Un mar de críticas (muy merecidas, por cierto) han provocado las más recientes declaraciones públicas del presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Jorge Subero Isa y el también abogado Pedro Franco Badía, ligadas, de una manera u otra, a la decisión de la Corte de Apelación de Santo Domingo, que resolvió exonerar de culpas a los involucrados en el supuesto o real desfalco cometido en el gobierno pasado en el Plan Renove.
Si desafortunado fue el enfoque que dio la principal figura de la judicatura nacional a ese fallo, aunque no lo citó directamente (quizás porque consideró que no era necesario) peor desempeño tuvo Franco Badía al responder las alusiones del primero. No hay estadísticas en ese sentido, pero tengo la percepción de que en casi todo el mundo los habitantes de esos países no están familiarizados con los nombres de los presidentes de sus cortes supremas de justicia y todo porque esos ciudadanos no andan “buscando
prensa”, dando declaraciones públicas de decisiones asumidas en tribunales inferiores, olvidando la posibilidad de que lleguen a sus dominios las sentencias criticadas.
Aquí nos gastamos el lujo de tener un presidente de la Suprema Corte de Justicia que no solamente la emprende verbalmente contra sentencias de tribunales, sino que lo hace de manera selectiva, por lo que es más cuestionable su forma de enfocar “la hidra de siete cabezas”, como él mismo ha definido al sector judicial. Como es obvio, en anteriores ocasiones ese mismo tribunal de apelación evacuó decisiones comentadas favorable o
desfavorablemente por expertos en la materia y, cuando la prensa le preguntó al mismo Subero Isa su parecer, se limitó a decir que no podía opinar porque esos expedientes podían llegar al área judicial que preside, posición que consideramos muy correctas.
Sin embargo, cuando se produce esta decisión sobre el expediente del Plan Renove, al pundonoroso máximo magistrado de nuestra judicatura se le olvida la máxima judicial de que “los jueces hablan por sentencias” y, al día siguiente de emitida la misma, se destapa con que hay jueces que emiten fallos por amiguismo, por política o por otro tipo de compromisos.
Ya todos sabemos la posición que adoptará Subero Isa cuando llegue ese expediente a la Suprema Corte de Justicia (porque de que va, va) al menos que no se desdoble y termine admitiendo que los jueces de la Corte de Apelación fueron justos en sus apreciaciones. Cualquiera de las dos vías que asuma será nefasta para su figura y todo por no contener sus juicios de valores, como magistralmente lo había hecho en situaciones similares.
Y de Franco Badía ni hablar. Este ciudadano tenía todo el derecho de criticar las apreciaciones de Subero Isa, pero se fue por la tangente al asegurar que su partido, el Revolucionario Dominicano, podría removerlo de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, por ese desafortunado comentario que hizo de la sentencia del Plan Renove, del que el dirigente del PRD es la principal víctima política, indiscutiblemente. Sabiendo Franco
Badía la conformación del Consejo Nacional de la Magistratura (organismo que quita y pone los jueces de la Suprema) uno no se explica qué lo motivó a cometer tal desatino cuando, por demás, él es abogado. Definitivamente, si lo dicho por Subero Isa fue desafortunado, peor aún fue la respuesta de Franco Badía porque, además de retratarse como un neófito en asuntos elementales de nuestra judicatura, le echó tremenda vaina a su partido, de quien ahora se dice que lo mandó a formular esa destemplada advertencia. ¡Qué falta de madures, señores!