Santo Domingo.- Será siempre un tema de mucha pasión tocar la vida artística y musical de Juan Luis Guerra, el gran exponente dominicano de la bachata y el merengue, cuya carrera se mantiene en ascedencia y trascendiendo por allende, los mares. Como todos los grandes exponentes de las letras y la música, de nuestro Juan Luis Guerra habrá siempre mucho de qué hablar, y de él se sabe, que desde años antes de su primer premio Grammy por el álbum “Bachata Rosa”, ha estado pagando el precio de su fama y genialidad. Se ha llegado incluso, a acusársele varias veces de plagio, lo que no es extraño en artista de su nivel, ya que acusaciones similares y repetidas, han recaídos tambièn en celebridades como el exbeatle George Harrison y Gabriel García Márquez. A Juan Luis, los fabuladores le atribuyen algunas travesuras en serie que no son más que la distorsión de las propias palabras del artista, como la de inspirarse en versos de Pablo Neruda (1904-1973) (*) y de Federico García Lorca (1898-1936) , arreglar temas de otros músicos y de otras culturas musicales, y rememorar en muchas de sus composiciones, la polifonía vocal y los contrapunteos de los Beatles y Manhattan Transfer , como él mismo ha confesado. Inclusive, una periodista francesa, de nombre Daisann McLane en un artículo de la mundialmente famosa revista Rolliing Stone , emitió no hace mucho, críticas muy desentonadas contra Juan Luis Guerra, a quien acusó de adaptar a su estilo y al merengue, temas musicales de otras tradiciones como “El Costo de la Vida”, donde transforma un ritmo “soukous” de su colaborador zaireño y virtuoso de la “guitarra” Diblo Dibala (* ) y lo acomoda al diseño de la música dominicana. McLane centralizó sus ataques en Areito uno de los álbumes de Guerra de mayor recreación internacional y de otras culturas musicales, del que dice: “sufre del síndrome de la continuación”, aunque en éste “han desaparecido las canciones de amor impecables, de corte beatlemano, el encandilamiento de temas bailables y la vaporosa poesía que mantuvieron a Bachata Rosa a la cabeza de las listas de favoritas del Billboard latino durante varios años”. La periodista francesa describía a Guerra como “un genio de los arreglos, adepto a asimilar e inspirar vida nueva en los ritmos y música suya y de otras culturas”. Y concluía en que “Areito es una cauta secuela de esa línea musical, pero Guerra es tan talentoso que incluso sus patrones arrendados muchas veces vale la pena escucharlos”. Areito es la producción que mayores críticas y dificultades ha causado a Juan Luis. Del vecino Haití le vino la acusación -como por arte de magia dahomeyana, de que había plagiado el tema “Naboria Daca Mayanimacana”, el cual, según el periódico “Le Martin”, de Puerto Príncipe, le había sido copiado al músico de ese país Nemours Jean Baptiste. El tema es un homenaje de Guerra a la raza indígena brutalmente exterminada. La frase que le sirve de título es una evocación de piedad e impotencia que significa “no me mates, soy tu siervo”, que supuestamente utilizaban Los Taínos de Santo Domingo y Cuba ante la amenaza de muerte que les hacían sus amos españoles. Legítimamente celoso con su bien ganada reputación, Juan Luis se apresuró a desmentir la acusación, reivindicando como suyo el tema con alegatos serios “fruto de mis investigaciones en la República Dominicana” y elaborado con la asesoría del antropólogo y erudito criollo Marcio Veloz Maggiolo (1936). Declaró que todo se debió a una confusión debido a que el merengue “Mal de Amor”, (Hay una vieja canción dominicana con ese mismo título) cuya composición original sí es de Baptiste, no salió con los créditos correspondientes en el brochure de la primera edición del álbum. El tema aparece como parte del folklore que como se sabe es de creación anónima. Sin embargo, se supo que en procura de amainar los efectos que situaciones como esas generan, y evitar desatinos como los de Madame McLan, el representante de Guerra en Santo Domingo, el dueño de Karen Records, Bienvenido Rodríguez, un sujeto con mucho vuelo en el negocio, viajó pianito a la capital haitiana, no se sabe si a entenderse con Baptiste o en busca de un “Baulá” de los que abundan en ese horroroso “Reino de este Mundo” , para que le descifrara el sortilegio.
(II)
Juan Luis Guerra sigue creando furor en todo el mundo. El artista, con cuatro Grammy ya obtenidos y nominado permanentemente a ese y otros premios, ha demostrado una seriedad de múltiples facetas que se inicia con el contenido y calidad de sus creaciones. En su oportunidad confesó que su tema “Bachata Rosa” fue inspirado en la obra póstuma “El Libro de las Preguntas”, de Pablo Neruda, particularmente en el “poema III” y así lo acreditó en el álbum, entrecomillando incluso dos versos utilizados.
La primera estrofa de Bachata Rosa, reza:
Te regalo una rosa/
la encontré en el camino/
no se si está desnuda/
o tiene un solo destino/
no, no lo sé…/
El poema de Neruda, por su parte dice:
Dime, la rosa está desnuda o sólo tiene ese vestido?/
Por qué los árboles escoden el esplendor de sus raíces?/
Quién oye los remordimientos del automóvil criminal?/
Hay algo más triste en el mundo que un tren inmóvil en la lluvia?/.
El poema 22 de ese mismo libro expresa:
Amor, amor aquel y aquella/
Si ya no son dónde se fueron?/
Ayer, ayer dije a mis ajos/
cuándo volveremos a vernos?/
Y cuándo se muda el paisaje/
son tus manos o son tus guantes?/
Cuando canta el azul del agua/
cómo huele el rumor del cielo?/
Igual hizo Juan Luis con su tema “Frío Frío” y su fuente de inspiración García Lorca, y cuando grabó a “Lacrimosa”, de su álbum “Fogaraté ”, dejó aclarado también por escrito que la canción estaba inspirada en “Réquiem (*), la última gran obra de Wolfgang Amedeus Mozart ( 1756-1791) (*). Tal como se oye en Frío Frío, tema grabado también por Plácido Domingo (*), el poema de García Lorca, titulado Balada interior escrito en julio de 1920, dice:
El corazón que tenía en la escuela/
donde estuvo pintada la cartilla primera/
¿está en ti, noche negra?/
Frío frío, como el agua del río/.
El primer beso que supo a beso/
y fue para mis labios de niños/
como la lluvia fresca/
¿está en ti, noche negra?/
Mi primer verso/
la niña de las trenzas/
que miraba de frente/
¿está en ti, noche negra?/
Pero mi corazón/ roído de culebras/
el que estuvo colgado del árbol de la ciencia/
¿está en ti, noche negra/
Caliente, caliente/
como agua de la fuente…/
La parte de “Frío Frío” que toma versos del poema de Lorca y que se repite en las estrofas 4, 8 y última de la canción de Juan Luis, es aquella que dice:
Frío frío, como el agua del río/
o caliente como agua de la fuente.
De hecho las tres estrofas son una sola repetida a manera de antifonía, y que íntegramente dice:
Frío frío, como el agua del río/
o caliente como agua de la fuente/
tibio tibio, como un beso que calla/
y se enciende si es que acaso le quiere/.
Sobre “Réquiem”, de Mozart, hay una historia triste que parece Juan Luis recoge en su Lacrimosa, la cual da cuenta de que cinco meses antes de su muerte, el genio musical austríaco, muerto en Viena en 1791 con apenas 35 años de edad, recibió la visita de un hombre de apariencia lúgubre, con una carta en la que otra persona le pedía fijar el precio por la composición de una misa. Tras complacer la petición, Mozart, ya enfermo de tuberculosis, siguió trabajando en su adorada profesión. Era el verano de aquel año fatal, cuando el otrora niño prodigio de Salzburgo, donde había nacido, se mostraba ansioso por terminar lo que creía sería su última creación. Y no bien daba los últimos toques a su Flauta mágica, cuando reapareció el hombre, trayendo la totalidad del costo de la obra que ya había prometido y que al final se constituyó en el presagio funesto del Réquiem, un gesto cruel del destino, que como ha dicho Eduard Roland (¿?) hizo que Mozard compusiera y creara la obra que anunciaba su propia muerte. Tal vez lo que no sabe Juan Luis, es que Réquiem había sido antes objeto de una gran disputa autoral ya que se ha dicho que el verdadero autor de la obra fue Franz Sussmayer (1766-1803) el discípulo más cercano de Mozart, mientras que otros alegan que es una composición por adición, comenzada por Mozart, la que tras su muerte, fue completada por el músico de la corte Joseph Eybler (1765-1846), que era íntimo de la familia. Lo cierto es que “Réquiem” y los últimos días de Mozart son la misma cosa, lo que para los críticos resulta ser también una síntesis magistral de sentimientos y tendencias, entre las que se destacan el manejo de la tradición musical sacra más antigua, el empleo de una instrumentación barroca, la presencia de valores típicos de la ópera y los últimos vuelos musicales de Mozart.
Juan Luis Guerra ha confesado también que muchas de sus otras creaciones le han surgido luego de la lectura de obras de reconocidos escritores, como ocurrió con “Burbujas de Amor”, que fue el fruto de una frase que encontró en Rayuela, la voluminosa novela de Julio Cortázar (1914-1984), la cual dice (*):
“Quién sabe –dijo la Maga-,
a mi me parece que los peces no quieren salir de la pecera,
por eso casi nunca tocan el vidrio con la nariz…”
En el capítulo 8, página 49, de Rayuela, se habla extensamente de los peces y las peceras. Allí hay un pasaje que dice.
“Los mirábamos acercar los ojos al vidrio, pegando la nariz, encolerizando a las viejas vendedoras armadas de redes de cazar mariposas acuáticas, y comprendíamos cada vez peor lo que es un pez; por ese camino de no comprender, nos íbamos acercando a ellos que no se comprenden, franqueábamos las peceras y estábamos tan cerca como nuestra amiga, la vendedora de la segunda tienda viniendo del Pant Neuf, que te dijo: El agua fría los mata, es triste el agua fría…”.
De ahí, que después de leer esta novela, la inspiración haya llevado a Juan Luis a decir y repetir, también a manera de contestación, en su Burbujas de Amor :
Quisiera ser un pez/
para tocar mi nariz en tu pecera/
y hacer burbujas de amor por donde quiera/
¡oh!, pasar la noche en vela mojado en ti/
Un pez/
para bordar de corales tu cintura/
y hacer siluetas de amor bajo la luna/
¡oh! saciar esta locura mojado en ti/.
(III)
Con la incursión de Juan Luis Guerra en la bachata se da también una historia interesante. Resulta que a finales de los años 80s. la empresa licorera Barceló, pionera en la realización de anuncios tomando el folklore como materia prima, encomendó al desaparecido folklorista Fradique Lizardo, una investigación respecto a las tonadas campesinas de las diferentes regiones dominicanas, a los fines de fortalecer su campaña publicitaria. Fradique, como el papá de los investigadores folklóricos que era, sabía que en el Sur profundo, el campesino es un virtuoso, un impresionista y un creativo espontáneo como el juglar del medioevo y como un griot africano, y allí, específicamente en Elías Piña, después de muchos convites a los que estaba habituado el folklorista, a veces como un “pájaro sabueso”, encontró una tonada que hizo historia en los jingles de Barceló, genialmente producidos por Fernando –Nandy- Rivas. Se recordará que fue durante aquella campaña que se usaron, no sabemos con qué autorización, letras de la obra “Al Amor del Bohío”, del poeta y creador costumbrista Ramón Emilio Jiménez (1886-1970), como aquellas de que:
Eres chiquita y bonita/
eres como yo te quiero/
parece una campanita/
en la mano de un platero./
Uno se encuentra además, con esta preciosura de poesía campesina: “El que quiera ser un hombre/ necesita poseer/ buen caballo/ un revolver/ una silla/ y su mujer…” Letra y melodía de los jingles, fueron arregladas por Juan Luis Guerra, que también puso la voz, junto a Adalgisa Pantaleón, que por cierto ya para la época, desde 1989, había pasado a formar parte de los 4-40 en sustitución de Milagros Taveras, quien tuvo una presencia efímera en el grupo, del que salió con una historia novelesca un tanto a la española Corín Tellado. La voz de elevado pregonero de Juan Luis Guerra rememoraba a la de Víctor Víctor (también jinglero), desde aquella su primera canción “Mira muchacha ven”. Con ese estilo de hacer música, con guitarra, melodía y voz, y el chivo del trópico después de muerto resucitado (0) creó Víctor Víctor toda una escuela polifónica en el país, alimentada por la ejecución simultánea de varias melodías o partes de ellas como ocurría con los jingles. Fue algo así como un ars nova a la dominicana, que hacía recordar la época cuando en Francia e Italia, en permanente disputa, apareció un tipo de literatura musical de raíces profanas (*), opuesta a la litúrgica, que cultivó los géneros clásicos de la canción galante: el rondeau, el verelai, la frottola, la romanza, el madrigal y la ballata. De ballata es de donde deviene realmente el término bachata y no de cumbancha como se ha generalizado equivocadamente. (Bueno, ahorita le termino la historia.) Lo de ars nova (arte nueva), viene porque se opone a ars antiqua (arte antigua), que si lo trasplantamos en el país, guardando la distancia de tiempo, espacio y niveles de desarrollo, remotamente fue representada por un Cundo Lockward en el Norte, y un Rafael Scalán en el Sur, así como otros viejos trovadores que en plena madrugada, guitarra en manos, interpretando criollas, romanzas y algún cuplé de moda, llenaron toda una época (*) y crearon su propia escuela. Tales fueron los casos no menos memorables de Raudo Saldaña con sus criollas y de Alberto Vásquez, con su Dorita. Manuel Rueda (1921-1999) muy apasionado con este tipo de temas, explicaba que Scalán fue aquel infortunado trovador venezolano que a finales del siglo XIX vivió en Azua y Santo Domingo, y cuya vida casi legendaria de amante furtivo y divertido, terminó a manos de un general celoso, a quien el Presidente Charles Heureaux (Hilarión Level, Lilís) (1845-1899), mandaría luego a fusilar por ello (*). Célebre por sus canciones tipo romanzas, “que introdujeron en la música vocal dominicana melismas no sujetos a ritmo, apenas sostenidos por los arpegios de la guitarra, las melodías de Scalán vivieron largos años en las voces de nuestros trovadores y de nuestras mujeres, las cuales podían oírse en la quietud de las noches, provenientes de las casas solariegas, ubicadas por lo general frente a parques y plazuelas”. De manera, que Víctor José Vítor Rojas, nacido en Santiago de los Caballeros en 1948, vino a convertirse desde los años 70s., en el pionero de ese nuevo estilo y de esa nueva escuela, que por su tipo de melodías e inflexiones vocales, hace voces y hace cantantes. Muchos fueron los que se adhirieron a ese estilo de hacer música y hacer canciones, que sirve para rememorar también los estilos cubanos y chilenos de la canción total. Y es lógico que así sea ya que este grupo de trovadores, más que en el jazz, el rock y el pop, se inició en el arte a través de la canción contestataria latinoamericana, al estilo Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noél Nícola. Amauri Pérez, (Nueva Trova Cubana), Violeta Parra, Víctor Jara, Soledad Bravo (Nueva Canción Chilena). De la misma Sudamérica, mayormente de Argentina y Uruguay son Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Facundo Cabral, Jorge Cafrune, Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa, entre otros. Se sabe que Mercedes Sosa “La negra”, fundó en 1963 en Argentina, el Movimiento del Nuevo Cancionero, junto a Oscar Matus, Eduardo Aragón y Armando Tejada Gómez. Grupos como Los Guaraguaos, de Venezuela y Quilapayún, de Chile, se destacaron en ese movimiento, que tuvo también su repercusión en España y Estados Unidos con Luis Jack, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel y Ana Belén, Bob Dylan, Joan Báez y Angela Deivi. Remotamente ese tipo de canción rememora a un Joe Hill,(1879-1915) en los Estados Unidos y a un Carlos Puebla (1917-1989) en Cuba
(IV)
Algunos dominicanos lo saben pero la mayoría no. Y es que Victor Víctor, junto a Manuel de Jesús, formó parte del grupo Los Beduinos, de Wilfrido Vargas (1949), cuando éste estaba haciendo sus pininos y actuaba en el night club Cashba de las afueras de Santo Domingo. Incluso, dos de los primeros temas de Los Beduinos, grupo orientado inicialmente a la música instrumental y ritmos tropicales variados, eran de la autoría de Vitico y se titulaban Como tú una flor y El camino de los amantes. Junto a Sonia Silvestre, Claudio Cohén y Luis Tomás Oviedo, Víctor Víctor se revelaría dentro de la nueva canción con su grupo Nueva Forma, en la misma época en que se destacaron Expresión Joven, Lodo, Convite, Generación Espontánea y Lucuam. ¿Los recuerdan? Allí se destacaron de manera respectiva, Ramón Leonardo, Manuel de Jesús y Chico González; César Namnúm y Milcíades Guerrero (director y cantante actualmente del grupo Maniel) ; Luis –Terror Díaz, José Enrique Trinidad y Marina Guzmán; Manuel Jiménez, Félix D´Oleo y Francisco García. Algunos de esos grupos se formaron dentro de la Iglesia Católica, como fue el caso de Lodo, que devino del Coro de la Parroquia Santa Ana con la complicidad del padre José Manuel Madruga. Históricos fueron los interdictos que se suscitaron dentro de esos grupos, como ocurrió en Lucuam, donde Manuel Jiménez expulsó a Félix D´Oleo, supuestamente por “canta malo”. Memorables fueron los casos de los compañeros “inseparables” Enrique Féliz y Ana Celia Lantigua, aquella bella joven nativa de Moca, que de un ícono popular del momento, vinculada a la izquierda revolucionaria de la época de mayor represión de los doce años balagueristas, terminó siendo señalada como colaboradora de los organismos policiales, razón por la cual, se vio obligada a refugiarse en la ciudad de Nueva York. Por los años ochenta, Luis Díaz, ya muy independiente, forma el grupo Madora, teniendo al lado a músicos de la talla de Manuel Tejada, Guarionex Aquino y Wellington Valenzuela. Transporte Urbano, fue el último invento del terror Díaz, creado luego de regresar de Nueva York, a donde fue a parar , de la misma manera que lo hizo Enrique Féliz (El tío Enrique) quien es ahora cristiano. De la pléyade de jóvenes dominicanos que se inició en esas lides: la bohemia y la trova con tendencia a la protesta, muy pocos fueron los que a la postre sobrevivieron, siendo Víctor Víctor y Juan Luis Guerra, los de mayor brillantez, proyección y vuelo, aunque justo es reconocer el trabajo de Manuel Jiménez, Luis Díaz, Félix D´Oleo y una figura que jamás debe ser soslayada, porque constituye la cantante dominicana de mayor trascendencia, Doña Sonia Silvestre. Tímidamente participaban Maridalia Hernández, considerada la mejor voz femenina de la canción; Sergio Vargas (1963) que llegó a ser un militante clandestino de esa causa, y Juan Luis Guerra, siempre con su timidez a flor de labios. Dos reconocidos sociólogos, como los son Rafael –Cholo- Brenes y Dagoberto Tejeda, se destacaron como mentores de Expresión Joven y de Convite. La última revelación de esa escuela de trovadores al estilo Víctor Victor (1948) y Juan Luis Guerra (1957), lo es Pavel Núñez, un muchacho con muchas condiciones que ojalá pueda levantar cabeza, perfilarse con estilo propio y triunfar. Se puede decir, que la Nueva Canción latinoamericana y la modalidad de ese tipo que surgió en Angloamérica, era una réplica de la Nueva Trova cubana que surgió en la década de los años 60s. La versión dominicana era “pin pun” a la cubana, donde había gente que imitaba a Silvio Rodríguez, de la misma forma que José Antonio Rodríguez imita a Joan Manuel Serrat. Y la copia no sólo era en la temática, el estilo de cantar y la forma de hacer música, sino también en el aspecto organizativo. Después de que Casa de las Américas organizara el Primer Festival Internacional de la Canción Protesta en 1967, eventos similares se llevaron a cabo en Sudamérica y el Caribe, siendo uno de ellos Siete Días con el Pueblo, en noviembre de 1974, organizado por Expresión Joven y la Central General de Trabajadores (CGT), bajo la dirección del fallecido sindicalista Julio de Peña Valdez. Una de las últimas versiones de ese tipo de eventos se llevó a cabo en México en 982, denominado Primer Foro y Festival Latinoamericano do La Nueva Canción. Pues bien, fue de esta manera, que la tonada campesina de Elías Piña, rescatada por Fradique Lizardo, usada por Barceló para sus campañas publicitarias, arreglada musical y poéticamente por Juan Luis Guerra, y cuya historia hablaba de la familia que quería que su hija se casara con un hombre rico mientras ella amaba a un joven de extracción humilde, se convirtió en un himno melódico que de paso llevó a los niveles más altos de venta, el producto de la citada casa licorera. Ni tonto ni perezoso, Juan Luis Guerra, que todavía estaba pagando el noviciado de la celebridad que es hoy, retomó el tema, le agregó otras cinco estrofas y lo grabó como canción, junto a Adalgisa Pantaleón. Y así nació entonces: “Como abeja al panal”, considerada la primera canción grabada por el grupo 4-40 y el tema con el que Juan Luis llega a la bachata en término de producción (*), a la que siguieron “Estrellitas y duendes”, “Burbujas de amor”, “Bachata rosa”, “Frío frío” y “Coronita de flores”, coronándose así de gloria, una modalidad de bachata, la llamada “Tecnobachata”, que antes, a manera de experimentación, había sido iniciada por los mismos: Víctor Víctor, Luis Días y Sonia Silvestre. Sin rubor se puede decir( y esto tema para otra historia) que en el mercado local, Sonia llevó originalmente el género de la Bachata a los niveles más altos de popularidad con los temas “El guachimán” y “Yo quiero andar”.
(V)
Hay que señalar, que a diferencia de otros músicos y artistas nacionales y extranjeros, Juan Luis Guerra es tan honesto y transparente, que hasta un verso que sirve de título de una vieja canción de la leyenda mexicana Agustín Lara, la acredita como ajena y no de su propiedad en “Como abeja al panal”. Se trata de la canción “Solamente una vez”, escrita por Lara en Argentina, en 1941 para su coterráneo José Mojica (*). ¿Lo recuerdan, el famosísimo cantante mexicano que tanta gloria dio al bolero? Mojica es un caso único en la cancionística latinoamericana, puesto que fue este bolerista azteca, el que, “por el amor de una mujer” que nunca le correspondió, abandonó el arte y se dedicó al sacerdocio a finales de los años 50s, muriendo en Lima, Perú, en 1974, bajo el nombre de Fray José de Guadalupe. José Mojica fue el mismo cantantazo que vino al país para la Feria de la Paz en 1955 y fue tanta la fobia que sintió por lo que vio en República Dominicana de la era de Trujillo, que tras montarse en el avión de regreso a México, tiró los zapatos para no llevar supuestamente tierra dominicana. De manera, que “Solamente una vez”, como casi todos los temas del llamado “Cole Porter mexicano”, es una canción con una historia muy larga y muy célebre, como para que Juan Luis Guerra, usara su título en los estribillos de “Como abeja al panal”, y no aclare que se trata del título del bolero aquel que todavía se oye en Buenos Aires en la voz de Ana María González, que dice:
Solamente una vez//
amé en la vida/
solamente una vez
/y nada más/
una vez nada más en mi huerto/
brilló la esperanza/
la esperanza que alumbra el camino/
de mi soledad./
Una vez nada más/
se entrega el alma/
con la dulce y total renunciación/
y cuando ese milagro realiza/
el prodigio de amarte/
hay campanas de fiestas/
que cantan en el corazón/.
Por cierto que “Como abeja al panal” generó un conflicto de derecho de autoría, cuando el señor Mateo de San Martín intentó apropiarse del tema y comercializarlo a través de su empresa Cubaney. La última acusación de plagio se la hizo a Juan Luis Guerra un locutor peruano radicado en Estados Unidos, quien en el año 2003 declaró que el tema Te necesito, que compuso el dominicano para el mexicano Luis Miguel, era una copia de una canción de similar nombre de Beto Danelli. El acusador, un tal Kike Gálvez, aseguraba entonces que el tema incluía algunos compases de la composición del fallecido Danelli. Se definía como primo hermano del compositor y reclamaba como indemnización nada más que la friolera de siete millones de dólares, según él, para ayudar a la viuda que estaba en la miseria. Cuando se le preguntó a Juan Luis sobre esta nueva acusación, como de costumbre, tímido, reservado y sin preocupación declaró que el caso no le quitaba el sueño y que seguía atendiendo sus asuntos como Dios manda. “Se trata de algo que no está fundamentado en nada sólido que lo avale”, expresó forzosamente el dominicano, para a seguidas agregar, que parece que el locutor peruano se confundió con los títulos de ambos temas. De toda manera, muy seguro de sí mismo, Guerra puntualizaba que veía muy remota la posibilidad de que el locutor peruano se atreviera a llegar más lejos con el asunto de la acusación y mucho menos a los tribunales. Como era de esperarse, tratándose de dos figuras célebres de la música y la canción, como son Juan Luis Guerra y Luis Miguel, la noticia sobre el supuesto plagio dio la vuelta al mundo ocupando los titulares de los principales medios de comunicación. De los nueve discos múltiples de Guerra, de los que restan por mencionar a “Soplando y/o Original 4-40”, “Mudanza y acarreo”, “Mientras más lo pienso tu”, “Ni es lo mismo ni es igual” y “Las avispas”, más del 95 por ciento de los temas son de su total autoría, tanto en música como en letras, amen de que son los que lo han situado en la cima del estrellato internacional como el mejor de los crooners de todos los tiempos y todas las latitudes. Verbigracia: “Bachata rosa” y “La bilirrubina”, que son sus dos temas más celebrados. Pienso que si alguna indelicadeza se le puede atribuir a Juan Luis, es no haber acreditado correctamente temas de su primer álbum como “Jardinera”, “Loreta”, “Feliciano” y “Juana Mecho” que como se sabe, son de autores conocidos y no productos del folklore. “Loreta” pertenece a Luis Alberti, y “Feliciano” a José Lázaro Sosa, que son dos autores dominicanos célebres. “Jardinera” es una versión dominicana de un viejo tema brasileño a ritmo de marcha carnavalesca, que se popularizó por primera vez en el país en la voz de Joseito Mateo, que lo fusiló después que se lo oyó cantar a la argentina Libertad Lamarque, cuando la llamada “novia de América” vino al país en 1955, junto a un grupo de grandes artistas invitados por Petán Trujillo, para la susodicha Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre, que en aquella ocasión fue algo así como una suerte catapultada de la llamada Semana Aniversario de la antigua Voz Dominicana. El tema, cuyo autor es el brasileño Benedito Lacerda (1903-1958) (0) (con aporte de Humberto Porto) lo han grabado también Johnny Ventura (1940) y Fernando Villalona (1955), notándose en todas esas versiones, una variación en las letras, cuya versificación original dice:
Oh! Jardineira por que estás tao triste/
Más o que foi que te aconteceu/
Foi a Camélia que caiu do galho/
Deu dois suspiros/
E depois morreo./
Vem Jardineira/
Vem, meu amor/
Ñao fique triste/
Que este nundo, é todo seu/
Tú es muito mais bonita/
Que a Camélia que morreo./
En la versión de Juan Luis Guerra, las letras de “Jardinera” son estas:
Ven, Jardinera…/
Jardinera tu que estás tan triste/
dime qué fue lo que te pasó/
Fue la gardenia que se perdió/
dio dos suspiros y se murió./
Ven, Jardinera/
ven mi amor/
para que no estés triste/
que todo ya pasó/
tú eres mucho más bonita/
que la flor que se murió…/
“Juana Mecho”, es un tema que se lo saben todos los dominicanos mayores de 40 años.
Ay Juana Mecho que tu me tienes impuesto/
Juanita mecho que tu me tienes impuesto/
a darme un beso cuando me acuesto./
La quiero y la quiero y quien me lo quita/
la quiero y la quiero y quien me lo quita/
yo me la llevé desde muchachita/
lo la llevé desde muchachita./
Inclusive, Juan Luis Guerra, es hoy por hoy uno de los compositores más demandados, formando parte del selecto grupo de artistas de la llamada “música del mundo”. Todo cantante famoso y popular quisiera tener en su repertorio un tema de este singular cantautor dominicano. Y de hecho, intérpretes de la talla de Emmanuel, Luis Miguel y Franco De Vita, cuentan en sus catálogos personales con temas del crooner dominicano. ¿Dónde están entonces los patrones arrendados de Juan Luis Guerra?
(VI)
Si bien Juan Luis, como hemos dicho, llevó al estrellato un estilo de cantar y hacer música que en el país originalmente se le atribuye a su carnal Víctor Victor, el diseño de los 4.40, que quiere decir, afinación perfecta, su coreografía, coro y fraseo, han sido copiados dentro y fuera del país. No son uno ni dos los grupos que en Hispanoamérica han intentado parecerse a los 4-40, desde que otro carnal de Juan Luis, el señor Alex Mansilla apareciera en el escenario artístico vernáculo en el año 1992, con su grupo “Cañaveral”, aquel cuarteto formado dos años antes e integrado también por Carolina Hernández y Agustín Heredia, el cual, según dicen las malas lenguas, fue ideado por Rafael –Cholo- Brenes y su sello OI Récords, motivado por el éxito de los 4-40. Cholo Brenes siempre ha aprovechado la época de moda para crear grupos musicales, integrados generalmente por jóvenes. Ahora mismo se destaca, casi desde el anonimato, ese padrote, con el grupo de bachata pop: Negros, alrededor del cual hay una interesante historia sobre plagio que ahorita mismo la cuento. Cañaveral era en cierta forma otro grupo de calidad, que comenzó a proyectarse con dos temas: “No voy a mover un dedo” y “Ella me vivía”, que en esencia eran la pura música de Juan Luis Guerra y de los 4-40. Pocas cosas diferenciaban a ambos grupos, quizás que Mansilla improvisaba más con la trompeta y la utilizaba en un tono más alto, dándole un toque de latín jazz a su música. De hecho, ambos se habían iniciado en ese mundo inagotable y maravilloso del rock y el jazz, junto a otros jóvenes de barrios de clase alta y media, teniendo a Gazcue como eje de operación. Tiempo después, circunstancias especiales, separarían a estos dos genios, como por ejemplo, cuando Juan Luis se fue a Boston a estudiar música, en Berklee Music College, para regresar más tarde, sin graduarse, montado en su bicicleta. Alex fue desde muy chico un amante del rock, junto a Roger Zayas Bazán y Marcos Hernández (integrantes de los 4-40) y se sabe que de esa interacción barrial, surgió inicialmente uno de los primeros grupos de rock dominicanos: The Friends, en el que participaba, incluso, Carolina Hernández, una de las voces de Cañaveral y hermana de Marcos. Como esa música dejaba poco o nada, ya que al rock y al pop, desde mediados de los años 70s, les ocurrió como a la música latina en los Estados Unidos desde finales de los años 50s, (0) los muchachos incursionaban con relativo éxito en la publicidad como “jingleros” y allí también estaba Manuel Tejada. Cuando no era en el barrio, el grueso coincidía en el estudio de grabaciones Audiolar, donde montaban los jingles, bajo la dirección de Juan Luis, Alex y Tejada, que eran los genios en la materia, y en los que con frecuencia se utilizaban los servicios de los reconocidos percusionistas Angel Miro (Catarey) y Chichi Peralta. Se sabe que Catarey, un tremendo percusionista que hizo maravilla con la fusión de los ritmos caribeños, hasta hacer un híbrido de ellos con su creación de Guayingue, falleció hace años en un accidente automovilístico en Venezuela, precisamente durante una gira junto a Juan Luis Guerra, en la que andaba además, Sergio Vargas. Y Peralta se destaca al frente de su propio grupo. Fue así como surgen los 4-40, en el que originalmente estaban Maridalia Hernández y Mariela Mercado que es la esposa de Manuel Tejada. Quizás la ausencia de Alex Mansilla en el proyecto de los 4-40, más que por diferencia con Juan Luis, se debió a que dos gallos de la misma calidad no pueden lidiar juntos en una misma traba, de la misma forma de que en una colmena de abejas no pueden convivir dos reinas. Se afirma, sin embargo, que uno de Los Mansilla, llegó a actuar como instrumentista en algunas de las grabaciones iniciales de los 4-40, no pudiendo confirmar quien escribe, si fue Alex o su hermano Luis, otro virtuoso músico e ingeniero de sonido, que en sus años mozos dirigió el grupo “Dos por uno”, junto a otro joven de nombre Javier. De manera, que nada podía haber de extraño en el parecido de Cañaveral con los 4-40, algo que la crítica a favor de Juan Luis, con voceros reputados enclavados en los diferentes medios de opinión pública, no entendió ni asimiló, desatándose una campaña tan implacable que hizo que Cañaveral explotara a destiempo y desapareciera con la misma rapidez con que se reveló. Hay quienes han dicho que el propio Juan Luis, llegó a molestarse por el tremendo parecido, motivo por el cual habría llevado al líder de los 4-40 a movilizar recursos en procura de que las cosas no llegaran más lejos. De ahí, el uso de los periodistas amigos, que a Juan Luis le sobran en República Dominicana, los cuales le entraron como la conga al pobre de Mansilla. Meses después, un tanto recuperado, Alex reapareció en público como Alex Mansilla y su grupo y/o Alex Mansilla a la seca, grabando un álbum llamado “Mar Caribe”, donde hay un tema recogido en dos versiones, a ritmo de salsa y balada. Y para que vean que en conflictos de amigos (en el real caso de que los hubiere), nadie debe inmiscuirse (de la misma manera, que en pleitos de marido y mujer) en esta producción de Alex Mansilla, Juan Luis Guerra figura como arreglista de algunos de las canciones, de la misma manera que Luis, el hermano de Alex, siguió colaborando con el líder de los 4-40, a tal nivel de que es el ingeniero de sonido de la producción “No es lo mismo ni es igual”, con la que Juan Luis, pese a que se recicla así mismo obtuvo otro premio Grammy.
La carrera de Juan Luis Guerra sigue en ascenso y ya se sabe de sus nuevos triunfos y más recientes presentaciones, incluyendo otro Grammy y un homenaje en Berklee, Boston Massachussets, junto a nuestro otro grande Michael Camilo, donde deleitaron multitudes
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