Abrid algunos cadáveres

Desde la antigüedad la anatomía humana fue considerada como la base de los estudios médicos, porque, y quizás antes, lo había sido para la filosofía, la escultura y luego para la medicina. La anatomía patológica tuvo su nacimiento coincidente con los cadáveres, aunque no existen pruebas directas del hecho.
Así lo reflejan los libros sagrados de la India, en particular el Agurvedor; en las Sagradas Escrituras se habla de vísceras, venas y ligamentos. Los embalsamadores de Egipto que tenían la obligación de desviscerar el cuerpo humano, debieron tener las primeras nociones acerca de la anatomía.

En la época de los Tolomeos, los artistas griegos acudieron a la Escuela de Alejandría a estudiar la anatomía humana, ya que desde lo escrito por Aristóteles donde afirmaba que se desconocían las partes del cuerpo humano, dando inicio a la anatomía científica con las primeras disecciones bajo la dirección de Erasístrato y Herófilo, con sentido descriptivo y metódico. Galeno aventajó a todos sus predecesores, y su descripción del cuerpo fue tan perfecta, que se creyó había disecado cadáveres humanos, cuando en realidad había trabajado con monos.

Durante la Edad Media la anatomía cayó en decadencia, no haciéndose más comentarios que los de la anatomía de Galeno. La medicina árabe no hizo más que imitar la de los griegos en esta materia. En el siglo XIII, renacieron los estudios anatómicos y se hicieron numerosas disecciones, principalmente en Italia y Alemania, sobresaliendo las realizadas por el maestro Mundini de Luzi.

La anatomía moderna quedó conformada en el siglo XVII, con la labor de grandes figuras del quehacer científico-médico, los cuales son responsables de muchos otros descubrimientos, entre los que nombramos: Harvey, descubre la circulación de la sangre; Aselli igualmente descubrió los vasos quilíferos y Rudbersch y Bartolino, los linfáticos. Se le ha llamado a esta época, la era de las anatomías exactas y el tiempo de los grandes tratados de los incansables anatómicos que dotaron a esta ciencia de una exactitud casi matemática. Solo debido a las anomalías y las patologías de las enfermedades del organismo ha demostrado a cuantas variedades está sujeto el plan único de organización que es la anatomía, por lo cual no pertenece esta disciplina a las llamadas ciencias exactas.

Para el siglo XVIII ocurría un nuevo redescubrimiento de la anatomía: la anatomía patológica, con una razón muy distinta y un nuevo método: el examen clínico, aplicado a los fenómenos fisiológicos de los cadáveres; restos de cuerpos llenos de gusanos: reunión de la medicina y la cirugía en los progresos de la anatomía patológica. Este ejercicio, conocido como correlación anatomopatológica, es a lo que se denomina la autopsia, y es entendido como el procedimiento médico que examina los síntomas y signos anatómicos del cadáver.

Dicho de otra manera, este procedimiento formal de los hallazgos del cadáver se hará con la finalidad de obtener información sobre la causa, la naturaleza y el proceso patológico en el momento de la muerte. Dos categorías dominaron en esta época: la disección y la autopsia. La primera desarrolló la clínica, que se ocupa de las enfermedades; la segunda, la patología, en clave de la formación de la anatomía patológica y posteriormente, la patología forense.

En principio, la anatomía patológica adquirió una extraordinaria importancia para el espíritu filosófico de su época, y la muerte gradualmente se convierte en un objeto de estudio, en una fuente de verdad y saber, sobre los progresos de la anatomía, la transmutación de cadáver, venciendo los obstáculos de la religión y de la moral, el miedo a los muertos y un entusiasmo al escarpelo para diseccionar los cuerpos destruidos.

La muerte se convirtió en objeto de estudio para la medicina y la anatomía patológica devino en el arte útil de demostrar cosas sobre un cuerpo sin vida, «mudo e intemporal»; para el médico, la muerte es el cese de todas las funciones vitales y tiene hoy más de un punto de vista. Es decir, que la muerte sobreviene como evento natural, situación ésta de la que han sido estudiadas todas sus circunstancias, puede sobrevenir como una interrupción de la vida por un proceso patológico.

¿Ocurrió esto acaso con la introducción de la filosofía positiva del siglo XVIII en la medicina? Pensemos en la disección, como un procedimiento de autopsia destinado a obtener información sobre causas de enfermedades o de campos derivados de ésta.

Debió distinguirse del estudio del cuerpo o de la estructura del cuerpo humano sin fines médicos, o de investigación legal. Para el pensador francés Michel Foucault esta reconstrucción de los cadáveres convertidos en objeto de saber es falsa, sin negar las verdades útiles en el conocimiento de la anatomía patológica, según el nuevo espíritu filosófico de la época.

Desde el siglo XVIII, se realizaron con un nuevo pensar célebres autopsias: En Italia e Inglaterra, J. B. Morgagni y John Hunter no encontraron oposición de realizarlas; la Clínica de Viena, desde 1754 contaba ya con una sala de disección, también la de Pavía, organizada por Tissot; en Francia, en el Hôtel Dieu, gracia a Desault. La anatomía patológica inventaba la medicina positiva a los fines de la ley. La práctica de la autopsia empieza a ser regulada, a ser autorizada, el cadáver entra a ser parte del campo del derecho positivo, y la oposición religiosa cedía a las necesidades de los tiempos.

Juan Bautista Morgagni (1682-1772) publica su obra De Sedibus et causis morborum per anatomen indagatis, en 1761, a la edad de 79 años; esta obra, escrita en forma espitolar a un amigo, liga intrínsecamente la correlación anatomoclínica de la enfermedad y la búsqueda del sitio de la enfermedad; en definitiva de la anatomía con la patología. En 1700, Th. Bonet, en la obra Sepulchetrum, lo había intentado años antes.

Bichat y Corvisat, cuarenta años después redescubren la anatomía patológica dotándola de una experiencia clínica, de agrupaciones de signos para que puedan alinearse «sobre la blanca visibilidad de los muertos». El tratado de X. Bichat, L’Anatomie Genérale (1827), que compendia y sistematiza su obra cumbre Traté de Membranes (1807) sirvió para el desciframiento del espacio corporal; es decir, que la anatomía del cuerpo es a la vez intraorgánica, interorgánica y transorgánica. La anatomía entra en el campo medicolegal. Es a la vez definida por una relación de vecindad y de comunicación entre la patología y la fisiología.

Hay dos posiciones estructuralmente distintas sobre los fenómenos que describen las enfermedades. La de Morgagni, que representa el modelo descriptivo del punto de partida de la anatomía patológica, y la segunda lo es el método analítico de Bichat, que la sitúa en el campo del análisis clínico.

Desde finales del siglo XVIII, cuando Morgagni publicó su gran obra clásica “De Sedibus” los avances en medicina se han basado, por lo general, en el principio de correlacionar los rasgos clínicos y patológicos de cada enfermedad. Esto se hacía determinando los cambios estructurales presentes en los tejidos y, a su vez, los síntomas y signos característicos de cada enfermedad. Este planteamiento es aun válido. Las técnicas analíticas modernas lo han llevado desde el nivel macroscópico hasta el subcelular y molecular. Sin embargo, un sólido conocimiento de los cambios macroscópicos de los tejidos, es todavía un cimiento firme, sobre el cual debe de construirse el entendimiento de la enfermedad y sus manifestaciones clínicas.

La autopsia clínica es la base de la formación del médico general y sobre todo del patólogo. Con frecuencia, el patólogo, es reclamado con gran intensidad por otras actividades, tales como la patología funcional, patología quirúrgica, citodiagnóstico y punción aspiración, donde cuenta mucho, al revés que en la autopsia, la presión de los clínicos, en el sentido de unos mejores y más rápidos resultados.

El fin de la autopsia clínica, es la confirmación de los diagnósticos, descubrimiento de algunos aspectos nuevos en la patología del sujeto y en algunos casos, refutación incluso, del diagnóstico fundamental de control, que no de juez de la labor clínica. El método de Xavier Bichat no requiere de más comentarios.

Carlos Tejada

Diario DigitalRD.Com, primer diario en línea creado en República Dominicana, fundado el 16 de enero del 2006. Su director es el periodista José Tejada Gómez. Para contactos. Cel. 809-980-6500 y 809-6081130. editor@diariodigitalrd.com

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