Dice Pedro Castillo que cuando hable caerán muchos altares. No hablo de un sacerdote de los varios sometidos a la justicia dominicana por defraudar su hábito ni de un pelotero de nombre sonoro, sino de Pedro Erwin Castillo Lefeld, el botado ex -presidente del Banco del Progreso, hoy demandado en la justicia por un fraude superior a los 14 mil millones de pesos cometido en perjuicio de ese centro financiero. Pienso, que en lugar de que “caerán”, Castillo Lefeld debió decir que “seguirán cayendo”, a propósito de algunos “santos” que han caído en los últimos días ante la opinión pública, y de los muchos que desde hace tiempo andan rodando moralmente por el suelo, aunque sigan con su doble moral por la televisión y sus bolsillos llenos de dinero sucio. La amenaza de este señor, lanzada como una declaraciòn de guerra, no es más que un viejo chantaje verbal repetido y puesto en boga por los cuchumil acusados de fraude y corrupción cada vez que se acerca un juicio en su contra.
Es una treta recomendada por abogados, la cual, en el fondo quiere decir, “si caigo conmigo se irán otros al hoyo”, como una vez lo dijo Pedro Julio –Pepe- Goico Guerrero, que desde España sigue guapeando y retando a la justicia para que lo mande a buscar y lo procese por una serie de crímenes que aquí se le imputan.
La gente que lee periódicos y escucha radio y televisión, deberá recordar la similitud que había en la forma de promocionarse entre el quebrado Banco Intercontinental (Baninter) de Ramoncito Báez Figueroa, y el Banco del Progreso, dirigido por Castillo Lefeld. Ambos, según las acusaciones que se les hacen, perece que respondían a las misma escuelita del fraude, una escuelita de corte internacional que aquí fue superada con el fraude bancario proporcionalmente más escandaloso que se haya conocido en llamado mundo global, como lo fue el de los 55 mil millones de pesos del Baninter, como bien lo afirmara el consultor jurídico del Banco Central.
Esa escuelita contagió a otros banqueros que todos creíamos serios y ya se sabe de los fraudes de Brancrédito y el Mercantil, cuyo antecedentes mejor recordados fueron los de Interdosa y el Banco Universal del hoy recluido en una suite de una clínica de Santo Domingo, Leonel Almonte y Vásquez. Desde los casos del Banco de los Pobres o Banco del Peso, defraudado por sus promotores para provecho propio, no es uno ni son dos los ex-banqueros que en este país andan sueltos, algunos supuestamente huyendo, llevando una vida de príncipes y de realeza con el dinero que les robaron a sus ahorrantes. Y por qué no recordar el robo al Banco de los Trabajadores, hace varios años, entre los que se encuentra uno que actualmente es legislador y otros que son cooperativistas.
La causa de esa impunidad búsquenla en la justicia, donde por lo visto, también hay demonios vestidos de santos, y ni hablar de los que ya andan montados en los caballos del descrédito público, lo que en los últimos días ha llevado al siempre discreto y frugal Jorge Subero Isa a mostrar una inusual impotencia. Complicidad y chantaje, como decir que “si hablo caerán muchos santos de sus altares” o “si caigo conmigo caerán otros”, parafraseado por Pepe Goico y ahora por Pedro Castillo, han sido factores determinantes para que los casos de corrupción y fraude no pasen de mucha alharaca en los tribunales. ¿Se repetirá la historia?
Las expectativas de estos casos, sobre todo en torno al juicio de fondo contra los acusados del Baninter señalado para la primera semana de abril, están concentradas en quienes quieren ver si es verdad que un juez o un tribunal colegiado será capaz de hacer valer el principio de dura lex sed lex, que quiere decir la ley es dura pero es la ley y hay cumplirla.
Ahí, en el de Baninter, sí es verdad que pueden caer muchos santos de los altos altares, muchas vacas sagradas, cosa que ha llevado a su principal acusado a permanecer prácticamente callado y dejando que sean sus abogados los que hablen, creyéndose con más poder que el que puede exhibirlo y contarlo también detrás del trono.
Como el Estado, durante el gobierno de Hipólito Mejìa, asumió el fraude del Baninter para que fuéramos todos los dominicanos quienes los pagáramos, el principal acusador de Ramoncito Báez Figueroa, es el Banco Central, mientras que los demandantes de Pedro Castillo son sus propios ex-compañeros del Progreso. ¿A quiénes se refiere él cuando dice que al hablar “caerán muchos altares”, una frase vieja con sabor a impunidad y chantaje utilizada con frecuencia y con éxito por corruptos y defraudadores dominicano?