En uno de mis artículos anteriores señalaba las distintas artimañas y malabarismos que utilizaría el partido de la Liberación Dominicana para tratar de desbaratar la proyectada alianza entre el PRD-PRSC, le tiraron con todos los cañones. Desde traer los fantasmas de Balaguer y Peña Gómez, hasta compararla con una alianza gay.
Los dirigentes de la cúpula peledeísta y el famoso consejo reformista, se dieron a la tarea de llamar a lo largo y ancho de la geografía nacional a todos cuantos podían poner en el camino de la alianza “ROSADA”; lograron atemorizar a la dirigencia de ambos partidos convocantes hasta el punto de pronosticar una estampida de candidatos a muchos de los cuales se le han hecho propuestas jugosas.
Hay casos que duelen, el caso de Ozuna en Bocha Chica, Juan Estévez de San José de las Mata y lo de San Francisco de Macorís son de las heridas que dejará esa necesaria alianza ROJA-BLANCA, pero ni modo, sacrificar el todo por las partes; son dirigentes líderes de sus comunidades que no solo tienen el escrutinio positivo de estas, sino que han hecho su trabajo; pero en algún lado tenía que romperse el saco.
Lo que no me explico es como el PRD aceptó que los reformistas impusieran casi todos sus candidatos en las demarcaciones donde ellos son ganadores, como el caso de Higuey y no le exigieron lo mismo en localidades donde el PRD es una línea como el caso de Boca Chica. Son situaciones que deben analizarse ya que no deben permitir que se hagan venganzas personales en aras de la “necesaria alianza”.
Ahora bien, no podemos analizar este fenómeno al margen de los márgenes de errores que se producen en el camino de la conformación del hecho histórico
Matizado por múltiples variables e incidentes. Por ejemplo, el liderazgo de ambas organizaciones puja por imponer sus candidatos y abandona a aquellos que no les son afectos.
¿A quien le importa más que en Higuey los reformistas sean candidatos, a Amable Aristy Castro o a Quique Antún? Indudablemente habrá otras provincias donde Antún le interese más un candidato que en la Provincia la Altagracia; lo mismo pasa en el PRD; pero no solo gravita el interés de los dirigentes, también aparecerán variables de tipo local, de enemistades personales entre lideres reformistas y perredeístas, recuerden que son dos partidos enfrentados por años.
La variable económica incide con fuerza en la alianza rosada, recuerden que se enfrentaran a la coalición oficial con todos los recursos del mundo; el PLD ha demostrado que sabe hacer campaña y que en eso de usar el poder se unifican de la forma más hermética posible, se defienden como “gato bocarriba” y tienen los mejores defensores en los medios de comunicación.
Muchos analistas políticos no alcancanzan a ver la magnitud del momento político que se vive en el país; son tan simplistas en sus opiniones que llegan a “pronosticar” la desaparición del Partido Reformista Social Cristiano cuándo es todo lo contrario. Es ahora cuando el PRSC se esta convirtiendo en partido.
Así como lo oyen, es ahora cuando una Asamblea del PRSC y sus organismos de dirección funcionan. ¿Cuándo antes los reformistas decidían algo?, digo como partido, como la suma de las voluntades de sus dirigentes. ¿Cuándo se consultaron las bases de cara a cara, como se vio obligado a hacer Quique Atún, Casanova y toda la dirigencia del partido del Gallo?.
Ese ejercicio social es histórico, trascendental y único en la historia inmediata de la política dominicana: Nace una nueva clase política dirigente en RD; no fue por correrle a las responsabilidades que Quique Antún y Ramón Alburquerque dejaron a Casanova y Jorge Mera dirigir el proceso; es que ambos presidentes se le hacía más difícil conversar con sus dirigentes-candidatos para obligarles a dejar sus aspiraciones y puestos ganados con inversiones y sacrificios.
Jorge Mera y Casanova son dos dirigentes frescos, sin tantas ataduras en los organismos de sus partidos, son más pacientes que sus presidentes. Además tienen menos que perder cuando imponen una decisión política que afecte a algún dirigente; en suma no tienen tantos compromisos personales de las contiendas pasadas.