Increíblemente todavía el tema del fracaso de República Dominicana en la Serie del Caribe está vigente. Donde quiera que uno se mueva alguien le tocan el tema y como es natural los comentarios giran en torno a la dirección de Rafael Landestoy, en primer grado, y al bolazo que cayó en la cabeza de Eric Aybar, en segundo lugar.
Claro, del caso Aybar y sus dos errores en el noveno episodio, otra vez surge el tema Landestoy y el hecho de que Miguel Tejada no estuviera en el siore en ese juego clave.
El caso tiene muchas aristas y lo cierto es que Landestoy tiene razón en algunas decisiones y, como es normal, en otras no.
Muchas decisiones resultan buenas o malas dependiendo de las resultados, aunque los técnicos tienen la potestad de evaluar decisiones de los managers aunque estas arrojen resultados positivos, así como otras que son consideradas como acertadas, un batazo o un ponche, las hacen aparecer como ridículas.
Particularmente no creo en el cliché que muchos acuñan cuando dicen que “Rafael Landestoy ni pitchea ni batea, porque entonces no hubiera parámetros para dar calificación a los dirigentes.
Y todo el mundo sabe que en el béisbol hay mentores buenos y malos.
La decisión más censurada de Landestoy fue cuando trajo al cerrador Jorge Sosa en el noveno inning y sacó a Julián Tavárez, quien había lanzado dos entradas perfectas.
Los resultados echan por el suelo la estrategia del dirigente, pero él se amparó en el hecho de que tenía que morir con su apagafuegos.
Sucede que en el béisbol hay una complicidad con ese asunto del lanzador cerrador y hasta los contratos establecen que cada vez que haya situación de salvamento el dirigente debe darle la oportunidad, salvo las “excepciones”.
Justamente, en esta Serie del Caribe, me luce que esa era una situación de “excepción”.
Como no había un contrato con cláusulas, como a Sosa no le había ido muy bien y justamente Venezuela y los mismos bateadores lo habían explotado en el juego anterior, como había trabajado en cuatro de los cinco juegos realizados hasta ese momento y el acuerdo no escrito era que lo hiciera interdiario, como Tavárez estaba descansado y había realizado un promedio de nueve pitcheos por entrada, entre otras cosas, todos, o casi todos, creíamos que Tavárez debía salir en el noveno.
Claro, con la consabida convicción de que si a Tavárez se le embasaba el primer hombre había que sacarlo.
También había que estar consciente de que si a Julián se le armaba un lío entonces Landestoy sería sacrificado por no abrir el noveno inning con su cerrador.
Sostengo que dos decisiones peores que las tomadas en la Serie del Caribe por Landestoy fueron aquellas cuando dejó en medio del round robin a Carlos Pérez frente Juan Uribe y Miguel Tejada, en dos situaciones apremiantes y en dos partidos claves.
Y los resultados los favorecieron.
Lo cierto es que la temporada pasada hubo una exhibición de pobre dirigencia en casi todos los equipos y a lo largo de toda la campaña.
Aún así, no favorezco que las críticas a dirigentes caiga en el plano personal.
Ni Landestoy ni otros dirigentes merecen ofensas personales, menos por los medios de comunicación.
De todas formas hay que decir que el dirigente más criticado en muchos años ha sido Rafael Landestoy y que por suerte para el caballeroso capataz, su gran respuesta ha sido poner en las manos de sus parciales la corona 19.
Esos son los precios que se pagan, o se cobran, cuando se dirige un equipo “glorioso”.