Conozco a Víctor Grimaldi desde hace 20 años. Los dos fuimos fundadores del PLD y aprecio sus aportes a la historia dominicana, en especial sobre la Segunda Intervencion Norteamericana y la Era de Trujillo.
El gran defecto de Grimaldi ha sido siempre su tremendismo y su carácter de "típico reaccionario" al estilo de la definición gráfica de Carlos Marx. Se sabe que ese tipo de personaje, además de arrogante y prepotente, es sumiso ante el que considera superior y más fuerte, y abusador frente al subalterno y "débil".
El reaccionario casi siempre obra a su conveniencia y no digo que Grimaldi lo sea, sino, que por su carácter se le parece.
Además de esa personalidad con la que intenta avasallar a los demás, pienso que Grimaldi tiene poco control de su amígdala cerebral que es donde se almacenan las emociones.
Con él trabaje y lo recuerdo como gran metódico y también como un inquisidor.
En una tarde de mayo de 1990, en plena campaña electoral con un país abrumado por la consigna de "Balaguer es la paz", regresaba yo de San Pedro de Macorís, con unas declaraciones fabulosas del entonces candidato presidencial del PLD, Juan Bosch, sobre el ametrallamiento de una marcha peledeìsta en Villa Duarte; y no bien llegué a la Casa Nacional, cuando me encontré con Grimaldi, ansioso, esperándome.
"German que fue lo que dijo don Juan", me preguntó, y cuando le dije el contenido de mi grabación, me repuso molesto: "¿Y don Juan no habló de la privatización de los ingenios?".
Le contesté que no y me fui a la redacción de Vanguardia del Pueblo a terminar la tarea en mi condición de periodista que tenía la encomienda de trabajar los discursos de Bosch y dar cuenta de ello a una comisión de prensa en la que además de Grimaldi, estaban Vicente Bengoa, Felucho Jiménez y Leonel Fernández.
Lo que pasó después me lo reservo pero hasta el pequeño local ubicado justo detrás de la casa adicional adquirida por el PLD, fue Víctor Grimaldi a intentar de imponer por la fuerza sus opiniones a lo que me opuse de manera rotunda.
Pero Grimaldi siempre ha sido así: desbordado en sus expresiones y en ocasiones, ambivalente; y don Juan que lo apreciaba y trataba como un padre, tenía unos criterios lapidarios de su desarrollo y origen, donde sin dudas, inteligencia y sacrificio sobresalen.
Por eso, hay que atribuir a esa formación extraña casi incontrolable de Víctor Grimaldi, decir que el Presidente Fernández pretende establecer una dictadura. Y no dudo, que sus pronunciamientos estén relacionados con la "enemistad" que pudo haber surgido entre ambos después de aquellas elecciones traumáticas que le fueron arrebatadas a Bosch, mediante un colosal fraude que fue desmentido por el propio Grimaldi.
Y miren que es duro asociar la enemistad con Leonel Fernández y por eso lo pongo entre comillas.
Lo cierto fue, que Grimaldi, "un niño lindo de Bosch", en aquellos años, en un acto de deslealtad imperdonable fue y se destapó en los medios de comunicación diciendo que no había ocurrido tal fraude y que Balaguer había ganado las elecciones. Incluso, para dar más pábulos a sus revelaciones, se apoyó en supuestos datos del Centro de Cómputos del PLD, al que como hombre de confianza tenía acceso como el que más.
Mientras eso ocurría la gente de Max Puig, quien llegó a retarse públicamente con Grimaldi, prácticamente se insurreccionó, y Leonel Fernández se encargó de denunciar a nivel internacional, incluso con conferencias magistrales, el mamotreto de aquellas elecciones, en una labor que concluyó con el libro "Raíces de un Poder Usurpado".
Se sabe que durante el último gobierno balaguerista, Grimaldi, fue nombrado Contralor General de la República, lo que para el país político fue como una recompensa por su conducta anterior para mí deleznable. Grimaldi tiene todo el derecho de actuar como político oposicionista, hablar de pobreza y violencia, y condenar las medidas del gobierno que considere no convienen a los dominicanos, incluso revivir su pequeño partido del que no he vuelto a tener noticias, pero eso de decir que el país es un desorden y que el Presidente de la República se proyecta como un dictador, es un abuso verbal y un pronunciamiento irresponsable que no le cree nadie.
¿Leonel Fernández dictador, cuando es un demócrata a carta cabal, y por demás, un intelectual de ese sistema? ¡Qué bárbaro es Grimaldi! Por otro lado, es un contrasentido de Grimaldi, ir Aeromundo, lanzar críticas contra la corrupción y terminar solidarizándose con el productor de ese espacio Guillermo Gómez, cuando se sabe que a éste se le está investigando en la Justicia, y conminando para que explique de dónde sacó la exorbitante fortuna que posee, entre ella, los certificados 10.3 millones de dólares.
¿Qué busca Grimaldi cuando dice en ese programa que el Presidente de la República debe aclarar su relación con Quirino Ernesto Paulino Castillo, (el capo de la droga hoy preso en los Estados Unidos), y que en la Fundación Global opera una bóveda en la que entran y sacan dólares? ¿Crear una nebulosa para que la incredulidad nos haga triza y la confusión nos arrope? ¿A caso no fue durante este gobierno que cayó "El don" y se sabe que un general que fue jefe del DNI, que gozaba de la consideración del Presidente Fernández, fue por éste destituido cuando se le relacionó con el ex-capitán Paulino Castillo?
¡Por Dios, no juguemos con la verdad y mucho menos con la reputación del Presidente de la República ni de ninguna otra persona! No es justo ni aceptable que se lancen lodo y ráfagas fecales como esas, aún cuando provengan de una persona que se cree un "patentizado de corzo" como el señor Grimaldi. ¡Da pena que las emociones retorcidas lleven a Víctor Grimaldi a equivocarse hasta cuando remotamente asume causas ajenas.