Luego de 162 años de fundada nuestra república, aún se mantienen inconclusos muchos de los propósitos anhelados por el más puro ideario que en toda nuestra historia hemos tenido los dominicanos y las dominicanas: el ideario de Juan Pablo Duarte.
“Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”. Ese “hoy” dilatado en el tiempo es aplicable a todo el período de vida republicana, pleno de actos contrarios al interés nacional, a las leyes, a los principios morales y a un apego irrestricto a la conducta ética llevados a cabo por malos dominicanos, los que constituyen una verdadera conspiración “contra la salud de la Patria”.
“Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”. Esta es una sentencia que tenemos la obligación de rescatar, practicas y transmitir a las generaciones actuales y venideras, ya que el individualismo, la ambición personal y el deseo de riqueza fácil y rápida, se han aposentado en la mente de una buena parte de las ciudadanas y los ciudadanos dominicanos.
“Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca”. Aunque la nación dominicana ha avanzado considerablemente en la administración de una sana justicia, es reconocido por todos y todas que hay una brecha amplia entre ese ideal duartiano y la realidad que vivimos en nuestra amada Patria.
“…no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquiera otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano”.
¿Cuántos tratados internacionales en nuestra vida republicana han suscrito nuestros gobernantes, con empresas y naciones, en los que se ha afectado el interés nacional? ¿Cómo han sido utilizados los recursos que ha recibido el País mediante préstamos, y que han comprometido varias generaciones presentes y venideras? ¿Cuáles criterios han primado en nuestros gobernantes de la vida republicana, al tomar las decisiones más trascendentes?
Es evidente que las cenizas del Patricio deben aún seguir protestando, porque estamos lejos de alcanzar ese ideal de Duarte de que sean respetados “cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano”.
“…nada me será más lisonjero que… de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído para con DIOS, para con la PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros mismos”. “Sed justos lo primero, si queréis ser felices… “sed unidos, así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.
¿Cuánta distancia nos falta recorrer para alcanzar el ideal de ser “felices”, estar “tranquilos” y en “perfecta unión y armonía”, si, al contrario, se acrecientan las precariedades que dificultan y/o impiden alcanzar esa felicidad, y cada día es mayor el nivel de desunión y discordia de la sociedad dominicana?
“¡Aprovechemos el tiempo!” es una sabia orientación del patricio y fundador de nuestra nacionalidad. El aprovechamiento del tiempo implica el compromiso de cada ciudadano y ciudadana de aportar su trabajo productivo. Solo aprovechando el tiempo, estudiando, trabajando, investigando, creando, podremos hacer realidad ese sueño de Duarte.
Todos los dominicanos y dominicanas debemos gratitud eterna a Juan Pablo Duarte y los demás fundadores de La Trinitaria: Juan Isidro Pérez, Félix María Ruiz, Felipe Alfáu, José María Serra, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha, Pedro Alejandrino Pina y Benito González, quienes el 16 de julio de 1838 firmaron con sangre el juramento trinitario: “En nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar un república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules atravesados por una cruz blanca.
Somos herederos del legado de Duarte. Hoy exhibimos con orgullo la Nación concebida por él y conquistada con su lucha y la de muchos otros dominicanos y dominicanas que ofrendaron sus vidas a favor nuestro. Por tanto, estamos comprometidos con hacer realidad su ideario, vigente como cuando fue concebido. Las generaciones futuras merecen que nos comportemos a la altura como el Patricio nos enseño. Que enarbolemos su ideario, lo practiquemos y lo difundamos, para que nuestros niños y niñas lo asuman y le den continuidad por siempre.
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