Identidad ideológica y partidos políticos

SANTO DOMINGO.-El distanciamiento de las elecciones municipales y congresuales de las presidenciales ha metido a este país en un estrés electoral crónico porque no salimos bien de un proceso cuando arrancamos inmediatamente con el otro. El 17 de mayo de este año amaneceremos con el lanzamiento de los presidenciables en un afán organizativo que no permite el más mínimo receso a los agotados activistas y líderes de los partidos. Inmediatamente terminamos con la campaña del presidente salen los aspirantes a cargos electivos de los ayuntamientos y el Congreso.

Ese círculo vicioso provoca una acelerada carrera en la que el que no tenga recursos económicos garantizados para soportarla se agota en la carrera. Esto, combinado con la prisa de los que quieren volver al poder y los que no quieren que lo quiten, trae un obligado descuido a las labores de adoctrinamiento a las masas y dirigencia partidarias.

Entonces tenemos partidos políticos muy ocupados en los asuntos electorales y con poca gerencia interna para fortalecer la institucionalidad y la educación. Esto es muy fácil de comprobar: sólo tenemos que encuestar a dos o tres miembros de los millones que tienen los partidos grandes y preguntarles sobre su plataforma ideológica. Los resultados debemos imaginárnoslos porque vivimos en la misma sociedad de campañas con discoliht, bonches y toques de banderas.

El panorama se pone más sombrío cuando analizamos las primarias que se están desarrollando en los últimos tiempos en los procesos electorales de medio término. Nos encontramos que los “nuevos líderes” que llegan aspirando desde los más variados sectores de la sociedad no tienen una pizca de conocimiento de los valores de esos partidos y debutan con como estrellas iluminadas de fama y recursos, suficientes para convertirse en legisladores, síndicos y regidores.

Aquellos “teóricos” con años de estudios y análisis para hacer estatutos y normativas de procedimientos institucionales no encuentran tiempo, espacio ni presupuesto para implementar sus programas educativos. Y peor les pasa a los humildes servidores que preceden de las canteras comunitarias; aquellos que se levantan de madrugada a llevar un ciudadano al hospital y que diariamente son aclamados por los más necesitados; esos que conocen a los militares de los cuarteles de todos los barrios porque tienen que ir a sacar de las rejas a los muchachos que caen presos en las famosas redadas. No importa lo que hagan por su pueblo; si no tienen para “la logística” que solicitan los militantes de los partidos de masas no pueden soñar con un cargo electivo.

Todo lo que pasa en la vida conduce a algo, y lo que estamos presenciando es que esa pérdida de base ideológica en la política de los principales partidos los está llevando al inmediatismo clientelista electorero, que finalmente los encamina por el desprestigio como organizaciones, abriendo paso a otras alternativas de representatividad popular improvisada e incierta, como está ocurriendo en muchas naciones.

Este viciado sistema de selección de representantes por conveniencia a corto plazo va agotando el ejercicio democrático y el cultivo de líderes con vocación de servicio. Si los partidos que cuentan con alguna mística no se preocupan por retomar la metodología de la educación de sus cuadros para que reproduzcan la metodología, la disciplina y el respeto al derecho al sufragio universal en su interior, tendrán un destino de degradación similar al que han experimentado aquellos que fueron grandes y que hoy no son más que ventorrillos políticos sostenidos para hacer negocios.

Así no sobrevivirá el sistema de partidos y eso atentaría con todo lo que hemos logrado en materia de equilibrio político.