ISABEL ALLENDE.-Empezó a escribir "Inés del alma mía", cuya protagonista es Inés Suárez. Es sobre la amante del conquistador Pedro de Valdivia, ignorada por los libros de historia.
Empezó a escribir su próximo libro un 8 de enero, como siempre. Su fecha de suerte. La protagonista será nuevamente una mujer, Inés Suárez, que en 1540 llegó a Chile siguiendo a los conquistadores. "Fue la amante de Pedro de Valdivia y sin ella los españoles no habrían podido hacer nada. Salvó a la ciudad de Santiago, encontró agua en el desierto de Atacama, pero en los libros de historia su nombre nunca aparece".
Isabel Allende, sentada en un sillón tapizado en brocado del hotel Inghilterra en Roma, a dos pasos de Piazza di Spagna, habló de su nueva obra, Inés del alma mía, que será traducida al italiano en un año. Los ojos le brillan cuando, hablando de mujeres y de Chile, se nombra a Michelle Bachelet.
Luciendo una chaqueta de terciopelo color naranja y aretes antiguos, delgada y con un rostro sin edad, la escritora latinoamericana más famosa y más leída está en Italia para la reedición en rústica de Feltrinelli de Las Memorias del águila y el jaguar, la trilogía para niños. Después de los encuentros de Roma, Florencia y Milán viajó a Turín para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, el viernes pasado. "Es la primera vez que asisto a los Juegos y siento una gran alegría porque estaré con mi familia: mi marido, mi hijo Nicholas y su mujer, todos grandes amantes del deporte", dijo en la charla, antes de viajar a Turín.
Inés Suárez fue olvidada por los historiadores, pero seguramente a Michelle Bachelet, primera mujer en ser electa presidente de Chile, nadie le quitará un lugar en la historia.
"Su victoria fue una sorpresa, algo maravilloso para toda América latina. No solamente porque es mujer, sino porque es una mujer divorciada, agnóstica, socialista. No tiene un físico de modelo, no es vanidosa, mantiene siempre un perfil bajo. Es profunda, inteligente, con los pies sobre la tierra. Y si bien trata de ser conciliadora, no es una mujer débil. No habla nunca de reconciliación, sino de reencuentro. La reconciliación implica el perdón y no se puede pedir a las víctimas de una dictadura atroz que perdonen".
—"Munich", de Spielberg, invita a reflexionar sobre eso precisamente. Si no se puede perdonar, ¿cómo cree que se debe manejar un pasado de violencia?
—El tiempo es esencial. En Chile tenemos ya dos generaciones que no habían nacido cuando Pinochet hizo su golpe. Ellas sí que podrán pensar el pasado con más distancia que nosotros. Para mi generación es imposible. Michelle Bachelet es importante también por eso: representa la transición, el vínculo entre el antes y el después. Vivió la tortura y la muerte del padre, la cárcel y el exilio con la madre. Volvió para enfrentar el pasado y ajustar las cuentas con el futuro. Es un símbolo. Si es capaz de trabajar sin olvidar lo que sucedió, llevará al pueblo chileno hacia lo que mencionaba antes: el reencuentro.
—Para Chile se abre una nueva era, Latinoamérica está viviendo un cambio político.
—Ha habido un giro a la izquierda, pero ya no son los años setenta y no es más aquella izquierda. Son situaciones muy distintas una de otra, no se puede poner en un mismo plano a Chávez y a Bachelet. En Chile, el ex presidente Lagos trató de reducir la brecha entre ricos y pobres. En Chile no se ven más villas miserias ni vidas marginales, pero si un gerente nuestro gana hoy igual que su homólogo estadounidense, un obrero sigue teniendo dificultades.
—Usted vive desde hace años en Estados Unidos, ¿cómo interpreta el crecimiento del fundamentalismo, y no sólo islámico?
—Estados Unidos se ve afectado por un tipo particular de fundamentalismo, el mesiánico. Sumamente peligroso para un país tan poderoso, que cree ser el centro del mundo. La mitad de las personas que ocupan el Congreso no tienen pasaporte, porque no consideran tan importante viajar. Las noticias en los medios se concentran solamente en los países atacados. Primero fue Afganistán, hoy nadie lo recuerda y se habla solamente de Irak. La mayoría de los estadounidenses no saben ni siquiera ubicarse en un mapa geográfico. Después de las elecciones en mi país me preguntaron si Chile quedaba en China, teniendo en cuenta que la pronunciación era similar.
—Si piensa en Italia, ¿qué mujer le viene a la mente?
—¿Qué mujer? (Isabel Allende mira a su alrededor, un poco desconcertada, después la memoria acude en su ayuda) Sofía Loren. ¿Pero cuántos años tiene?
Traducción de Cristina Sardoy