Egocéntrico, narcisista y paranoico, Agca está convencido de que el ataque al Papa estaba inscrito en su destino, dice una de las mujeres que más lo conoció, Anna Maria Turi. Ahora, recién salido de la cárcel, el turco se prepara para ser guía espiritual de un movimiento religioso: "Yo no soy Dios, no soy el Hijo de Dios, sino un ángel en forma humana".
El 13 de marzo de 1981, el turco Mehmet Alí Agca sintió que había llegado el momento de cumplir con el designio tatuado en su destino. Ese día haría realidad el fatal oráculo que había construido en su mente enferma: dispararle al máximo representante de Dios en la tierra y redimir su alma.
La periodista italiana Anna Maria Turi fue una de las mujeres que más conoció a este hombre que casi acabó con la vida del Papa Juan Pablo II y que fue liberado este jueves, tras 25 años de cárcel.
Luego de visitar varias veces a Agca en prisión para escribir su única biografía conocida, Turi está segura de que tras el atentado al Papa hubo un grupo organizado, que se aprovechó de los delirios del turco, a quien define egocéntrico, narcisista y con claros delirios paranoico-esquizoides, para intentar asesinar al Pontífice. Hoy, desde Italia, abrió sus recuerdos, sacó las cartas que Agca le escribió y quiso dar la versión de un crimen que incluso fue reconocido como uno de los tres "secretos" de la Virgen de Fátima y que aún no es develado del todo.
-¿Cuál fue su primera impresión cuando conoció a Alí Agca?
-Al verlo de cerca fui golpeada por la diversidad de su aspecto respecto de las imágenes difusas del diario y la TV. Más alto, con una cierta fiereza en el talante, la joven pantera de hace un tiempo ya no tenía ni maneras ni expresiones agresivas. Por el contrario, era cortés, atento en la búsqueda de palabras pronunciadas con tono cuidadoso; con el tiempo había producido un cierto trabajo sobre sí mismo. En 19 años de detención en Italia fue siempre un detenido modelo, no creando jamás problemas. En la vida de la prisión, aparecía como un hombre modesto, parco, atento. Daba vueltas vestido eternamente de azul, con una camiseta gruesa de ese color, no nueva, pero extremadamente limpia. Así, si uno olvida sus crímenes, Alí es verdaderamente fascinante. Si no por todo esto que digo, también por su inteligencia.
-¿Cómo es su personalidad?
-En él están los rastros de la fragilidad nerviosa de las personas demasiado inteligentes, enfrentadas a una infancia y a una adolescencia con durísimas pruebas. En su caso, es importante también su ingreso a la facción de los Jóvenes Idealistas, una franja de los "Lobos Grises", con todo aquello que siguió: una experiencia que debe haberlo marcado psíquicamente para siempre. Agca es también un egocéntrico que rinde culto idolátrico a su propia imagen. Cuando era llevado a la TV, tomaba todos los cuidados para que en torno a él no hubiese nadie más: todo y todos podían hacerle sombra. Mis dudas van por su capacidad de emocionarse verdaderamente y también de amar. Por ejemplo, nunca le preguntó a su hermano Adnan, que era la única persona que anualmente iba a visitarlo a la cárcel, noticias de sus propios hijos.
-¿De qué forma inició usted los contactos con él y por qué?
-Además de ser una periodista que se ocupa de actualidad y religión, soy también una investigadora en el campo de las particularidades psicológicas. Por todas estas razones, quise conocerlo y le pedí al Ministerio de Gracia y Justicia la posibilidad de visitarlo. Sólo a mí se me concedió hablarle sin límite de tiempo.
-¿Cuántas veces se reunió con él?
-Me junté con Alí en el primer semestre de 1996, en la súper cárcel de Montacuto, en Ancona, casi todas las semanas.
-¿Cómo era su vida en la cárcel?
-En esta súper cárcel, Alí tenía una pieza suya y era un solitario. Sociabilizaba sólo cuando jugaba a la pelota. Estuvo siempre bajo máxima vigilancia y con censura de correspondencia.
Atentado: ¿un complot católico?
-¿Qué elementos de su vida influyeron para concebir el atentado al Papa?
-No sólo los sufrimientos en su infancia; pobreza, muerte del padre, trabajo pesado desde la edad de 10 años, lo llevaron a concebir el atentado al Papa. Quizás, como él mismo dice en sus memorias, la primera idea de este crimen fue suya, cuando estaba en prisión en la cárcel turca por delitos cometidos en su país.
-Toda su vida estuvo marcada por eventos importantes, su familia vivía en una casa de barro sin ventanas, su padre murió en una mina sin que el cuerpo fuera devuelto a sus queridos; el enrolamiento en una organización extremista cuando recién había ganado el concurso para entrar en la universidad. Su vida fue un verdadero calvario y se nutrió del sentimiento del odio.
-¿Hubo otras personas o bandas organizadas detrás de este atentado?
-Alí ha contado el día del atentado con mucho detalle, en cuanto a sentimientos y emociones. Ciertamente ha callado sobre sus cómplices, pero él mismo ha recomendado "lean cien veces esta página". Ha querido decir que en ella hay tantos detalles, tantos matices, que si se recogen uno puede ser iluminado.
-¿Qué cree usted?
-Me viene la extraña idea, imposible de probar, que en el complot contra el Papa hubiera entrado una cierta franja extremista católica que por algunos decenios hizo propaganda en el mundo y también en Turquía, basándose en las revelaciones de Fátima y llamando al Papa "mensajero de Satanás". Poseo documentación sobre esta propaganda.
-O sea, no actuó solo…
-Agca, como he dicho, quizás concibió por sí mismo la "genial" idea del atentado, pero luego esta idea fue tomada y organizada por otros, haciendo de él un instrumento, basado psicológicamente en su egocentrismo, en su exaltación, su narcisismo. Con ello, Agca reivindica toda la paternidad del crimen. Cuando Alí Agca dice que esto fue una obra suya, dice la verdad en el sentido psicológico.
-¿Está lúcido o es un loco?
-Cuando entré a la cárcel, la primera cosa que pregunté fue si existía un peritaje sobre las condiciones de la salud mental de Agca. Se me respondió que no. Si hubiera sido así, según yo, Agca debía ser atendido. Si bien yo no soy médico, creo que la suya era una personalidad paranoico-esquizoide. Esto significa que no es propiamente un enfermo de la mente, pero que tiene ciertas manifestaciones no perfectamente normales. Él ha sabido gobernarse a sí mismo en mantener el silencio en todos estos años sobre hechos y personas relacionadas con el atentado. Y esto lo hizo con el fin de salvar su vida tanto en la cárcel, como fuera de ella.
-¿Agca está arrepentido?
-Creo que cualquiera estaría contrito de por vida después de hacer algo como dispararle al Papa. De la posición de la pistola, se entiende por ejemplo, que su intención no fue matarlo, sino herirlo. Pienso que el arrepentimiento existe; un sentimiento fortísimo que alimentó en su mente frágil de haber sido sólo un instrumento del destino.
-¿Cómo fueron sus encuentros posteriores con Juan Pablo II?
-Agca estuvo profundamente golpeado por la superioridad moral y espiritual del Papa Wojtyla. Después del encuentro con él, se sintió unido afectivamente con la persona del Pontífice. Quizás el Papa fue el único ser humano al que él ha querido. Alí Agca se sintió protegido por el Papa. Al escribirle una infinidad de cartas, no sólo se recomendaba a sí mismo, sino paradojicamente también él quería proteger al Papa a su modo.
-Ahora que salió libre, ¿cree que siente temor de represalias en su contra?
-Cuando hablábamos me decía que una vez libre quería transformarse en guía espiritual de un movimiento religioso. Ya en Turquía había tenido éxito al publicar un librito que yo tengo y que tiene en la portada la imagen de su encuentro con el Papa. Él se ha hecho dibujar sobre su cabeza la aureola de los santos. No creo que la libertad para él sea un peligro.
-¿Planea visitarlo ahora que está fuera de prisión?
-Estuve recientemente en Turquía, porque me estoy ocupando del misterio del rapto de la ciudadana vaticana Emanuella Orlandi y sólo por falta de tiempo no he pedido un encuentro con él. Ahora me propongo hacerlo.
-¿Usted, como italiana, qué opina de que Agca salga libre y cuál cree que es el sentimiento de Italia al respecto?
-El pueblo italiano no tiene ningún sentimiento de piedad humana por él, debido al gesto blasfemo de herir al Papa y a su comportamiento público con palabras falsas y contradictorias. Entonces, sólo quien lo ha frecuentado como yo puede reflexionar sobre lo que él ha dicho durante su período carcelario: "Yo no soy Dios, no soy el Hijo de Dios, soy un ángel en forma humana", queriendo decir que él, Alí Agca, es el portador en modo único e irrepetible de los signos de estos tiempos tan infelices.
¿QUIÉN ES ELLA?
Anna Maria Turi es una destacada periodista italiana, que se especializó en antropología, cultura y religiosidad.
A los 17 años ya estaba trabajando en el diario "Il Tempo", donde se hizo conocida como columnista sobre actualidad y cultura.
Sus trabajos le sirvieron para ser contratada por la casa editorial Rizzoli. Ha escrito más de veinte libros sobre religión y sociedad. Al poco tiempo se transformó en periodista acreditada en la Sala Stampa de la Santa Sede y en una de las vaticanistas más respetadas de la península.
Es por ello que, en 1996, tuvo acceso a Mehmet Alí Agca, el terrorista turco que intentó asesinar al Papa Juan Pablo II, para escribir su biografía.
Sin embargo, Turi no se quedó ahí y se ha dedicado a investigar varios otros casos extraños dentro del Vaticano, como la muerte de Roberto Calvi -principal socio bancario de la Santa Sede-, el asesinato de un integrante de la guardia suiza y "el caso Orlandi", tema en el que está trabajando ahora.
Durante su carrera ha escrito para importantes diarios italianos como "Panorama", "La Repubblica" y revistas como "L'Espresso" y "Limes".
SU VIDA:
Largo viaje a Roma
Mehmet Alí Agca nació en 1958 en la provincia turca de Malatia.
De niño, se ganaba la vida recogiendo carbón en los trenes y acarreando agua. Años después, Agca se unió a los "Lobos Grises", movimiento extremista dependiente del Partido Nacionalista Turco, que buscaba la creación de un nuevo gran imperio otomano en el mundo.
Tras cometer varios delitos en Malatia, se trasladó a Estambul y al poco tiempo fue acusado del asesinato del periodista turco Abdi Ipekci. Capturado y encarcelado, finalmente reconoció su crimen, pero se fugó justo antes de que fuera dictada la sentencia de muerte.
En su periplo por huir de la justicia turca, atravesó toda Europa y desapareció del mapa… hasta el día 13 de mayo de 1981, en la Plaza de San Pedro, momento en el que le disparó dos tiros al Papa Juan Pablo II, dejándolo gravemente herido. En julio de ese mismo año sería condenado a cadena perpetua por la justicia italiana.
Durante el proceso en 1985, llamado "el juicio del siglo", Agca declaró muchas veces ser "el instrumento inconsciente de un plan misterioso". Nunca se pudo probar la posibilidad de que siguiera órdenes.
En Italia, Agca estuvo en las cárceles de Rebibbia, Ascolano, Marino del Tronto y Ascola. En la primera, en 1983, recibió la visita de Juan Pablo II, con quien se reunió 18 minutos.
En 2000, recibió el indulto del Presidente de Italia, Carlo Ciampi, para posteriormente ser extraditado a Turquía, donde originalmente le esperaban diez años de prisión por el asesinato del periodista, además de otros delitos menores.
Finalmente, por buena conducta, la justicia turca decidió ponerlo en libertad este año.
SECUESTRO EN EL VATICANO:
El misterioso "Caso Orlandi"
Entre todas las declaraciones que hizo Alí Agca durante su presidio, la más misteriosa de todas es la relacionada con el "Caso Orlandi". Éste trata sobre la extraña desaparición de Emanuella Orlandi, una joven romana de 15 años, hija de un empleado del Vaticano, que fue vista por última vez en junio de 1983.
Agca escribió una carta a la familia de la niña, asegurando que la chica estaba viva y que algún día sería liberada. Esto llevó a pensar a la policía que Orlandi estaba en manos del movimiento turco "Lobos Grises", quienes la habrían secuestrado para utilizarla como moneda de canje y así lograr la liberación del terrorista. Sin embargo, pese a la extradición del criminal turco, la niña nunca volvió y la "pista Agca" se diluyó. Tiempo después, Agca precisó que quienes habían organizado el secuestro de la niña eran funcionarios del propio Vaticano, que planeaban usarla para lograr su liberación y proclamarlo como "el nuevo mesías".
Pese a esto, al saber que Alí Agca saldría de la cárcel, la familia de la niña lo llamó a aclarar la situación y a interceder por el regreso de Emanuella.