BOGOTA, Colombia.-No habrá nuevos aplazamientos, ni más rondas; esta será la última. El viaje del presidente de la República, Álvaro Uribe, a Washington tiene un solo objetivo: darle el empujón final al aspecto político del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC) y asegurarse de que éste quede firmado.
La carta de apoyo firmada por más de 600 empresarios de distintos sectores, que muestran su satisfacción por los logros del equipo negociador, es un buen respaldo para decidir finiquitar el proceso de negociaciones.
Pero no sólo eso; Uribe y el equipo negociador son conscientes de que los mejores resultados que pueda obtener Colombia son los que se presentarán en los próximos días. Si se dilata más el cierre del convenio comercial, las cosas van a empeorar. Por eso, ante el tema agrícola, que ha sido el de más larga discusión y análisis, ya el país tiene su posición.
En días pasados el ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, dijo que el Gobierno estaba dispuesto a cruzar la línea roja en el tema agropecuario, sacrificando pretensiones en algunos sectores, con miras a obtener beneficios en otros.
Arroz y pollo
Esa línea roja será cruzada en dos aspectos específicos: en arroz y lo que se denomina los cuartos traseros de pollo.
En el tema del arroz, los negociadores colombianos saben que será muy difícil pasar invictos, pero también reconocen que el avance del comercio mundial señala un paulatino desaparecimiento de los subsidios al agro y a ayudas internas, por lo que hacia el futuro los productores colombianos podrían competir con los norteamericanos.
Además Estados Unidos no quiere ceder un ápice en ese aspecto, pues está a punto de cerrar un acuerdo comercial con Tailandia y de iniciar conversaciones con Corea y Malasia, países con los que el tema del arroz es fundamental.
“Los norteamericanos no quieren dejar un mal precedente, porque si ceden con Colombia entran perdiendo con los asiáticos”, dice uno de los negociadores colombianos.
Habrá sacrificados, reconoce, pero señala, al tiempo, que en los departamentos de Huila y Tolima hay productores que son muy competitivos y que con la firma del convenio comercial no van a tener problemas para sobrevivir. En cambio, señala que hay otros que no lo son y que tendrán que buscar nuevas alternativas.
Algo similar va a suceder con el sector avícola, frente al tema de los cuartos traseros de pollo, en donde lo que logrará ganar Colombia respecto a la posición norteamericana será muy poco.
“Lapo fiscal”
Sin embargo, el Gobierno dice que para este sector hay beneficios que harán reducir sus costos de importación hasta en 10% en maíz, soya y sorgo.
No será suficiente, pero el Gobierno está dispuesto a darse “el lapo fiscal” de apoyar a arroceros y avicultores.
“Eso no es algo que el Gobierno no pueda manejar y ya sabemos cuánto nos va a costar darle la mano a quienes salgan perdiendo con el TLC”, dice otro negociador.
En el caso del pollo, por ejemplo, lo que se pretende es acabar con todas las pandemias del animal y poder así abrir un camino para exportar a Europa y Asia, tal como lo hace Chile actualmente.
Esa cesión en las líneas rojas avícolas y arroceras está sustentada en ganancias que lograría Colombia con cuotas de importación que ofrecería Estados Unidos en carne, lácteos, queso fresco, mantequilla y tabaco, entre otros.
Última oportunidad
No hay mucho tiempo para dilatar las conversaciones y por eso el presidente Uribe decidió viajar a Washington, pues una vez concluyan los aspectos técnicos, él será la ficha clave en el aspecto político.
Colombia quiere que el Tratado sea discutido en el Congreso de Estados Unidos junto con los de Panamá y Perú, que no tienen mayores opositores.
Por el contrario, si se va solo el convenio colombiano, en los demócratas va a encontrar cierta resistencia por el tema de derechos humanos. Adicionalmente, el sector azucarero norteamericano ejercerá presión en el Congreso para frustrar la aprobación.
En Panamá, en cambio, hay muchos intereses económicos, especialmente en la ampliación del canal. Por ello el tratado pasaría sin mayores reparos.
Adicionalmente, la situación política en Estados Unidos no es favorable para el presidente Bush. Las elecciones parlamentarias del segundo semestre del año minimizan la probabilidad de que el Congreso americano apruebe este tipo de iniciativas después del primer semestre del año.
Los recursos y la atención de ese país comienzan, además, a virar hacia nuevas negociaciones de mayor valor comercial (Corea, Suiza y Malasia).
Si no se aprobara este año el TLC, el próximo algunos sectores como el textil y confecciones tendrían serios problemas, pues 2007 arranca automáticamente sin las preferencias que concede el Aptdea, un tratado suscrito con Estados Unidos en el que éste último otorgó beneficios en materia de aranceles por la lucha de Colombia contra las drogas.
Publicado en El Expectador, Bogotá