La decisión del presidente Leonel Fernández, de regresar a las filas de las Fuerzas Armadas al mayor general piloto Juan Bautista Rojas Tabar, indefectiblemente manda un negativo mensaje, no sólo a quienes aspiran a tener los cuerpos armados al margen de la política partidista, sino a la sociedad en su conjunto, que reclama mayor transparencia y responsabilidad en la conducción del aparato estatal.
Varios zarpazos le propinó el Primer Mandatario al orden institucional del país con esa cuestionable decisión que, de paso, vuelve a traer a nuestra mente el manoseado adagio popular de que “una cosa es con guitarra y otra con violín” pues, mientras Fernández propugna por el alejamiento de la política de los cuarteles, concomitantemente regresa a ese litoral a un hombre como Rojas Tabar, de quien todo el mundo sabe que, apenas fue cancelado de las Fuerzas Armadas en 1996 por quien ahora lo reingresa, se convirtió en un activista político, en beneficio del Partido Reformista Social Cristiano y hasta aspiró a un cargo electivo en el 2002.
Gracias a la “benevolencia” del Presidente Fernández, ahora las Fuerzas Armadas recibirán en su interior a un hombre que hace casi diez años dejó de ser militar para convertirse en político y no ha de sorprender que accione como tal más que como soldado, haciéndonos vivir aquella época que entendíamos superada y donde los uniformados actuaban sin recato, cuando de promocionar a candidatos presidenciales se trataba.
El reingreso de Rojas Tabar es doblemente insólito, porque fue enviado al retiro precisamente por Leonel Fernández, como respuesta a un desafío público del entonces secretario de las Fuerzas Armadas al Primer Mandatario, quien no lo pensó dos veces para optar por enviarlo a su casa. Vale decir, que el Presidente ahora está premiando a Rojas Tabar y, de paso, implícitamente evidencia arrepentimiento por lo que hizo entonces.
Pero resulta que la decisión de uniformar de nuevo al dirigente reformista Rojas Tabar, le está diciendo a los miles de militares y policiales, que pueden violar la disciplina incluso a costa del Presidente de la República y que bastaría que tiempo después se conviertan en dirigentes políticos contrarios al partido del Ejecutivo de la Nación, para que regresen a la milicia, como si no hubiese pasado nada.
Y más aún, con el regreso de ese cuadro político reformista, es innegable que Leonel Fernández se olvida de las críticas que hizo al anterior gobierno, cuando reinstaló en las filas policiales y militares a personas que estaban en la vida civil. Ahora hace lo que antes reprochaba y de qué manera.
Consideramos que es negativo lo que acaba de hacer el Presidente de la República, especialmente porque abre de par en par la puerta para que se haga política “a la franca” en los cuarteles y para que los guardias y policías digan lo que quieran del Primer Mandatario, pues ya están seguros que, en cualquier momento, los llama, les pone los uniformes y los entremezcla con aquellos desmoralizados militares, quienes seguirán perdiendo el interés de servir primero al país, para dar paso a servir primero al partido.