Nadie puede negar la dilatada trayectoria política de Hatuey Decamps, desde que era estudiante en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ahí están sus años como secretario general del archiglorioso Partido Revolucionario Dominicano, diputado, secretario de la Presidencia, director de la Radio Televisión Dominicana y otras posiciones obtenidas al amparo de José Francisco Peña Gómez.
Aunque su currículo es amplio, no lo ha sabido aprovechar. Recuerdo el comportamiento bravucón y terco en el año 2001 mientras participaba en una reunión en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra como parte de una comisión creada por el ex presidente Mejía para conocer distintas propuestas de reformas Constitucional.
Se tragó a los delegados de las demás organizaciones participantes bajo la coordinación de monseñor Agripino Núñez Collado.
El Partido Revolucionario Social Demócrata, que preside, pasa un periodo de efervescencia, fruto en parte de la anunciada alianza rosada. Algunos dirigentes del partido blanco ven en PRSD su nicho para las aspiraciones a puestos elegidos, en caso de quedar excluidos.
A pesar de esto, la fortaleza de ese partido dependerá de la capacidad para establecer acuerdos con otras fuerzas, lo que se hace difícil por su carácter autoritario y psicorigido.
El ex secretario general perredeista tiene que aprender de estrategia política, por que hasta ahora sus logros no están en consonancia con trayectoria dirigencial. Es un buen momento para autoevaluarse y aprender a entender que los tiempos cambian.
Lo primero es definir objetivos estratégicos e identificar el adversario principal. Sobre esa base diseñar un plan de campaña con miras a conseguir que la población lo perciba como opción.
La invitación pública que le hizo el Presidente de la República fue una magnífica oportunidad que Decamps desaprovechó. La coyuntura actual podría favorecerle. Las posiciones que adopte decidirá su futuro. [email protected]