El presidente Leonel Fernández quiere concentrar todo el poder del Estado en sus manos. Además del Ejecutivo que ganó en las elecciones, se lanza en busca del Poder Judicial y el Legislativo, para tomar también la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas.
El presidente Fernández anda frenéticamente tras el Senado, la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de Justicia, la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas, los Ayuntamientos…. No se conforma con el poder que le otorga el artículo 55 de la Constitución, que lo convierte en poco más que un Rey, en casi dueño del país, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, jefe de la administración pública, el que "quita y pone", el que maneja el Presupuesto de la nación, el que tiene la última palabra, el que decide quién vive y quién muere, quién va a la cárcel y quien mantiene su libertad, porque además cuenta con el Ministerio Público, convertido en una Gestapo Nazi para perseguir opositores.
Para alcanzar sus objetivos, Fernández necesita al Congreso. Sin mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado no podrá nombrar a los jueces de la Junta Central Electoral ni a los miembros de la Cámara de Cuentas. Tampoco podrá tener una mayoría absoluta en el Consejo Nacional de la Magistratura que le permita modificar la composición de los jueces de la Suprema, algunos de los cueles deben ser sustituidos en los próximos meses por tener más de 75 años de edad.
El artículo 64 de la Constitución, en su párrafo primero dice que los jueces de la Suprema serán designados por el Consejo Nacional de la Magistratura, el cual estará integrado por el Presidente de la República, el Presidente del Senado y un senador que pertenezca a un partido diferente al partido del presidente del Senado; el presidente de la Cámara de Diputados y un diputado que no sea del partido del presidente de la Cámara de diputados; el presidente de la Suprema Corte de Justicia, un magistrado de la Suprema Corte de Justicia escogido por ella misma. Con el Senado en sus manos, Fernández logra mayoría absoluta en el Consejo Nacional de la Magistratura, lo que le permitirá cambiar la correlación de fuerzas en ese organismo y nombrar los nuevos jueces.
Tomar el control del Senado es vital para el presidente Fernández porque entre las atribuciones constitucionales de ese organismo está el de designar al presidente y demás miembros de la Junta Central Electoral y de la Cámara de Cuentas. (El PLD es el único partido que tiene un miembro de su Comité Central en la Junta Central Electoral).
En su desesperación, el presidente Fernández anda recogiendo rastrojos y levantándole las manos a pordioseros de la política, insultando a quienes no respaldan sus ambiciones de poder desmedido. Reclama una Cámara de Cuentas "integrada por hombres y mujeres honorables, idóneos, inobjetables, que puedan escrutar y fiscalizar las cuentas públicas", pero olvida que todavía no emite el decreto puente para evitar el grado a grado y otras formas de corrupción, olvida que durante su primer mandato se produjo uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia: El Peme.
El mandatario quiere "un Poder Judicial independiente, despolitizado, que garantice en la República Dominicana el ejercicio pleno de los derechos consagrados en la Constitución y las leyes adjetivas del país". Olvida su presencia, con una turba, en los tribunales para impedir ser interrogado por los jueces en torno a un escándalo de corrupción. Olvida que nombró con rango de secretario de Estado al abogado que postula contra el país en el mayor y principal caso de lavado de activos. Olvida que nombró en importantes cargos ministeriales a los principales imputados en el caso Peme alegando que eran perseguidos políticos, sin importarle que un juez encontrara "indicios serios y concordantes de culpabilidad".
El presidente Fernández olvida su condición de estadista. Su actuación es penosa. Sentí vergüenza ajena al verlo en el Palacio de los Deportes el pasado domingo subiéndole las manos a dos sujetos sin valor político, en el mismo lugar donde Balaguer le subió las manos y le regaló la Presidencia de la República.
Es patético ver al Presidente desesperado, perdiendo la compostura, con un lenguaje inapropiado para alguien que presume de ser intelectual. ¡Es patético!
Habla de "pluralidad" y "democracia", pero reclama a los electores que le entreguen todos los poderes del Estado. No hace mucho reconocía el apoyo del Congreso por haberle aprobado todos sus proyectos, incluyendo dos reformas fiscales. Ahora insulta y maldice. Afirma que en el Congreso existe una tiranía. Tiranía es la que quiere el presidente Fernández y su partido al pretender controlar el Estado en su totalidad. Quiere controlar hasta el Club de Leones, donde supongo habrá que hacerle una estatua de bronce que diga: Al León Mayor, por sus aportes a la democracia.
– JUAN TAVERAS HERNANDEZ