A pesar del tema “Tengo una novia que me quiere”, de “El torito” Héctor Acosta, el Merengue sigue dejándose comer los caramelos de la Bachata. Por ello y por otras razones pienso que a la gente de Acroarte (Asociación de Cronistas de Arte) que dirige el simpático Fausto Polanco, se le hará muy cuesta arriba (si no aparecen los traslapos de por medio) para escoger al bachatero del año entre Frank Reyes, Joe Veras, Raulìn Rodríguez, Anthony Santos, Zacarías Ferreira y otros, quienes suenan con temas como “Princesa”, “Luto en mi corazón”, “Ya te va amor”, y “Olvidarme de ti”. Aventura, como grupo sigue dando pelas y ahí tiene usted a “Un beso”. Le siguen Monchy & Alexandra. Pero es Zacarías, a quien no conozco ni sigo como aficionado, el que me ha motivado a escribir este artículo. Resulta que las emisoras, las discotecas y los colmadones son escenarios, en estos días, de una férrea competencia entre todos esos bachateros con temas actuales, algunos, versiones de otros géneros musicales, entre ellos “fusilamientos” y el resto, recreaciones melódicas que nos hacen repetir el salmo bíblico de que “no hay nada nuevo bajo el sol”. La competencia se dará también en cuanto a la bachata del año y el autor y/o compositor de letra y música, entre los cuales, tengo entendido, participa de muy legitima manera, Enrique Feliz, quien ha creado buenos temas para Joe Veras, mi bachatero preferido. Mientras, “El Caribe suena y suena”, domo diría Alejo Carpentier, Santo Domingo baila y baila, a ritmo de Salsa, Reggaetòn, Merengue y Bachata, donde se destaca la vocecita melancólica de Zacarías Ferreira con temas como “Prieta Linda”, “Te extraño”, “Cuanto Duele que te vas” y Eva Maria”, versión en bachata de un viejo tema, creo que de la “Nueva Ola”. Allí, en aquel álbum titulado “Éxitos de Oro” está el tema que me llamó la atención. Es una canción como una diamantina, no por la dureza que como cualidad para competir la tiene, sino, por su desgarradora belleza todavía desconocida como el talento no revelado que espera su turno para agradar y sorprender. Se llama “La avispa”, con melodía y letra, que a pesar sus aires modernistas, se oye a la usanza de la vieja bachata, vale decir, de la música de amargue, la que para los años 60s. dio origen al género, con canciones como “Pena” y “Cariñito de mi vida”, de Luis Segura, el papá de los viejos bachateros, con el perdón de José Manuel Calderón, y el ido a destiempo Rafael Encarnación. Si “Bachata Rosa” de Juan Luis Guerra, es la mejor representación de la Nueva Bachata, “Cariñito de mi vida”, de “El Añoñaito”, es el clásico de El Amargue, el que Zacarías Ferreira con “La avispa”, rescata y vuelve a poner en boga. El tema comienza con un verso trunco de una vieja canción que dice “Mi amor por ti no tiene precio, es como el cielo…”, por lo que en ese aspecto hay asomo de plagio que se ve superado en el contexto lírico y melódico. No puede haber Bachata sin amargue, como no puede haber Merengue sin tambora, y con su tema “La avispa”, que retrata a una mujer supuestamente mala que se marcha, pero que se sigue queriendo, buscando y esperando a pesar de los golpes recibidos sin producir despecho, Zacarías, con los recursos de la tecnología y su vocecita mimada, da justo en el centro del corazón de los amargados, y nos remonta a los desgarradores sentimientos de un género, que en su país de origen, República Dominicana, ya alcanzó la madurez y ahora va rumbo a la conquista del universo. ¿¡Quién lo iba a sospechar, don Marcio Veloz Maggiolo!? ¡¿Quien iba a creer, que a estas alturas de la globalización, tendríamos a un Pedritìn Delgado Malagòn y a un Virgilio Ortiz Bosch, bailando bachata con la misma fuerza del deleite y la recreación que hasta ayer lo hacían con un viejo bolero?!