Hemos visto y escuchado importantes dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) defender las virtudes del nuevo sistema de votación que se experimenta con las elecciones internas de los partidos en la República Dominicana, importado desde Brasil También vemos los argumentos de los funcionarios de la Junta Central Electoral (JCE) sobre el famoso voto electrónico y esto nos hace pensar que ellos sólo están viendo la parte operativa de los técnicos y los resultados de un proceso que termina rápido y confiable en la recopilación.
Eso nos parece muy bien desde esa óptica, pero si ellos hubieran estado el domingo 15 en las mesas electorales de La Chivera, en Cristo Rey, o en Las Cañitas, hubieran opinado de otro modo.
Resulta que yo estuve ahí y lo que vi fue penoso: un dirigente digitando el documento de identidad para “abrir” la urna de votación digital y otro que “ayudaba” al votante asustado con ese aparato.
Este mecanismo de “asistencia” produjo que más del 80 por ciento de los miembros del PLD votara por el que le punchara el asistente; o sea que no supo por quién votó. Otros, los que pudieron practicar con las urnas educativas, lo hicieron con una lista en la mano que sólo contenía números, de modo que tampoco saben por quién votaron.
¿Y eso es democracia? Lo del dinero de “la logística” que daban los candidatos ricos a los dirigentes, delegados y asistentes es otro tema con mucho material para escribir una sábana de historias sobre el nuevo PLD de masas.
La experiencia peledeísta fue un rotundo éxito para sus altos dirigentes y para los candidatos que pudieron sobornar a los “facilitadotes”.
El voto electrónico viene como el metro, que no lo para nadie, porque todo parece indicar que realmente es un negocio electrónico tripartito. Y qué negocito ese para los compañeros y compatriotas tanto de aquí como de la tierra de Lula.
La idea es buena pero debe tenerse mucho cuidado con tratar de imponer un sistema que requiere de años de educación, a sabiendas de que nuestro pueblo todavía está aprendiendo a relacionarse con la computadora, que no sabe votar bien con la boleta única que estrenamos hace muchos años y que la mayoría juega palé y lotería sin saber como lo digitan las muchachonas de las bancas.
Quizás para una votación presidencial no sea tan complicado como lo es para las congresuales y municipales. Resulta difícil para una persona común digitar el número del senador, luego ver su foto y punchar la aprobación; luego el diputado, ver su foto y aprobarlo; le sigue el síndico y su aprobación. ¿Y es fácil enseñar esto a este país de aquí a mayo?. Por Dios, váyanse al paso, que esos chelitos no se van a ir…