Tras el crimen de lesa humanidad cometido contra nacionales haitianos vienen los rescoldos de insinuaciones, temores, amenazas, en fin.
Para atender justicieramente el tema, es el Poder Político encarnado en la figura del Presidente Fernández Reyna, quien está urgido de buscar al mejor hombre para ponerlo al frente de los hechos que otrora y ahora que derivan de esta tragedia, haciéndonos responsables ante los ojos del mundo que nos ve.
Un problema viejo es el caso de los haitianos al que le hemos negado ideas frescas, acompañada de una moral irreductible, que no pueda llegarle el interés de los particulares, que ha viciado casi todas las acciones de mundo de hoy.
Ciertamente el crimen organizado avanza más rápido que los métodos que ha implementado la Humanidad para contenerlos. Uno de los más lucrativos es el que se conoce como Trata de Personas.
El protocolo sobre Tráfico Ilícito de Migrantes por Aire, Mar y Tierra fue aprobado en 1998 por las Naciones Unidas, debido a la necesidad de contener esta modalidad del crimen organizado, la cual fue conocida en la Convención Contra Crimen Transnacional Organizado, aprobada en Palermo, Italia, en diciembre del 2000.
Los problemas que derivan del Tráfico de Migrantes de ciudadanos haitianos es un factor directo de inseguridad ciudadana. Existe un nivel interno de esta forma de violencia social, con poder generador de una catarsis transformando la preocupación y temor por el ímpetu y encanto de resolver un viejo problema de migración que ha carecido de estatuto dentro de la propia sociedad dominicana por muchos años.
La muerte de los haitianos de hace unos días, bien puede venir a resolver este problema que se llama: necesitamos una política de frontera, una ley para ese contexto, acendrada en otras cosas útiles en la que debemos ocupar la vida de la frontera.
Algunos ya dicen que hay muchas personas presas por este asunto, tal es el caso de la dotación militar, unos o dos oficiales y la gran mayorías de sargentos y rangos más inferiores. Es limitado no darse cuenta que en problemas similares siempre los militares
están involucrados; desde tiempos inmemoriales que se desconfía de los hombres del uniforme para construir una mejor sociedad dominicana, aunque parezca mentira, y salvo unas pocas excepciones de la historia política nacional.
Es por eso que creo que los problemas traído por ésta situación que está cobrando cuerpo vertiginosamente, del cual es está preparando un informe al Presidente de la República, sube de nivel el compromiso del Estado dominicano para emprender acciones, que de no ser atendidas de manera diferente, corren gran riesgo de hipertrofiar un asunto que tiene que ver con el mismísimo estado de derecho y la seguridad nacional.
Creo fielmente que lo ocurrido sirve para saber cuál es la tendencia de nuestro modelo social, o la sociedad que tenemos; cual es la historia oficial que la ha fundamentado, si ésta tiene prejuicio o si en realidad se trata de una falta seria de identidad nacional, con gran responsabilidad de los estamentos políticos y militares.
Los hechos ya conocidos son suficientes para desarrollar las posibilidades de poder discutir el problema, de ser críticos, inclusive con las autoridades, producir un diálogo, una discusión, y todo esfuerzo en este sentido debe partir del mismo Poder Ejecutivo, y de los mismos ciudadanos.
La trata de migrantes es también la trata de la solución de un problema. Es por eso que creemos, que con la problemática en cuestión surgen otras consecuencias en la que no nos hemos detenido a pensar. Es decir, que ésta permite que la gente generar reacciones y sus discusiones, entre la familia, que los padres hablen con los hijos, los maestros con los alumnos, entre los vecinos, las autoridades, poner en duda el papel de los militares en la frontera, someter a estudio toda la sociedad, buscar las explicaciones en el sistema político, para saber cuál es la verdadera actitud de nuestros congresistas, si por su intermediación el problema de los haitianos se ha vuelto más complicado de lo que realmente es, o descubrir cuál en dónde está el cuello de botella.
El Poder Ejecutivo ha de empeñarse personalmente de esto; no hay otra forma. Ahora es una decisión ejecutiva lo que hace falta, y como dije, se necesita el mejor hombre, de acuerdo a su identidad, carácter y su conciencia. Casi le estoy pidiendo que me permita ser ese hombre, aunque sea yo todo un desconocido.