MADRID.- Nueves meses después de su elección, Benedicto XVI ha publicado su primera encíclica 'Deus Caritas est' (Dios es amor), una carta solemne que dirige a obispos y fieles católicos del mundo. "El argumento es sumamente amplio. Sin embargo, el propósito de la encíclica no es ofrecer un tratado exhaustivo. Mi deseo es insistir sobre algunos elementos fundamentales para suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino", dice el Santo Padre en la 'Introducción' de esta "guía principal de la fe cristiana".
"En mi primera Encíclica deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás. Quedan así delineadas las dos grandes partes de esta Carta, íntimamente relacionadas entre sí. La primera tendrá un carácter más especulativo, puesto que en ella quisiera precisar -al comienzo de mi pontificado- algunos puntos esenciales sobre el amor que Dios, de manera misteriosa y gratuita, ofrece al hombre y, a la vez, la relación intrínseca de dicho amor con la realidad del amor humano. La segunda parte tendrá una índole más concreta, pues tratará de cómo cumplir de manera eclesial el mandamiento del amor al prójimo", explica el Sumo Pontífice.
MENSAJE DE AMOR A LOS FIELES
Esta carta sobre el amor divino visto como fundamento de la misión eclesial de la caridad, fechada el pasado 25 de diciembre y que ha sido traducida al español, portugués, alemán, inglés, francés e italiano, consta, por tanto, de dos partes, tituladas 'La unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación' y 'Caritas, el ejercicio del amor por parte de la Iglesia como comunidad de amor', que se unen a una 'Introducción' y una 'Conclusión', sumando todo ello tan sólo 27 páginas divididas en 42 puntos.
Benedicto XVI comienza este documento con unas palabras de la Primera carta de Juan: "Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él", y destaca que "en mi primera encíclica deseo hablar de amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar".
El Papa justifica su deseo de hablar de amor ante "un mundo en el que, a veces, se relaciona el nombre de Dios con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia".
El Sumo Pontífice afirma que de entre el amor a la patria, a la profesión , al trabajo, a la familia o a los amigos, "destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primerea vista, todos los demás tipos de amor".
Benedicto XVI aclara que "es posible el amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia por Jesús. Consiste justamente en que, en Dios y con dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco". Añade que "sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento".
Caridad cristiana
Por otro lado, el Papa habla de la caridad de la Iglesia como manifestación del amor. Así, afirma que "el amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es, ante todo, una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en toda sus dimensiones".
"Con el paso de los años y la difusión progresiva de la Iglesia, el ejercicio de la caridad se confirmó como uno de sus ámbitos esenciales, junto con la administración de los sacramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los sacrementos y el anuncio del Evangelio", subraya Benedicto XVI.
Además, el Sumo Pontífice indica que las formas de colaboración entre entidades estatales y eclesiales en el servicio caritativo "se han demostrado fructíferas".
"Las entidades eclesiales, con la transparencia en su gestión y la fidelidad al deber de testimoniar el amor, podrán animar cristianamente también a las instituciones civiles, favoreciendo una coordinación mutua que seguramente ayudará a la eficacia del servicio caritativo", asegura Benedicto XVI.