RAMALA, Cisjordania.-Luego de haber visto excedidas su expectativas más optimistas al adquirir el control del gobierno palestino, los líderes de Hamas se encaminaron ayer a hacer sus oraciones con un futuro ante sí que hasta ellos hubieran querido evitar. De la noche a la mañana, los militantes islámicos, que han luchado una guerra brutal contra Israel, se están viendo obligados a pensar cómo mantener las luces encendidas, erradicar la corrupción gubernamental, y más que nada, dirigir a los palestinos en crear el estado independiente que se les ha negado por tanto tiempo.
No era lo que procuraban los dirigentes de Hamas. Cuando decidieron aspirar en las elecciones legislativas por primera vez, Hamas esperaba ser un influyente partido opositor que pudiera promover ideas radicales sin tener que llevar la carga de administrar los asuntos cotidianos.
''Hamas se encuentra en una coyuntura histórica'', dijo Mouin Rabbani en Amán, Jordania. Rabbani es un prominente analista del Oriente Medio que trabaja para el International Crisis Group, una organización independiente. "El problema de Hamas es que ahora se encuentra en la posición de tener que gobernar aunque no quiera''.
Lo mismo que otros movimientos militantes anteriores, quizá Hamas tenga que desechar sus ideales revolucionarios para lidiar con los problemas mundanos de administrar un gobierno.
El grupo dice estar preparado para ello, a pesar de los amplios temores de que no es así. Hamas ha operado respetadas operaciones caritativas y programas sociales, y el año pasado fue objeto de elogios cuando sus miembros asumieron la labor de gobernar ciudades importantes en Cisjordania y en la Franja de Gaza.
Su mayor disyuntiva ahora es si estará dispuesta a abandonar su objetivo principal: el de destruir a Israel y crear un estado palestino desde el Mediterráneo hasta el Río Jordán.
Hasta que la organización acepte el derecho a existir de Israel, probablemente siga siendo un paria en la comunidad internacional. Israel y Estados Unidos dicen que no puede haber conversaciones con el nuevo gobierno palestino hasta que Hamas abandone su postura radical.
Aunque rechazar a israel no era difícil cuando el grupo militante utilizaba bombarderos suicidas como estrategia principal, ahora eso será un dilema para un partido gobernante.
La Autoridad Palestina (AP) se basa mucho en divisas internacionales para reforzar su economía casi en bancarrota, recibiendo hasta $360 millones en ayuda internacional directa, que representa alrededor de una quinta parte de su presupuesto de $1,600 millones. De eso, unos $70 millones proviene de EEUU, pero miles de millones más llegan de todas partes del mundo a Cisjordania y a la Franja de Gaza.
La Comunidad Europea (CE) y EEUU han establecido claramente que les quitarán los fondos directos al gobierno palestino de Hamas si dicho grupo no renuncia a la violencia y acepta a Israel.
Otro problema importante será qué hacer con los militantes de la organización. El ya bien retrasado ''mapa'' respaldado por EEUU, que se creó para establecer un estado palestino paralelo a Israel, estipula que los dirigentes palestinos desarmen a los grupos militantes en las primeras etapas.
Mahmoud Abbas, el dirigente palestino de Al Fatah, había indicado que empezaría a quitarles las armas a los militantes después de las elecciones.
Pero si Hamas adquiere control de las fuerzas de seguridad, además de las operaciones palestinas de inteligencia, no se sabe con claridad si desarmará a los militantes, entre los que están incluidos sus propios miembros.
De hecho, el control de las fuerzas de seguridad, tan saturadas por Al Fatah, podría convertirse en una cuestión política. Las diversas fuerzas reportan directamente ante el ministro del Interior, pero finalmente son responsables ante el Presidente.
Hamas podría tratar de instalar a unos de sus miembros como ministro del Interior, pero los miembros de Fatah que están en las fuerzas de seguridad han dicho que tal vez se resistan a eso.
Incluso así, no está claro qué es lo que haría un gobierno dirigido por Hamas. Hay temores de que la fuerza policíaca de 56,000 miembros está inflada con policías y soldados que hacen poco más que cobrar sus sueldos. Pero echarlos o substituirlos con miembros de Hamas podría dar lugar a problemas, creando entonces un sector de ex soldados desafectos.