Los tres grandes partidos se acomodaron a escenarios donde sus líderes imponían sus decisiones, amparados en la superioridad que demostraron para ejecutar tácticas y estrategias exitosas para sus respectivas organizaciones.
Estas figuras, Bosch, Balaguer y Peña Gómez, se aseguraron así el control sobre las estructuras políticas a las que pertenecían y que con el transcurrir del tiempo las posicionaron en la percepción popular de acuerdo al talento exhibido por cada uno de ellos.
Vemos entonces que la imagen que se tenía del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) colgaba de la que se tenía del extinto presidente Joaquín Balaguer. Este líder político hipnotizó a sus parciales con las habilidades que demostró reiteradamente desde el estado para mantenerse en el poder.
La continuidad en el poder proporcionó a este partido un gran centro de gravedad en los torneos electorales, alimentado por las influencias alcanzada en los estratos bajos y altos de la sociedad dominicana.
En el marco del control del estado, importantes dirigentes reformistas posaron con elegancia ante la sociedad, exponiéndose como expertos estrategas en el manejo de la política criolla.
El comportamiento mostrado por los conspicuos seguidores de Balaguer, mientras ejercieron el poder, los llevó a creerse en capacidad, por motus propios, de decidir el nivel de convocatoria y resultados electorales experimentados por el partido reformista durante los gobiernos de los doce y luego en el de los diez años.
No entendieron que la sagacidad de Balaguer y los años en el uso del poder fueron los factores que proyectaron al partido colorado como un conglomerado de políticos sagaces. Así, la versatilidad del caudillo reformista les permitió proyectar virtudes políticas impropias.
Paralelamente, el resto de la sociedad dominicana percibió que el PRSC fue una especie de ven tú organizada por el otrora caudillo reformista para permanecer en el poder.
Esta creencia se solidificó con la muerte del líder reformista. Su desaparición física surtió el mismo efecto que un escopetazo disparado al centro de un grupo de aves.
Sin Balaguer, la imagen del partido colorado surgida a posteriori, se ha correspondido con la de una manada de ñúez africanos: una masa humana sin rumbo, sin estrategias y sin criterios políticos.
Esta percepción ha sido alimentada por la permanente confrontación intrapartidaria, carente de madurez y sin perspectiva, que continua normando la vida institucional de esa organización política.
Sin la orientación de su líder, la vida del PRSC se ha caracterizado por un obrar continuo contra sus intereses organizacionales, mostrándose incapaces de concebir respuestas inteligentes a sus proyecciones de crecimiento electoral y en función de ella escoger el momento para establecer alianzas.
Se comprende entonces porque la calidad organizacional y doctrinaria del PRSC se ve disminuida. Al carecer de estrategias, resultan ser víctimas de las estrategias de la competencia.
Por el contrario, donde parece haber lógica, es en el comportamiento de determinados dirigentes reformistas, los cuales rodeados de sus parcelas juegan a una especie de balagueritos. Dentro de esta lógica, funcionan como pequeños partidos, donde sí pueden evidenciarse estrategias, criterios y por supuesto objetivos.
Como los buenos pescadores, cada parcela lanza su carnada donde la pesca pueda resultarles más rentable. En estas condiciones buscan posicionarse como los interlocutores validos para fines de componendas interpartidarias.
Así, la institución reformista, vista en su totalidad, se comporta ahora como los fuegos artificiales que disminuyen su potencial mientras más luces disparan, a pesar de algunos esfuerzos desplegados por un pequeño grupo por proyectar a ese partido político en otra perspectiva y con personalidad propia.
La costumbre de los reformista estar en el poder le impide ver el camino de llegar a él. Desesperados por retornar al Palacio Nacional, esas masas pierden la visión mental y son atajados como reses para que algunos de sus caciques, que siempre se las ingenian para alcanzar una porción del pastel, continúen disfrutándolo.
Lo que vendrá luego, es un drama que colocará a la mayoría de los reformistas a observar en la distancia desde un lado del río, como correligionarios suyos son devorados por los cocodrilos intentando cruzarlo, mientras, continuarán viendo en el otro lado a los que desde hace mucho tiempo permanecen en él.