El escritor Gabriel García Marquez acudió al acto de un pre candidato presidencial liberal, gesto que ha sorprendido a toda Colombia, porque no asistia a actividades proselitistas desde hace más de 132 años CARTAGENA, Colombia.-Gabriel García Márquez asistió a reunión política del precandidato liberal Rafael Pardo en Cartagena
El Nobel de Literatura que prefirió no dar declaraciones, no participaba en un acto de política proselitista desde hace más de 12 años.
Gabo le dio tres palmaditas en el hombro a Pardo y le dijo: “Muy bueno, muy bueno”. Esa fue su bendición política al precandidato presidencial, narra el periodista Vicente Arcieri G., corresponsal de El Tiempo en Cartagena.
Nadie dijo saber a ciencia cierta porqué Gabo apareció en cuerpo y alma, y no sólo él, sino su esposa Mercedes Barcha, en una reunión acompañando a un candidato que quiere ganar la Presidencia de este país, narra el comunicador.
Ni los mismos protagonistas del episodio lo confesaron. “García Márquez le dijo que lo invitara a una de sus reuniones cuando viniera a Cartagena. Ellos se conocen desde hace tiempo y habían tenido conversaciones en privado”, dijo Ricardo Santamaría, jefe de debate de Pardo.
El ex magistrado y columnista de diarios, Carlos Villalba Bustillo, soltó lo que parecía un secreto: “Sé que hace unas semanas estuvieron almorzando juntos en Cartagena y tal vez acordaron esto”. Y Judith Pinedo, directora de la fundación Funcicar, agregó que no estaba segura pero que creía que hubo más interés de Gabo por acercarse a Pardo.
El precandidato dijo al final de su intervención que para él era honroso que el Nobel aceptara una invitación para oírle sus tesis. “Él (Gabo) sigue la campaña presidencial con detenimiento y me dijo que quería asistir hoy (ayer)”, dijo Pardo.
Cuando se le preguntó si el escritor va a votar por él, respondió: “Bueno, el voto es secreto, pero después (de las elecciones) les cuento”.
La reunión con almuerzo incluido estaba programada para las 12:30 p.m., en las refrigeradas salas de baile y restaurante de la discoteca Mister Babilla, en la zona de la rumba de Cartagena, en la Calle del Arsenal, del histórico barrio de Getsemaní, donde se gestó la independencia de la ciudad.
Muchos de los que estaban invitados al encuentro confesaron que hasta que no lo vieran entrar por la puerta de la discoteca, no lo creerían. Y a la 1:18 p.m. lo creyeron. A esa hora de la tarde se apareció el novelista, con sus cabellos entrecanos un tanto desordenados, su camisa manga larga recogida y su pantalón, ambos color azul índigo. Llegó sonriente.
No hubo declaraciones públicas de apoyo, ni lecturas de memoriales de adhesiones. Hubo, sí, un almuerzo de carne o pollo, ensalada y papas, después de un discurso en el que Pardo dijo de dónde venía y para dónde iba, y que fue aplaudido por el auditorio y, por supuesto, por Gabo.
El Nobel de Literatura se negó a entregar declaraciones, antes y después del acto. “No doy entrevistas, porque siempre me equivoco”, les dijo a los impacientes periodistas.
García Márquez escuchó con atención el discurso pausado de Pardo (“no hago grandes discursos como otros con grandes bigotes, que si lo hacen”, dijo en uno de sus apartes Pardo). Gabo lo escuchó con atención. Hizo unos que otros apuntes con su esposa, y en una que otra ocasión aprovechó para hacer una fugaz pestañada que combatió tomando sorbos del único cóctel de ron con limón que dieron de bienvenida a los asistentes.
Pardo habló que es un ‘reinsertado’ del Liberalismo y explicó las razones por las que se transformó de uribista a contradictor y competidor del actual Jefe de Estado, Álvaro Uribe Vélez.
Dijo que cree en una paz negociada. Criticó el proceso con los paramilitares y abogó por una reconcialición no sólo con los victimarios, sino con las víctimas del conflicto armado que sufre el país.
Después de las palmas y estrechadas de manos que recibió Pardo por sus planteamientos, Gabo atendió a una fila de mujeres desplazadas que le fueron a contar sus vidas y a pedirle un autógrafo.
Mientras tanto Pardo, menos solicitado que su invitado estrella, se apretó el cinturón de su pantalón para seguir con su trabajo de recaudación de votos, esta vez en el corregimiento costero de La Boquilla, donde le esperaban nativos, en su mayoría pescadores, concluyó narrando el periodista.