Imagino que todos de alguna manera u otra hemos sido víctimas de San Valentín y de los síntomas después de ser flechados por su tiro certero. Algunos recordamos con cariño la simpleza con que se desarrollaban el día de San Valentín cuando éramos niños, el cual consistía en llevarle una flor a tu mejor amiga del colegio o a tu profesora preferida.
Algunas veces si era una amiga muy especial le escribíamos un pequeño poema el cual expresaba cuan profunda era dicha amistad. También era costumbre de usar una camisa roja la cual simbolizaba que en verdad sentíamos lo que San Valentín significaba.
Cuando nos convertimos en adolescentes y comenzamos a ser cortejadas(os) el día de San Valentín tenía una connotación especial y mágica. Ya que recibíamos de esa persona especial una bella tarjeta, la cual contenía en ella un poema de amor describiendo cuan grande eran esos sentimientos, y lo especial que hacíamos sentir a la persona amada. Algunos que gozaban de mejor posición económica podían enviar flores adjunto con una caja de chocolate.
A quienes no le gustaban las flores recibían chocolates y el tradicional muñequito de peluche, el cual conservábamos por años. También en esta fecha es imposible olvidar las clásicas serenatas las cuales se dejaban oír en la noche de San Valentín.
Hoy en día hablar de la celebración del Día de San Valentín es sinónimo de hablar de la gran cantidad de dinero que gastaremos para halagar a la persona amada, o a quien sea que queramos halagar en este día tan bello. Si miramos alrededor la lista de gasto comienza en las escuelas, las maestras hoy en día nos envían una lista de los alumnos con quienes nuestros hijos comparten el salón de clase, más el nombre de las maestras y sus ayudantes.
Esta lista significa que tienes que ir a la librería o farmacia y comprar tarjetas para todos los que componen la lista. Si la escuela decide celebrar en grande como casi es tradicional, tienes que cooperar con una donación monetaria, o en algunos casos la escuela te asigna algo especial para dicha fiesta lo cual varía desde refrescos, galletas, suspiros o bizcochos.
A la lista de gastos se añade también la realidad de que si tienes hijos(as) adolescentes ellos necesitan regalarle a esa persona especial en su vida. Cuando te detienes a pensar en tu esposo(a) la cosa se complica aun más.
Los hombres tienden a escoger llevarte a un restaurante para celebrar este día lo cual siempre termina en discordia. En esta fecha los restaurantes siempre están repletos y los meseros tienden a apresurar el cliente con la intención de darle espacio a las miles de reservaciones que ellos tienen. Puede ser el mejor restaurante, pero en estos días festivos la atención no es tan buena como es otro día cualquiera del ano.
Las féminas optan por comprar el perfume, o la tradicional corbata, lo después algunos años es rutinario. Otras parejas esperan los deseados diamantes, o collares de perlas, otras hacen intercambio de costosos regalos los cuales tienen que cargarlos a sus tarjetas de crédito y cargar con esa deuda más los altos intereses a que están sujetos. Algunos optan por regalarse vacaciones o perfumes. En fin todos tratamos de hacer este día súper especial y lo consideramos mas especial basado en la cantidad de dinero que gastemos para agradar a nuestros seres queridos.
Con la comercialización de este día de el amor y la amistad las únicas personas que han ganado han sido las grandes empresas quienes gastan millones de dólares en campañas publicitarias incitando a los consumidores desde niños hasta ancianos a gastar lo máximo, lo cual es sinónimo de halagar a los nuestros y demostrar nuestro amor.
Nosotros los consumidores somos los grandes perdedores, hemos perdido la magia y el embrujo que nos traía el día de San Valentín, hemos hecho a un lado el romanticismo, los poemas, las serenatas que eran propias de aquellas épocas y nos hemos convertido en esclavos de este consumismo sin igual. En el afán de comprar el mejor regalo, hemos hecho a un lado la verdadera esencia de la fiesta de San Valentín.
En este San Valentín, remontémonos pues a lo más recóndito de nuestros recuerdos, viajemos al pasado y rescatemos un poco del romance que hace años nos embargó y hagamos esta celebración de la forma que debe ser con menos consumo pero con mucho más amor. Hagamos uso de las dotes con que DIOS nos ha premiado y amémonos más….