He visto gran parte de las noticias y videos que reseñan los festejos por la victoria del equipo de Béisbol, Licey. No recuerdo otra celebración deportiva nacional tan exuberante, tan llena de participación y expresiva. Demasiada gente, demasiados lugares. Desde los alrededores del Estadio Cibao y toda la carretera hasta llegar a la capital, las masas vitoreaban a los ganadores; y en la capital fue lo grande, miles amanecieron festejando, juntos, exaltados, sin distinción de clases sociales.
Era como si de repente hasta los mismos aguiluchos se convirtieran a Liceístas. En Madrid, en New York y en Puerto Príncipe los dominicanos han realizado una fiesta internacional extraordinaria, aparentemente, todo debido a que ganò Licey.
Me he preguntado si la verdadera causa de tanta alegría fue esta o hay otras motivaciones, ocultas; entre líneas.
Pienso que sí.
Tras la victoria electoral del PLD, que prometía un nuevo país “de progreso y bienestar”, el pueblo no ha tenido ocasión de sentirse contento; la esperanza de un mundo mejor resultó estropeada por el terrible desempeño del gobierno.
Los altos precios, las mentiras, el cinismo, la inseguridad pública y la simulación gubernamental sepultaron la esperanza de las maravillas del mundo de Alicia prometidas.
En todas partes, dondequiera que había dominicanos que creyeron en el actual presidente, se requería una catarsis, una explosión jubilosa, un terremoto de alegría para vencer la frustración, el sabor amargo de saberse engañados.
La victoria de Licey dio la pauta para tal estallido generalizado. Los dominicanos necesitaban sentirse alegres por algo, y anoche, sin importar a que equipo pertenecieran usaron el béisbol para tratar de serlo.
Hoy ha vuelto la realidad negra, morada; pero en Mayo tendremos una nueva oportunidad de ser felices; solo vota contra ellos.