia, para establecer si se ha tratado de un suicidio o de un homicidio.
También es necesario tomar en cuenta si la muerte que se ha suscitado guarda relación con alguna enfermedad o posible envenenamiento y, sobre todo, tortura. Es por eso que el médico visitador de presos, debe de examinar a cada interno, tan pronto como sea posible, al ingreso en la prisión, para que las autoridades no puedan alegar que llegó en malas condiciones físicas, y puedan negar la existencia de tortura, si la hay. Es aún más importante, que los médicos no expidan constancias de defunción falsas.
La forma en que los internos mueren en una prisión es muy diversificada; van desde la causa natural, especialmente súbitas y repentinas, en forma de suicidio u homicidio, debido al proceso mortificador del encierro, que unas veces crea en el interno un estado depresivo o agudas tensiones y conflictos, o por el exceso policial de los guardias.
Algunos fallecen por accidentes, sobre todo con traumas eléctricos, producido por el desorden imperante en esos lugares infortunados, con instalaciones físicas semejante al infierno de Dante.
También es característico en las víctimas reclusas la muerte por asfixia, casi siempre tras producirse el motín en la que el fuego es el elemento que nunca falta, pues, es la única forma de los reclusos poder advertir a la sociedad, al fiscal, de lo que allí está aconteciendo. La muerte por asfixia, se produce rauda a consecuencia de inhalar gran cantidad de monóxido de carbono, producto de la combustión de gases. En la jerga carcelaria, los prisioneros emplean la expresión de submarino seco, que es una bolsa de plástico con cemento, o cualquier otro material seco en la quese obliga al recluso a meter la cabeza con intento de torturarlo; ysubmarino mojado, cuando hay que meter la cabeza en un balde de agua, orina, o cualquier sustancia líquida, para ahogarlo total o parcialmente.
En los casos de muerte por ahorcamiento y por estrangulación a lazo, el médico forense va a establecer diferencias. Es más difícil matar a unapersona por ahorcamiento, sin que en este acto la víctima no se defienda; encambio, una persona puede acercarse a otra por detrás y estrangularla. En elahorcamiento existirán marcas de la cuerda en la parte alta del cuello, y el rostro estará pálido. En los casos en que el rostro se muestre blanco, es
que la compresión de oxígeno es totalmente completa, y azul cuando la compresión permite pasar un poco del oxígeno. Hay menos fracturas de huesos en el ahorcamiento que en la estrangulación. En la estrangulación es más característico encontrar la huella en el cuello, en la parte baja, usualmente horizontal; el rostro aparece congestionado y puede haber sangrado en la boca u oídos. Además de que puede observarse violencia en el sitio, como si se hubiera producido un combate.