SANTIAGO.- La candidatura a senador de Francisco Domínguez Brito, podría catapultarlo en el firmamento político nacional o, por el contrario, erosionar el meteórico ascenso que ha logrado. Si se obvia la imposibilidad que ha tenido, de cumplir su promesa de enviar a la cárcel a los corruptos de este y pasados gobiernos, habría que concluir en que el prominente penalista santiaguense ha tenido un decente desempeño, al frente de la Procuraduría General de la República.
Tras su magnífico trabajo como candidato a senador del PLD en los comicios del 2002 cuando, a decir de muchos, fue víctima de un fraude que lo despojó de la curul, Domínguez Brito de inmediato comenzó a ser considerado como el compañero de boleta de Leonel Fernández, dos años después.
Pero las cosas no sucedieron así, lo que significó para él la pérdida del primer asalto de un combate en el que está signado con los más auspiciosos augurios que político de su generación pueda mostrar ante la colectividad.
El llamado “round de estudio” entre los peleadores, evidentemente fue aprovechado por Francisco para medir sus pasos políticos, aceptándole a Leonel ser jefe del ministerio público. Con esa designación, se resarcía su figura, pues se puso en sus manos tan delicado cargo, del que poco han logrado salir inmaculados o, dicho en lenguaje más llano, con la frente en alto.
Ahora, al asumir nuevamente la representación electoral del Partido de la Liberación Dominicana en esta provincia, Domínguez Brito se juega su futuro inmediato en la política vernácula, de la que ha salido bien librado, hasta el momento.
Esto así, porque si logra vencer la “alianza rosada” en esta demarcación, habría demostrado que el liderazgo que evidenció hace cuatro años no fue producto del azar. En aquélla ocasión, moralmente derrotó no sólo a su contrincante oficial, Víctor Méndez, sino que se llevó “de paro” todo el andamiaje del gobierno de entonces, con Hipólito Mejía a la cabeza.
Pero, otra derrota, por muy disputada que sea, en esta oportunidad luce que deslizaría peligrosamente su ascenso político, del que algunos se alegrarían, entre ellos algunos empotrados en el mismo partido al que pertenece Francisco que lo miran, como mucha gente del pueblo, como un posible candidato presidencial peledeísta en un futuro no muy lejano, pero a quien hay que cortarle las alas cuanto antes, para evitar que siga alzando vuelo, dejando atrás a quienes sólo esperan que Leonel Fernández no vaya como candidato, para lanzarse tras la famosa “silla de alfileres”.
De modo, pues, que Francisco está más que obligado a vigilar todos sus flancos porque, si debe imponerse a la “alianza rosada”, también habrá de vencer a quienes, dentro de su partido, juegan de antemano a que fracase el 16 de mayo próximo.