No sé las razones, pero debo confesar que le creía a Héctor Rodríguez Pimentel, Angel Lockward, Alexis Joaquín Castillo y a Simón Tomás Fernández, cuando gritaban a todo pulmón que querían que su Partido Reformista Social Cristiano trillara el camino electoral solo o, dicho en otra palabra, que se oponían resueltamente a cualquier tipo de alianza con otras organizaciones de su género. Ese discurso, tan electrizante como impactante, caló en mí y, me imagino, también logró hechizar a miles de dominicanos, no necesariamente porque estemos de acuerdo con esa posición, sino porque eran tan vehemente sus prédicas en esa dirección, que se presentaban a los oídos nuestros como posiciones nacidas de sus corazones, buscando reencontrarse con la autenticidad reformista.
Recuerdo que ese grupo y otros dirigentes reformistas no menos importantes, para justificar que ese partido no se aliara a nadie para las elecciones de mayo próximo, esgrimían el dato cierto que, de las tres agrupaciones mayoritarias, la única que mostraba un ostensible crecimiento era la entidad política que, en el exilio, hace más de 40 años fundó Joaquín Balaguer.
Pero, ¡oh sorpresa! Ese mismo grupo de conspicuos dirigentes reformistas que hace sólo algunos días defendía a capa y espada esa posición, ahora resulta que anuncia un movimiento de reformistas, para apoyar al Partido de la Liberación Dominicana y sus aliados, en ruta a los comicios del 16 de mayo próximo.
Dicho en un lenguaje más llano: estaban contra las alianzas si era con el PRD, pero se han olvidado del crecimiento sostenido del PRSC en el electorado nacional, cuando de buscar cobija en el gobierno y el PLD se trata.
Cuando la enorme mayoría de los reformistas decidieron secundar la “alianza rosada”, para Héctor, Angel, Alexis, Simón y compartes eso no estaba correcto, porque el partido blanco succionaría al colorao.
Como ellos dicen que representan a más de un 50 por ciento de sus compatriotas, a lo mejor pretenden “chuparse” sin mucho esfuerzo al PLD y aliados, porque me imagino que ahora, cuando se han quitado las caretas y entran oficialmente al reino del oficialismo, lucharán a brazos partidos para no terminar en el vientre de los peledeístas.