Santo Domingo.-Un hijo de Germàn Santiago, jefe de Redacción de este periódico, fue atracado en la tarde del pasado lunes cuando se disponía a penetrar al campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde estudia, habiendo sido socorrido por un policía que persiguió a los delincuentes hiriendo a uno en una pierna.
A Eduardo Tejada Morfa los atracadores le llevaron un celular, un reloj y la cartera con 1 mil 700 pesos y sus documentos personales, los cuales no pudo recuperar pese a la intervención del agente que hoy se encuentra detenido para fines de investigación.
El joven Tejada Morfa consideró inexplicable que el policía, a quien sólo conoce por su primer nombre de Luis, esté detenido en el Palacio de la institución, cuando su único pecado fue cumplir con su deber al perseguir a delincuentes que operan en cuadrillas en los alrededores de la zona universitaria.
Dijo que los atracos son frecuentes en la zona y que a diario estudiantes de ambos sexos son víctimas de las bandas que siguen operando allí pese a que la Policía Nacional ha dispuesto de un personal especializado de vigilancia y protección para ese centro.
Pidió a la jefatura de la Policía dejar en libertad al agente que lo socorrió y en lugar de sancionarlo hacerle un reconocimiento por al haber actuado conforme a su misión que es la combatir la delincuencia y proteger vidas y propiedades.
Para la tarde de hoy jueves Eduardo Tejada Morfa se dispone visitar el Palacio Nacional junto a su padre, Germàn Santiago, a los fines de gestionar la puesta en libertad del agente.
En septiembre de 2004, fue una sobrina política de Germàn Santiago, de nombre Paola Lantigua Vásquez, estudiante de medicina, la que fue DOS veces asaltada por un individuo dentro del mismo campus de la UASD.
Lo inexplicable del caso es que la primera vez el sujeto fue apresado e identificado como estudiante del centro, pero a los dos días andaba de nuevo por el campus haciendo de las suyas y atracando de nuevo a la joven.
El hecho fue denunciado en los periódicos y en su oportunidad Germàn Santiago, desde una columna semanal que producía en el Listìn Diario, lo contó en una historia que reproducimos para que los amigos lectores hagan una relación de los hechos y vean las cosas extrañas que pasan en este país con la delincuencia.
LA DELINCUENCIA Y MI SOBRINA PAOLA
Germàn Santiago
Mi sobrina Paola Lantigua estudia medicina en la UASD.
Ella nació en Santo Domingo, pero la muerte trágica de su padre en un accidente, hizo que su familia compuesta por otras tres hembras, se fuera a vivir al pueblo natal de los abuelos, Nagua, donde la madre se empleó como maestra de escuela. Esa es su profesión y con ella la madre ha logrado levantar a sus muchachas, incluyendo a Paola, la segunda hija, que sueña con hacerse doctora en medicina.
A principios de septiembre, mientras se movilizaba de una facultad a otra por el campus de la UASD, un hombre moreno, alto y fuerte como orangután, la sorprendió por detrás, le puso un objeto cortante en la espalda e intentó obligarla a entregarle toda su pertenencia.
Paola no es tonta, pero como toda mujer dominicana, sus nervios andan de puntas, por lo que al sentir el inminente peligro que le acechaba, histérica y asustada, gritó y pidió auxilio.
Sorprendido por la reacción maquinal de Paola, el sujeto llegó a empujarla y emprendió la huida, siendo perseguido por un grupo de estudiantes que lo atraparon y lo llevaron a la rectoría, que a su vez, lo entregó a la Policía.
El tipo, según se le explicó a mi sobrina, resultó ser un estudiante de la academia, el cual a las pocas horas y inexplicablemente andaba en las calles de nuevo planeando otras fechorías.
La primera vez la cartera y el celular de Paola cayeron por el suelo, resultando averiado el primero.
El pasado martes 14 de septiembre, todavía sin reponerse del susto, Paola andaba en sus afanes por la ciudad universitaria, cuando la sorprendió de nuevo el sujeto, esta vez tomándola por detrás y amenazándola con degollarla con una navaja.
Por la circunstancia en que esta vez fue sorprendida, Paola no tuvo forma de reaccionar. Fue ultrajada y torturada emocionalmente por el sujeto que le quitó lo que llevaba encima, incluyendo prendas, dinero y el celular que según le hizo saber, era su principal objetivo.
‘‘Te tengo ubicada, perra, por ti duré dos días preso, si hablas, la próxima vez te mato’’, le dijo el sujeto y se marchó dejándola aterrorizada.
Debido a que Paola vive familiarmente sola en la capital, hospedada en una pensión que paga junto a otras compañeras, ha acudido a mí para que la ayude. Ahora la tengo en mi casa, a la espera de que las autoridades de la UASD y la Policía Nacional, ordenen actuar en su auxilio.
Mientras tanto, Paola, que no puede pagar a una persona para que la proteja, resiste volver a las aulas universitarias por temor al sujeto que la mantiene ubicada y peor aún: amenazada.
Como no debo tomar la justicia con mis propias manos (saliendo a buscar al sujeto) ni tampoco la agraviada tiene un padre vivo para que la proteja, hace días que espero respuesta de quienes deben actuar en consecuencia. Y reconozco que lo hago indignado por dentro, a veces a regañadientes, dando aliento a Paola para que no se materialicen sus intentos de regresar a su casa y por culpa de la impune delincuencia mandar su futuro a la porra.