Todo el mundo sabe que el Presidente de la Cámara de Diputados es un gran conciliador, un hombre que no ha perjudicado a nadie, que no le ha pasado factura a nadie, ni ha levantado su voz para perjudicar ni ofender a nadie.
Lo antes dicho hubiera sido el deseo de aquellos que desde todo el poder no querían que el humilde dirigente escalara la más alta posición dentro de la llamada cámara baja.
Pero Pacheco es un hombre al que nada le sube los humos a la cabeza, que sigue siendo no solamente humilde, sino habitante en todo el sentido de la palabra con los hombres y las mujeres de su barrio, y de las bases de su partido.
Porque Pacheco viene de ahí, como un soldado raso, subiendo escalón por escalón, sin más empuje que una obra social y política digna de imitar.
Ahora aspira a Sindico por el Distrito Nacional, y será Sindico, porque todo el mundo sabe que no es hombre de prometer para no cumplir, que no le va a dar la espalda ni a sus amigos ni a los compañeros de su partido, que no va andar dizque fiscalizando las obras que hace en un rico auto-móvil, sin siquiera saludar a los pobres que trabajan.
Pacheco no va a inventar nada, porque es un político de tiempo completo, porque sabe lo que necesita la más vieja ciudad del nuevo mundo, conoce sus problemas, y conoce mejor que nadie lo que debe ser la labor de un edil para beneficio de la ciudad que le eligió, y que se debe hablar menos y hacer más, además de no repartir el tiempo en cosas que no son del trabajo que le compete a un Sindico.
Nadie lo dude, Pacheco será Sindico, para beneficio de la capital, para demostrar su capacidad de trabajo, sin llegar a ser un intelectual, sino un hombre practico, y de ahí la carrera de este dominicano humilde será ascendente, como premio al trabajo, y a la lealtad, al amigo sincero, al compañero solidario que no tiene farmacia, como decía un líder, pero si puede conseguir la medicina, que no tiene hospital, pero si pudo comprar una ambulancia, que no tiene funerarias, pero que ha enterrado a cientos de dominicanos.
Pacheco será Síndico, no solamente venticuatro horas, sino un Sindico del pueblo, puesto por el pueblo y al servicio del pueblo.