El proceso electoral en marcha no debe ser un carnaval de insultos entre los candidatos y candidatas.
Debiera convertirse en un periodo de debate de los problemas que afectan a las comunidades y de cómo cada quien se plantea solucionarlos.
No debe ser el periodo de campaña una batalla campal, de encerronas y maniobras para perjudicar al adversario.
Debiera ser un momento en el que cada candidato pueda exhibir sus conocimientos y aptitudes ante el electorado.
La utilidad que tiene una campaña electoral no es sólo la de escoger a los que serían senadores, diputados, síndicos y regidores.
Es, además, la de que permita exponer a los aspirantes con todo su talento, conocimiento y sensibilidad hacia los electores.
Diseñar una campaña electoral en base a pretender arrinconar al adversario y tratar de descalificarlo no es el mejor de los senderos en un proceso democrático.
Este diario aboga por una campaña electoral de contenido útil, creativa e innovadora, que contenga una alta dosis educativa para la población.
Si cada candidato se lo propone, comenzando por aquellos de menos recursos, acercarse a la población a explicarle sus propósitos, probablemente no logre ser elegido, pero dejará el precedente que muchas veces se pierde en este tipo de contienda: la decencia.
Los únicos que pueden salvar la imagen de los políticos y los partidos son los mismos políticos. Una campaña de denuestos lo único que hace es descalificar a todos los que intervienen en ella y hundir más la credibilidad de las organizaciones políticas.
¿De qué vale ganar un escaño sobre el cadáver moral de un adversario, si finalmente con su entierro comienza la muerte del vencedor?
Planificar trampas a los adversarios, para liquidarlos en el combate muchas veces se revierte en contra del que las planifica. Pero ese no es nuestra preocupación como medio interesado por el buen ejercicio público de nuestros ciudadanos y ciudadanas.
Nuestra intención es exhortar al uso constructivo del proceso electoral, en el que se propicie una debate que edifique a los pobladores, haciendo contactos con ellos y escuchando de sus verdaderas necesidades y que a la vez, es posible su solución.
La Junta Central Electoral (JCE), presidida por Luís Arias, bien haría si incluye algún tipo de orientación a debutante en la política, en todos los partidos, que creen que a esa actividad se va con hacha y machete a volar cabeza.
Ojalá que se entienda el mensaje.