SANTIAGO.- Casi dos horas y media de entrega total, no fueron suficientes para el público que este viernes agotó todas las localidades del majestuoso Gran Teatro del Cibao, donde disfrutó de un inolvidable recital del reconocido cantante, compositor y músico argentino Alberto Cortez. Poco importó que el famoso artista interpretara 28 de sus más conocidas canciones pues, cuando se despidió del escenario, el público heterogéneo que lo respaldo con su asistencia, esperó de pie por algunos minutos a que regresara. Pero no reapareció. Personas de distintos puntos del Cibao, entremezclándose los jóvenes con los adultos, colmaron todos los asientos del espacio escenario.
En realidad, desde que salió por vez primera al escenario, hasta que definitivamente se despidió, Alberto consumió un poco más de tres horas, porque hubo un receso de 25 minutos, cuando tenía una hora y media cantando y contando parte de su vida. El espectáculo comenzó a las 8:45 y, 15 minutos después, se observaba público buscando butacas para sentarse, imprudencia que, en más de una ocasión, distrajo ligeramente al artista.
A las 10:15 de la noche se produjo el receso y Alberto Cortez, acompañado de la Orquesta Filarmónica de Santo Domingo, bajo la dirección del maestro Amaury Sánchez, retornaron al entarimado a las 10:40, para despedirse 50 minutos después, vale decir, a las 11:30 de la noche.
El recital fue antecedido por una obertura que presagiaba todo lo memorable que iba a pasar en el concierto, interpretando la Filarmónica trozos de varias de las composiciones de Cortez. Al frente del piano estuvo todo el trayecto el maestro Fernando Badía, compañero musical del artista argentino por muchos años y quien, en varias de las piezas interpretadas, lo secundó sólo con ese instrumento.
Alberto disfrutó la presentación de algunas canciones y hasta hizo chistes antes de cantarlas, pero también mostró su lado sentimental, al dejar brotar algunas lágrimas cuando interpretó temas como "El Abuelo", "Identidad" "Amor Desolado" y "A Modo de Responso". Este último lo compuso hace algunos años, en memoria de Miguel Angel Merellano, un entrañable amigo suyo que murió en un accidente aéreo.
Dos momentos trascendentes provocó Cortez mientras estuvo desgajando sus canciones: uno que marcó un hito artístico y otro de factura sentimental. El acontecimiento se produjo cuando el cantante argentino llamó al escenario al joven maestro santiaguense Ruddy Capellán, quien dirigió la Filarmónica mientras este interpretaba el tema "Siempre Hay Algo Más".
La parte melancólica sucedió cuando Alberto resaltó la amistad que tiene con el cantante y músico local Nelo López, presente en el espectáculo y quien, desde hace años en sus presentaciones, interpreta la mayoría de las canciones de Cortez. Ya al lado de su ídolo, Nelo cantó algunas estrofas del tema "A Mis Amigos", acompañado al piano del maestro Badía. Como hace algunos años que Alberto tuvo problemas del corazón, también Nelo tuvo que ser operado recientemente, por la misma circunstancia.
En el primer tramo de su concierto, Alberto Cortez interpretó 17 temas y, en la segunda parte, desmenuzó 11, entre ellos " La Carta", que compuso en honor a Pablo Neruda y donde inserta la voz del propio poeta, declamando una estrofa de "Poema 20", que escribiera el bardo chileno.
El popular artista, que reside hace años en España, dejó para el final ocho de sus canciones más conocidas, como "A mis Amigos", "Te Llegará una Rosa", "Un Cigarrillo, la Lluvia y Tú", "En un Rincón del Alma", "Amor Desolado", "Castillos en el Aire", "El Abuelo", para terminar con "Cuando un Amigo se Va".
En la canción de cierre, los presentes disfrutaron de una magistral actuación del trompetista Ite Jerez, quien ejecutó ese instrumento acorde con el mensaje de la composición llegando ambos (letra y música) a lo más recóndito de los corazones de los congregados esa noche en el Gran Teatro del Cibao.
Algunas de las archifamosas interpretaciones de Alberto Cortez no pudieron ser disfrutadas por el público que abarrotó la espaciosa sala de espectáculos, entre ellas "Gracias a la Vida" y "A Partir de Mañana", pero eso no fue óbice para que todos se retiraran a sus hogares, sabedores que fueron testigos de la historia que nuevamente cantó y contó Alberto Cortez, en el Gran Teatro del Cibao.