Expertos lo aseguran: veinte minutos de placer sexual son equivalentes a una sesión de cuatro horas de relajación que dejan su cuerpo listo para un día agitado. ¿Todavía duda del poder energético del sexo?
“Me encanta decir que una relación sexual se da en el momento en que dos cuerpos se juntan porque dos almas se reconocen”, dice la consejera sexual Carmita Laboy luego de aportar el dato mencionado al inicio de la historia. “Es un momento sublime en el que la mujer se entrega toda”, indica.
“Lo primero que tenemos que pensar es que el sexo es una función humana natural que Dios nos regaló al nacer y que habita en nuestro ser hasta que morimos”, destaca de otra parte el doctor José Pando, psicólogo clínico, educador y terapeuta sexual certificado.
Partiendo de que se conciba como un acto natural, Pando enfatiza en que “lo que hace entonces el sexo no es curar, sino plenificar el sentido del ser”.
“El sexo es tan natural como respirar, y su poder curativo está relacionado con el esplendor del ser”, insiste Pando.
Estudios recientes demuestran cómo la sexualidad saludable puede ayudarle a mejorar diversos aspectos de su salud integral. Pando apunta al estudio que presentan Sherrie & Bob Spritof, en su libro Sex and marriage, en el que se indica que la buena salud sexual reduce los índices de mortalidad, así como la probabilidad de cáncer prostático, mejora la salud cardiovascular y el nivel general de funcionamiento del cuerpo, entre otros beneficios.
En el plano emocional la persona se siente más joven y exitosa socialmente, mejoran su estima y sus actitudes, y en términos generales se siente más tranquila y relajada con menor tendencia a la irritabilidad y a la depresión.
“En general, los beneficios de la actividad sexual son positivos en el organismo”, enfatiza de otra parte el ginecólogo José Irizarry, “es una necesidad básica y los beneficios de una pareja con una vida sexual activa y buena son positivos para ambos”.
Pero de manera significativa destaca la sensación de bienestar que invade a ambos participantes del encuentro sexual. “Sucede luego del orgasmo porque se liberan químicos a nivel del cerebro como son las endorfinas que dan esa sensación similar a cuando algunas personas hacen ejercicios”, detalla Irizarry.
El organismo debe estar preparado para reaccionar a los estímulos sexuales que recibirá, puntualiza la ginecóloga Rosimar Torres León.
“Para que disfrute la parte del deseo la persona debe estar balanceada sicológicamente y no sentir aversión al sexo. El sistema neurológico -incluyendo la piel y el reproductivo- debe tener las sensaciones neurológicas intactas para sentir placer al tacto. Cuando se llega al orgasmo ese sistema también permite que se sienta placer ante las contracciones musculares”, indica Torres León, quien además es profesora en la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas.
Agrega que se apreciará mejor la experiencia sexual si se cuenta con una “buena vasculatura y sistema circulatorio para tener la dilatación vascular en el área genital”.
“Y tiene que tener un buen sistema cardiovascular para no infartar en el acto”, resalta jocosa Torres León.
Laboy, por su parte, puntualiza que ya no es posible “ver lo físico separado de lo emocional”. “Por esta razón, usted puede sanar su cuerpo y su vida”, exhorta.
Si bien la frecuencia es un asunto individual, la consejera sexual menciona que las estadísticas revelan que el promedio saludable es “de dos a tres veces en semana”. “Pero reconociendo las bondades del placer sexual por qué limitarse. Por ejemplo, si sabes que hacer ejercicio te va bien por qué no lo haces más a menudo”, cuestiona Laboy.
Si bien es fiel defensor de que se eduque a las personas para que perciban el vínculo sexual como una función humana con aspectos indivisibles y armonizantes -como el social, el físico y el emocional- el doctor Pando alerta ante la sobrevalorización del sexo.
“Hay que tener un poquito de cuidado porque aunque no descarto el rol de la sexualidad en el bienestar integral del ser humano, hemos querido pensar que la salud sexual conlleva más aberraciones. El buen sexo es buen sexo y la palabra clave es satisfacción y eso depende de las diferencias del ser humano”, asevera Pando.
La consecuencia, a su juicio, de vivir en una sociedad sexofóbica que le ha quitado el rol primario que tiene en la vida el acto sexual “hace que la gente piense que está por debajo de lo que debe”. “Hemos vivido muy restringidos”. “Tampoco piense que por tener sexo diez veces más que el otro será más feliz”, advierte, “como nos hemos cohibido a través de la historia por cuestiones religiosas, culturales o sociales, se ha mantenido la sexualidad por debajo de la satisfacción y entonces se ve como una panacea”.
Pando apuesta por que el ser humano reconozca que además de su función reproductiva “la sexualidad es un don que Dios nos da para satisfacernos; en un acto voluntario donde impera el sentimiento amoroso”.