Recorrer las carreteras y calles del Sur y ver sus montes y montañas "peladas", contrastan con la amabilidad de su gente, las cuales hacen un gran esfuerzo por mantener una dignidad que ni siquiera la más adyecta de las miserias ha podido erradicar.
Es cierto que el Sur ha mejorado su infraestructura en carreteras y caminos, escuelas y otros servicios públicos.
Sin embargo, el descuido por la foresta y la capa vegetal de sus montañas y lomas, así como aquellas que rodean los ríos, arroyos y afluentes, esta acabando no solo con los bosques que aun quedan, sino con la posibilidad extraordinaria de que esa región se convierta en una potencia en el área del turismo ecológico.
A pesar de que el país, en sentido general es afectado por la depredación inmisericorde de sus bosques, es en el Sur donde esa situación se hace sentir con más fuerza.
Por qué, si la cubierta forestal del país se ha ido reduciendo drásticamente, al pasar de un 85 por ciento en l909, a un 69 por ciento en l940, y de un 26 por ciento en l967 a un 13 o un 8 por ciento en l990, según informa la Organización para la Agricultura y la Alimentación –FAO-, en uno de sus informes sobre la situación forestal de la República Dominicana.
De acuerdo con ese informe, para l990, el país perdía unas 32 mil tareas anualmente, a causa de los incendios forestales.
Sin los datos sobre la situación de la deforestación del país son tan alarmantes, se pueden imaginar los números referentes al Sur, donde tradicionalmente y por razones particulares, la deforestación siempre ha sido mas acentuada que en otras zonas del país.
La República Dominicana posee unas l08 cuencas hidrográficas con 600 cursos de agua en sus manifestaciones de ríos y arroyos.
Sin embargo, el 80 por ciento de esos ríos y arroyos está afectada por una grave degradación y erosión de los suelos.
La práctica del conuquismo como forma de agricultura le asestó un duro golpe a la foresta, principalmente en la región Sur, donde la falta de conciencia de los campesinos ha provocado graves daños a la ecología, y a su propia supervivencia.
A pesar de que hace más de 30 años que el país cuenta con unos doce Parques Nacionales, no fue hasta l996, cuando se produce el decreto 233-96, y mediante el cual se inicia la aplicación de las normas de la Unión Mundial para la Naturaleza, referente a clasificar el territorio nacional en reservas científicas, parques nacionales, monumentos naturales, refugios de faunas silvestre y vías panorámicas entre otros.
A la falta de conciencia de nuestros campesinos, abonada por la necesidad de alimentarse y subsistir, a une la cercanía del Sur con la vecina nación haitiana, donde la desertificación es la norma.
Es por ello, que luego de esa radiografía de la situación de la foresta del país, y lamentando que no se tomen en cuenta las bellezas naturales que aun quedan en el país, y en especial en el Sur, no se tomen medidas drásticas para reforestar esa importante región del país.
A modo de reflexión, podríamos preguntarnos, por qué nuestras Fuerzas Armadas no son utilizadas, junto a los cientos de miles de estudiantes secundarios y universitarios dominicanos, para reforestar nuestras lomas y montañas, en lo que podría ser el cumplimiento de muchos de sus créditos, y otros en forma de pasantia.
Por qué no se instituye en nuestros códigos penal y civil, el cumplimiento de penas que conlleven la siembra de árboles en las zonas donde están situados los centros penitenciarios.
Pero además, por qué, no se toma en su justa dimensión, el caso de la deforestación, y el gobierno llama a una jornada permanente de siembra de árboles en todo el territorio nacional, en especial en nuestras montañas y lomas.
Que esa jornada de voluntarios se haga permanente, y con el compromiso de todos los partidos políticos e iglesias, sin importar su ideología ni sus creencias religiosas, solo con el norte de salvar la patria.
Por qué no lo hacemos.